Camino A Casa. En ti encontré mi hogar

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Nina se sorprendió al ver en frente de su escritorio a la pareja. Eran de mediana edad, el hombre de cabello negro a rape, de elevada estatura, complexión fuerte, ojos grises. La mujer esbelta, rubia de ojos ambarinos. Ella sonreía amable, él esperaba a su lado en silencio.

- Buenas tardes señorita- dijo la mujer con acento extranjero- ¿puede anunciar la llegada de Sandra y Fedor a su jefe?

- Buenas tardes, disculpen, ¿ustedes tienen cita agendada para hoy? - preguntó en su conocido tono de secretaria responsable y profesional.

- Querida- la sonrisa continuaba siendo amable, Nina sintió que cualquier preocupación respecto de los visitantes era injustificada y respondió con una sonrisa- por favor, no nos hagas esperar, anúncianos.

- Si señora con gusto, un momento- de inmediato se acordó de su amiga entrando asustada a la oficina del señor Gerardo, si, era pertinente interrumpir si eso podía salvar a su amiga de cualquier regaño.

La señorita Gómez tomó el teléfono y marcó el respectivo número.

En la oficina, Gracia se sobresaltó al sentir el tono del aparato retumbar en medio del silencio que las palabras de Gerardo generaron. Éste, displicentemente levantó el auricular.

- Ahora no, señorita Gómez estoy ocupado.

Colgó, invitó a su Niña linda sentarse frente al escritorio. Ella deseaba descansar de todo, por ende, aceptó el ofrecimiento.

- ¿Me vas a poner a rogar? – sonrió con mirada penetrante.

- ¡No me mires así!

- ¿Cómo? - soltó una risita por lo bajo.

- Como cazador mirando a su presa….

Los interrumpió nuevamente el teléfono. Él con expresión de fastidio lo levantó. Nina se apresuró a anunciar para que no le colgara.

- La señora Sandra y el señor Fedor desean pasar a reunirse con usted.

Dentro de todas las ironías de la vida esta no podía ser peor, el mundo se le vino de golpe. Sus padres estaban esperando afuera.

- Un momento señorita – luego se dirigió a Gracia- mis padres están afuera.

La muchacha dio un salto de la silla.

- No te vayas, te voy a presentar.

- No soy tu novia.

- Pero si mi amada- sin más se dirigió a su interlocutora telefónica- señorita hágalos pasar.

El mundo de la chica se le vino encima. Iba a ser presentada ante dos completos extraños como la mujer a la cual su hijo se aferraba. Sintió asfixia, el aire le faltaba. La amplia oficina de Gerardo era opresiva.

La puerta se abrió y vio las dos figuras ingresar con la misma imponencia característica de su hijo.

- Hijo, ¿qué ocurre aquí? Casi no se puede respirar. - la mujer escudriño el lugar y luego sonrió con amplitud - calmen los animas por favor.

Instantáneamente el aire volvió a los pulmones de la chica, se relajó al instante y la sofocación del lugar se dispersó. Los recién llegados miraban expectantes a su hijo y a la muchacha, analizando la situación encontrada. Bien podría ser una empleada regañada bajo algún efecto secundario del don aun no confirmado de su hijo.

- Padres- Gerardo inclinó la cabeza, antes de hacerlos pasar se había colocado de pie- bienvenidos a mi lugar de trabajo.

- Hijo- respondió de la misma manera el hombre.

- Querido, siempre es un gusto poder saludarte en persona. – Ella lo abrazó salvando el límite impuesto por el escritorio. - Deja a tu empleada en paz y ponte a nuestra disposición.

Gerardo, que conocía bien a su bella amiga sabía cuan negativo y doloroso podrían llegar a ser las palabras de su madre para ella.

- Madre, te presento a Gracia, quien no se encuentra en este lugar por ser mi empleada, sino por ser la persona que se me ha metido en el corazón.




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