Camino A Casa. En ti encontré mi hogar

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En torno al momento las miradas de los otros reflejaban confirmación de las sospechas: algo pasaba entre la chica nueva y su jefe. Gerardo había aprovechado el desorden para apartarse un poco con su compañera.

- Nadas bastante bien.

Estaban mirándose de frente, ella estaba completamente de pie, él aprovechaba el agua para ponerse a nivel de su mirada.

- Mi papá es del interior, siempre insistió en que por nacer en la costa es necesario saber nadar… señor…

- Gerardo. Recuérdalo por favor. Entre tú y tu madre van a hacer que me salgan canas prematuras- sonrió.

- ¿No crees que a veces te pasas conmigo?

- ¿No te gusta?

- No se trata de eso. Al final del día continuamos siendo jefe y empleada. Creo que te comportas de forma inadecuada.

- Yo te estoy tratando como a una amiga muy querida.

- ¿Soy tu amiga?

- Yo quiero que lo seas- le sonrió con ternura.

- Entonces dime algo que solo le puedas decir a alguien en quien confíes ciegamente.

- Mis padres me quieren obligar a regresar a mi patria. Desean que me case, que tenga hijos con alguien que ellos puedan aprobar. Insisten en que inicie con un proceso que poco a poco debería llevarme asumir el legado de la familia y tener una descendencia que continúe con el mismo.

Las palabras de Gerardo golpearon nuevamente el estómago de Gracia. El viento alrededor comenzó a agitarse como si la entendiera. Mientras el agua del mar poco a poco empezó a tornarse cálida, agradable, relajante.

- Entonces, es cierto lo que dice Nina, debes comprometerte con alguien que ellos escojan.

- Algo así- dijo restándole importancia.

- ¡Y tú andas por acá de rebelde.!

 No es solo eso. En tu pequeña ciudad encontré paz. Estar lejos de todos sus proyectos me hace bien. Puedo nadar varias veces por semana en el mar cálido del caribe y no en un rio frio del norte. Interactúo con toda clase de personas. Camino en las noches si lo deseo con la total pasividad de una persona común… Te encontré a ti. - la última oración tenía tono de una ternura profunda.

- Creo que desvías el tema- dijo sin poder darle crédito a lo que escuchó.

- Te puedo confesar algo más- fue entonces cuando procedió a sujetarla por la cintura- prometí no contraer matrimonio, ni tener hijos para no asumir nada de lo tocante a mi familia.

- Para decirme eso no necesitas andar de liso abrazándome. - la tormenta en el interior de ella era irracional, por un lado, mencionaba su negativa a un hogar y por el otro, empezaba a cortar las distancias físicas entre ellos. Comenzó a cruzar el límite social de la próxemia entre amigos.

- Déjame terminar- ella continuó mirándolo fijo y desafiante- mi madre le llama a todas mis decisiones “una huida”, ¿te imaginas si se entera de que en medio de este rincón del mundo te encontré?

- ¿Qué quieres decir?- la sombra de la duda se asomaba en su semblante.

- Eres la única mujer que me ha arrastrado tras de sí.

- ¿Y eso me hace especial?- preguntó con ironía.

- Más que eso, te hace única- su mano acariciaba suavemente con el vaiven del agua su cintura.

- Soy una persona común y corriente.

- Para mí no… Gracia solo puedo prometerte una amistad, no sé cómo decirte esto, pero, aunque solo pueda tenerte a mi lado como mi amiga, eres muy especial y mi afecto por ti se está volviendo cada día más grande. Te quiero conmigo siempre - Suspiró.

- Especial porque te atraigo. No lo suficiente para algo más que una amistad- después de pronunciar esas palabras se arrepintió al instante.

- No eres especial, eres única, es difícil de explicar, mi madre lo haría mejor. Eres única para mí- en silencio la contempló- no es mi intención hacerte daño, en todo lo que pueda guardar tu corazón lo guardaré, esa es la razón de serte claro.

  • Hay cosas que para una mujer no son suficientes. En ningún momento esperé nada de ti… tu sinceridad está creando un caos en mi mente. Por favor, suéltame y dejemos todo como si no hubiese pasado- empujó sus brazos.
  • ¿Mi amistad no te bastaría? - un asomo de tristeza se reflejó en su mirada.
  • Si llegaras a meterte en mi corazón por tus estúpidas acciones entre la ternura, la insinuación y la dedicación hacia mí- se atrevió al fin a hablar con claridad no solo para él, sino también para ella- una amistad representaría un tormento para mi corazón.

La joven se separó de inmediato de su jefe. Se sentó en la orilla y respiró con profundad hasta calmarse: “no me dejaré confundir”.




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