Camino A Casa. En ti encontré mi hogar

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Le dolían los pies. Caminó hacia talento humano donde firmó el documento. Gerardo iba tras ella como si le interesaran las gestiones laborales del área, habló con algunos de los empleados mientras a lo lejos la veía leer y escribir. Dejó que tomara la delantera al salir del recinto, cuando confirmó que se dirigía a su lugar de trabajo, regresó a la oficina donde le pidió a la señorita Gómez que llamara a Turismo para que le enviaran a alguien que estuviera desocupado, sabiendo que su Niña linda ya había cumplido con su jornada laboral de medio tiempo.

Gracia llegó con una sonrisa donde su amiga.

- Hola, cuéntame en para que soy buena.

- Querida, eso lo sabrá el jefe, no pensé que te enviarían a ti, necesita a alguien de tu área.

- Ahhh… tan raro, la jefa llegó directo a mi cubículo.

- ¿Estabas estudiando?

- Si, leyendo la guía número 10 del ministerio.

- Debe ser eso, eres la única que cumple con medio tiempo, así no saca a los demás de sus labores- afirmó la señorita Gómez.

- Dime la verdad, ¿anda de mal o buen humor? - inquirió Gracia, temiendo por su actitud durante el recorrido con el operador de equipos de patio.

- Igual que siempre, atareado como él solo- suspiró.

- Bueno, cuando quieras me anuncias, espero que no se moleste de que me hayan enviado a mí, es que apenas si conozco las operaciones de Turismo.

Así, después de ser anunciada pasó a la oficina de Gerardo quien no se encontraba sentado en su escritorio sino en un espacioso mueble lateral revisando unos documentos esparcidos sobre una mesa de centro.

- Buenas, señor me envían de Turismo – dijo con formalidad e imparcialidad.

- Hola, cierra la puerta- no levantó la mirada- ven siéntate deseo consultarte algo.

Inocente, la muchacha se sentó a su lado, fuera por la invitación o la confianza anteriormente generada entre ambos, la situación la tomó desprevenida, tal y como el gerente se esperaba.

- ¿Qué logras observar en este punto? - le señaló con tono preocupado.

Ella se acercó un poco más con curiosidad pensando encontrar algún problema en las imágenes.

- Es la bahía, no sé qué más deba observar, hay un par de islotes y las respectivas embarcaciones. Sin embargo- decía mientras observaba- nada que pueda decirle desde mi área de trabajo.

Repentinamente el brazo derecho de Gerardo la rodeó, sujetándola de la cintura con fuerza mientras se ladeaba hacia ella. Un cosquilleo inundó el estómago de la joven, quien al levantar la cabeza quedó de frente a él.

- Yo veo tu bonita cara en todos lados- con la otra mano acarició su mejilla- no deja que me concentre en nada. No soporto que me ignores. Te llamo, te escribo, te busco y solo encuentro un muro de indiferencia.

- Esto es acoso laboral- dijo titubeando Gracia- yo no tengo por qué responderle, no es mi jefe inmediato.

Su voz intentaba ser firme, en el fondo extrañaba sus intromisiones en su vida, sin embargo, las palabras del lunes habían quedado claramente talladas en su corazón. La cercanía de él era relajante, su insistencia era un refrigerio en su alma. Anhelaba que alguien como él se interesara en alguien como ella. Él siempre la buscaba, siempre la encontraba…”¿mi amistad no te bastaría?”; el eco de aquellas palabras retumbaba en su cerebro. Por su parte, él estaba al borde de quebrantar toda promesa solo por ir tras ella.

- No lo es si tú has consentido – le acarició su cabello castaño y suspiró- niña preciosa.

- No me gusta tu juego.

- Estoy en una encrucijada.

Algo en el interior de Gracia se envalentonó. Si él no podía decidirse… En su interior reflexionó, “siempre temerosa, siempre cuidando cada paso en mi vida y, aun así, siempre mal interpretada, o excluida. Se acabó, ahora el balón va a pasar a mi cancha.”

- Gerardo, ¿recuerdas que dijiste que soy única? – ahora ella acarició el negro cabello de él.

- Si.

- Te aseguro de que no sabes cuánto.

Lentamente se acercó mirándolo directo al profundo dorado de sus ojos, rodó la palma de la mano lentamente hacia su nuca, la piel del hombre se encendió en cada terminal nerviosa, los ojos de ella eran un profundo abismo negro en el que no sabía cómo se estaba perdiendo al punto de un hipnotismo absoluto. Sin presiones, la mano de la muchacha poco a poco lo fue acercando, al entrecruzarse los alientos ella lentamente cerró los ojos inclinándose levemente. Rozó sus labios con los de él, inició un imperceptible movimiento al cual el hombre respondió por instinto. Despacio, suave, los labios se aceleraron en un movimiento uniforme, la mano de él aferró la cintura de ella a modo de tenazas, la otra se desplazó hacia su nuca acercándola más. El cuerpo de Gerardo hervía en emociones contrarias, el corazón de Gracia se asustaba con su osadía.




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