Ciertamente la vida puede darnos muchas lecciones en las formas en las cuales menos nos esperamos que ocurran. Nina Gómez entrenaba para la siguiente carrera de atletismo denominada Los 21 K, que se realizaría nuevamente en 4 meses; tiempo suficiente para no llegar entre los últimos. Mientras tanto, pensaba en su compañera de trabajo y sus palabras: “Eres muy linda y profesional, aplícalo a ti misma, el señor Gerardo te aprecia, solo eso”
Reconocer que vivir en el mundo de las novelillas románticas era un engaño no le resultaba fácil. De cualquier manera, algo era muy cierto, debía aplicarse su talante profesional pasando la página. Las emociones reales son evidentes, el amor se fortalece solo cuando es correspondido, el ser humano supera cualquier dificultad siempre y cuando tenga la sabiduría de no obstinarse en el camino donde se encuentra su piedra de tropiezo.
Al terminar el recorrido de las 20 vueltas al parque trotando se dirigió a su casa para enfrentar su día de descanso laboral a punta de trapero, escoba y lavadora. Como cualquier mujer soltera e independiente, le tocaba hacer sus propios oficios. Ya que su familia se quedó en el pueblo, alquilaba un aparta estudio cerca de la oficina, de esta forma ahorraba el dinero del transporte para poder enviarle dinero mensualmente a sus padres. Quienes al ser campesinos vivían de la tierra. En los momentos en que sus necesidades iban más allá de lo alimenticio utilizaban lo que la hija que vivía en la cuidad les enviaba.
Por costumbre propia de adicta al trabajo revisó el teléfono y encontró un correo con otra incapacidad de su jefe, en esta figuraba que debía estar fuera de su puesto de trabajo varios días más. Daba 5 días hábiles, sin embargo, él le aclaró que, si se llegaba a sentir mejor antes, entonces se reintegraría con antelación a sus labores.
El mensaje le cayó como un balde de agua sacada del refrigerador: frio.
Su jefe se ausentaría una semana más Por suerte el equipo de trabajo era responsable, con gran capacidad de solución de situaciones problema. Era el momento adecuado para iniciar su nuevo propósito: sacarlo de su corazón.
La incapacidad de Gerardo le llegó en el momento oportuno.
Por la tarde llamó a Gracia para invitarla a cine. Una de sus formas favoritas de diversión. Al responder, su compañera le aclaró que generalmente los sábados en la tarde ya estaba comprometida, que si podría se programaban para el próximo fin de semana más temprano y así pasar tiempo de calidad con ella sin interrumpir con sus otros compromisos.
Otra decepción, pero cine es cine, y eso se disfruta solo o acompañado. De alguna manera estaba tratando de enseñarse a sí misma que la felicidad propia no depende de los demás.