Camino A Casa. En ti encontré mi hogar

47

Bajó del ascensor con las manos sudadas, los ojos cristalizados. Nina levantó la vista sorprendida de verla alterada, detuvo lo que estaba haciendo en su ordenador y se dirigió hacia su amiga.

- ¿Qué te ocurrió?

- Un turista…

- Gracia por favor vamos a mi oficina.

Gerardo acaba de llegar. Casi sintió que corrió para alcanzarla. Le abrió la puerta y la señorita Gómez quedo en la absoluta confusión. Vio a su amiga cabizbaja ingresar como corderito al matadero en la oficina. Al intentar reparar en el rostro del jefe, este ya le había dado la espalda.

Ya dentro, después de cerrada la puerta la muchacha intentó explicar lo ocurrido.

- Yo no….yo…

Gerardo no la dejó continuar tomándola fuertemente entre sus brazos en actitud protectora.

- No me debes ninguna explicación- suspiró- no me debes ninguna explicación- repitió casi en letanía.

Entre sus brazos ella empezó a sollozar, de golpe el miedo de ser acosada la embargó, el miedo de haber podido perder credibilidad ante el jefe se disipó y la sensación de agotamiento emocional aguantada en su pecho se desbordó.

Él sintió su cuerpo temblar contra el suyo. Acarició su cabello dejando que se desahogara. Después de varios minutos la separó de si para mirarla fijamente a los ojos. Esos ojos enrojecidos, negros como las profundidades de la noche.

- ¿Te llegó a tocar? - su voz era toda ternura, un mar de tranquilidad.

- No.

- ¿la propuesta fue explícitamente indecente?

- No

- Tranquila, no puedo denunciarlo, pero ya está advertido. Si en dos días cuando el barco vaya a partir se te acerca, no dudes en llamarme. ¿Entendido?

- Te agradezco, creí que mal interpretarías la cosas- dijo separándose al ver que aún estaban abrazados.

- Yo siempre te voy a creer- sonrió- ahora hay un pequeño problema.

- ¿Cuál? - se asustó.

- Acabo de decir a un desconocido en la cafetería que eres mi novia, no estoy seguro si algún empleado lo escuchó.

- Ahhhhh…- ella se alejó por completo dándole la espalda para poner su mirada en la perspectiva que le brindaba el ventanal de la oficina- lo siento. Si cualquiera me pregunta desmentiré le hecho.

- Y ¿lo del beso? – la voz del hombre se escuchaba preocupada.

- También lo desmentiré- respondió sonrojándose, pero firme.

- ¿Y si no quiero? - Gerardo la abrazó de espalda, ella se sorprendió- ¿si estoy arrepentido de lo que prometí a mis padres?

- Entonces ellos tomarán las decisiones.

- Pero yo ya tomé la mía.

Sin más preámbulos la hizo voltear y empezó con leve beso en la mejilla.

- ¿Me aceptas?

Le dio otro beso en la otra mejilla.

- ¿Qué quieres que acepte? - miraba los ojos dorados del hombre que poco a poco perdía cualquier noción de dominio propio.

Le rozó los labios con los suyos.

- ¿Quieres ser mi novia?

La besó, suavemente se humedecieron los labios. Poco a poco el abrazo se profundizó. Gracia sentía que su piel se encendía en un fuego interno incontrolable. Gerardo se sentía completo, su cuerpo junto al de ella parecían fundirse, la abrazaba cada vez con más fuerza, perdía el aliento. Se separó levemente para insistir.

- Respóndeme por favor.

- Si no quiero responder- dijo ella en un suspiro.

- ¿A qué le tienes miedo?

- A que enfrentes a tus padres, sé que ellos vienen. No quiero meterte en problemas.

- ¡Nina! - se pasó las manos por el cabello que igual se regresó rebelde a su posición inicial sobre la frente del jefe.

- Si.

- Tienes una espía en mi oficina- sonrió- astuta niña posesiva.

- ¡Eso no es cierto! - lo empujó medio molesta- no me acuses de algo así.

- Tú- le tocó la punta de la nariz sujetándola con la otra mano para que no lo volviera a empujar- puedes preguntarle a mi secretaria todo lo que quieras. Solo a ti te doy ese derecho. Lo que ella no te pueda responder pregúntamelo a mí.

- Mide el alcance de todo lo que me estas autorizando ¿Para qué quieres que sea tu novia? - dijo pensando en aquella fatal conversación.

- No es un para qué, es un por qué. Simplemente Te amo.




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