Y eso era cierto, de alguna manera las discusiones con ella lo afectaban emocionalmente. La otra parte era analizar cuanto de eso tendría relación con su cambiante estado de salud, ya que por más que había estado lejos de la antigua tierra nunca se enfermaba. El hecho de que ella lo ignorara toda la tarde de ese día le permitió meditar sobre el asunto, revisó documentos y libros traídos consigo respecto de su gente, pero no había menciones genéticas al respecto.
Una verdad era clara: algo había cambiado y estaba relacionado con esa muchacha.
Ella echo a reír a carcajadas al escucharlo sacándolo de su ensimismamiento.
- Ahora tienes la desfachatez de burlarte.
- No, me causa risa, no quiere decir que me burle- sonrió- usted es demasiado seguro de sí mismo como para decir que mis malcriadeces lo afectan.
- Usaste el término correcto- dijo dando una palmada en el mesón- ¡Malcriada! Espero que recuerdes que sigo siendo el gerente de la empresa donde trabajas- levantando la mirada con picardía.
- ¿Por qué cree que estoy aquí en son de paz? Ni locas de seguir molesta cuando usted me puede despedir por andar por ahí de antipática.
- Sabes que yo no soy así, eso fue por fuera de la empresa- se recostó cabizbajo junto a la estufa.
- ¿Se siente mal? - ella se preocupó
- Si, ¿sabes que yo nunca me enfermo? ¡Es tan desconcertante no tener dominio del propio cuerpo!
Gracia se acercó colocando su mano sobre el hombro del enfermo con un leve roce sobre la tela, llamando así su atención para que fijara los ojos en los de ella.
- Eso es lo que nos hace humanos, ser vulnerables nos enseña a actuar con cuidado. Venga, no se ponga triste que no le queda bien, vamos a preparar el caldo y vera como le sienta de bien.
Le indicó como cortar los vegetales mientras ella lavaba con vinagre el pollo, explicándole que era mejor poner a cocinar el pollo con la papa primero y “dejar que estén bien cocidos”, después le agregaron la verdura con ajo machacado en sal. Tapar para dejar que tengan cocción por un par de minutos y listo. Al estar la sopa, le sirvió un plato y lo vio comérselo todo con la parsimonia propia de aquellas personas que degustan comidas en los grandes restaurantes.
- ¿Cómo le pareció?
- Bueno que te digo, para este estómago débil y hambriento es un manjar, - se quedó pensativo- por primera vez ayude a preparar mis propios alimentos.
Instintivamente ella llevó su mano a la frente del jefe para palpar su temperatura. Este se sintió melancólico por todo lo que se estaba negando en la vida. Cerró los ojos disfrutando el breve momento de contacto.
- ¿Estoy mejor?
- No tiene fiebre.
- Viste, tu influyes.
- No, usted se está haciendo fantasías en su cabezota. Me voy jefe. Ya es tarde.
- Deja que te lleve.
- No es necesario, yo viene a disculparme no a que me estén llevando a casa como cenicienta.
- Insisto, te llevo, ya me siento mejor.
- Pídame más bien un taxi, debe cuidarse. Igual mañana es mi transporte. - se detuvo como dubitativa- ¿o ya no pensaba ir?
- Ni creas que te libraras de mí, compromiso es compromiso.