La respuesta de Gracia generó mucha simpatía en la otra chica. Gerardo intentó excusarse una y otra vez aludiendo a que todo estaba sucediendo por un cambio en la manera de contratación de su empleada y los continuos ajustes que se debieron realizar a un proyecto que maravillosamente había sustentado ante parte de la directiva de la empresa y que ahora se estaba gestando gracias a su perspicacia e iniciativa.
Varios jóvenes se congregaron alrededor. Muchos mostraban admiración ante la mención de los logros de una joven que prácticamente pasaba desapercibida. Terminaron todos en una pizzería cercana, intercambiando anécdotas. Hasta Raquel pareció ir mejorando en su trato con ella. Este tipo de reuniones después de culto eran cada sábado, se daban de forma espontánea, aunque nunca había sido invitada.
Mara contó melancólica que estaba casi perdiendo cálculo. Johan mencionó el inicio de la formación del semillero de voces donde en la primera clase reventó la cuerda de SI. Isabella se reía de ella misma por haberse caído durante la práctica de danza al resbalar por practicar en medias.¡ Eran todos tan normales!
En su interior ella sentía que por más que se esforzara siempre le sería difícil pertenecer. Si estaba allí era por lo encantador que resultaba su acompañante: Gerardo. No se apartó de su lado, le abrió la silla al irse a sentar, le consultó que clase de pizza prefería y a pesar de aparentar prestar atención siempre estaba tratando de conversar aparte con ella.
Cuando llegó el pedido general él no le permitió participar porque había encargado pizza aparte para los dos. Al final pagó lo que correspondía a ambos, llevándosela ante la insistente mirada de los muchachos que no lograron sacarles nada acerca de su relación personal o laboral más que aquello que él dijo al principio; el jefe desviaba hábilmente la conversación hacia otras personas siempre evitando centraran su atención en ellos, intuía cuan incómodo le podría resultar a su niña linda.
- Lo siento- se disculpó cuando ya estuvieron en el automóvil- creo que aceptar la invitación de Isabella no es fue muy de tu estilo.
- Nunca me invitaron antes- dijo con la mirada fija en él- digamos que en el fondo ni me añadió, ni me quitó. Solo fue una experiencia más.
- Realmente deseaba hablar contigo. Lo que dije cuando me llamaste fue en serio- sus ojos ámbar eran un par de lumbreras en la oscuridad del auto. El aire se agitó sutilmente.
- Es tarde- expresó de forma cortante recordando la última frase dicha por su jefe en la mencionada conversación.
- Si,
- Debe estar cansado del viaje.
- Si
- ¿Me puede llevar a mi casa?
- ¿Si no quiero? - los ojos de la chica eran cada vez más negros, el aire más agitado.
- Me iré caminando- sentenció.
- Es muy tarde- acarició sutilmente el dorso de su mano.
- No tengo miedo, me conozco el camino- movió la mano hasta la portezuela.
- Por lo visto solo te asusto yo- con una leve sonrisa de animal al acecho encendió el auto- no te preocupes, ya te llevo, ¿puedo pasar por ti mañana en la tarde?
- Creo que ya no quiero que me explique nada- desvió la vista por la ventana, el sutil viento en el auto desapareció- me descontrolé al pensar que estaba muy enfermo. Creo que ya esa impresión queda en el pasado. Se le ve muy sano.
- En serio me hiciste venir de tan lejos, directo del aeropuerto ante ti, para sencillamente rechazar mi presencia- apretó el timón con fuerza.
-.Usted ya se venía, no lo hizo por mí, a usted le gusta divertirse a costa mía y de quien sabe que otras personas. Es bastante carismático, bonito y se aprovecha de eso- los ojos de la chica eran un pozo profundo e inescrutable en la lejanía- los domingos asisto a la escuela dominical, tratando de dejar la tarde para descansar. Usted también debería descansar, fueron muchas horas de vuelo.
- Gracia, quiero ser tu amigo- susurró- no te asustes, no es nada más.
Gerardo pensaba en aquella promesa realizada así mismo cuanto salió de la antigua tierra: “No pienso casarme, no pienso regresar, no pienso tener hijos, no quiero una descendencia predestinada”.