En definitiva, esa carita de sorpresa es todo un tesoro, pensaba Gerardo. La niña linda nunca se imaginó que él pudiera ir hasta allí a buscar un dialogo como personas adultas.
Aprovechó el momento de los jueguecitos para ubicarse rápidamente a su lado, evitando un futuro escape. Al faltar un integrante para armar el trio, se incorporó al grupo una joven de largo cabello negro y aire un tanto altanero. Él observó de inmediato la incomodidad de su compañera de trabajo ante la nueva integrante de equipo.
- Mucho gusto, Raquel- dijo tendiéndole la mano.
- Un gusto conocerte- respondió él, luego cambio su atención hacia quine realmente le interesaba- tú mandas Gracia.
- Por mi pueden competir ustedes dos solitos- la vio mirar de reojo a Raquel- ese tipo de dinámicas no me gustan.
- Si, ella es….
- Brillante- interrumpió el hombre antes que la muchacha se expresara de forma negativa- todo genio se aburre con lo que no le inspira.
Y aunque Raquel intentó llamar la atención del caballero con el objetivo de minimizar a su compañera de equipo se dio con una barrera de concreto llena de absoluta indiferencia hacia a ella.
A cada uno de los integrantes de los diferentes grupos les entregaron su cuchara, su limón y los colocaron en sus respectivos lugares de relevo. En el equipo de Gracia, Gerardo y Raquel, era el hombre quien debía cerrar la carrera. El equipo no ganó, pero Gerardo logró sacarle carcajadas a ella con su limón cayendo estrepitosamente cuando estaba por cruzar la línea de meta. Ambos le encontraron más diversión a perder con elegancia que al objetivo mismo de ganar.
- Ha sido un gusto participar contigo, espero nos acompañes el próximo sábado, siempre es bueno conocer gente nueva- le dijo Raquel.
- Raquel, ¿no tienes un novio que proteger de cualquier “quitamachos” que se atraviese en su camino? - con eso fue suficiente para confirmar las sospechas de Gerardo, siendo movido a intervenir con rapidez antes de que la niña linda se metiera en más problemas.
- Muy amable, pero de eso se encargará mi querida amiga aquí presente. Y, siendo suficiente por hoy, nos retiramos porque debo llevar a esta bella dama a buen resguardo.
Con una sonrisa inclinó la cabeza tomando a Gracia suavemente del brazo para sacarla del lugar ante la mirada atónita de una medio enemiga, medio hermana de fe, que no podía creer la suerte de Gracia al estar en semejante compañía, a toda medida extranjero con gala de buena fortuna. “Aunque, en todo se debe esperar a ver que resulta y cómo se puede actuar. Una relación en secreto, en yugo desigual le acarrearía algunos inconvenientes”, pensaba la muchacha.
Por su parte, el gerente de la empresa se había salido con la suya. Atrapó entre la espada y la pared a la señorita Pedroza quien llevaba casi toda la semana ignorándolo por completo, a excepción de aquel mensaje en pro de la mejora de su salud.