Camino A Casa. En ti encontré mi hogar

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Sandra sintió que en Cualquier momento perdería el control.

Rápidamente sujetó el brazo de su esposo antes de que pudiera expresar cualquier palabra. Trató de asimilar la noticia, escudriñó a su hijo con esa penetrante mirada característica de quien puede conocer a los demás con un solo escrutinio. Luego, con el miso silencio se volteó a mirar a la muchacha parada junto a la silla enfrente del escritorio.

Ojos negros, profundos, inteligentes, analítica, cabello castaño, piel blanca, no más de metro cincuenta, casi una niña, asustadiza. Si, una muñequita a quien proteger. Fue la conclusión de la mujer.

Por su parte Fedor, era un volcán a punto de erupcionar. Su único hijo, desterrado a voluntad se saltaba cualquier protocolo al enamorarse de una mujer de sangre común. Peor aún, de las nuevas tierras. La poca calma que le quedaba en su ser era debido a su esposa. Quien ya estaba al límite de su influencia.

- Hola niña, - saludó cortés- mucho gusto, soy Sandra, la madre Gerard. Y él es Fedor, su padre.

- Gracia Pedroza, un gusto conocerlos- miró a Gerardo asustada y suplicante- creo que en este momento sobro, con permiso.

- Le agradezco la cortesía- dijo con una hermosa voz profunda, el padre del muchacho.

- Espera- interrumpió- te acompaño a fuera, padre, madre, siéntense, no me tardo.

Tomó de la mano a la jovencita conduciéndola con delicadeza fuera de la oficina donde, sin reparos ante la señorita Gómez la detuvo frente a él.

- No te asustes- sonrió con ternura- ellos no son tan arrogantes como parecen, están muy ligados a las tradiciones y de alguna manera prevenidos frente a mis decisiones, hace cinco años que salí de nuestra patria y me he negado a regresar año tras año. Es normal que las tensiones sean fuertes.

- Yo entiendo, no te preocupes, igual, aunque tu presentación haya sido tan explícita no es vinculante. A lo mucho te van a pedir que te alejes de mí y eso ya lo hice yo.- la tristeza era profunda- reitero mi gratitud por lo del turista. Suerte.

- No mujer, hoy en la noche te paso a buscar.

- No insistas, además, me toca el turno en la clínica.

- De alguna manera mi niña linda, de laguna manera esto se arreglará.

- Chao jefe.

Nina no observaba la escena. De frente a su computador escuchaba atenta. Su amiga le debía algunas explicaciones. Muchas cosas en menos de una hora. El jefe se regresó a atender a sus padres, la chica de turismo caminó hasta su puesto de trabajo.

- ¿Nos explicas lo que acaba de suceder? - le preguntó su padre.

- Sandra, Fedor, les acabo de presentar a Gracia, la mujer de la que me he enamorado y la que me tiene casi loco ya que no me acepta por miedo a ustedes. Quienes acaban de demostrar que no está equivocada.

- Deja de ser tan impertinente- dijo el hombre levantando un poco la voz- tienes deberes, has prometido ante nosotros que no tomarías esposa, lo que nos forzó a cancelar cualquier plan de arreglo de tu matrimonio. ¡Tienes obligaciones! ¡Posees deberes con la gente a la cual perteneces! ¡Tienes una herencia por la cual velar!

- Padre- dijo calmado y sonriente, pues sabía que esto desquiciaba a su progenitor- a mí nunca me ha interesado el dinero, mira, lo he logrado solito, sin un centavo de su ayuda, hasta ya se hacer sopa de pollo,… ahhhh y me lo enseñó ella precisamente.

- No se trata de dinero, tienes responsabilidades que superan los intereses netamente económicos, eso es una simple añadidura- dijo Fedro a punto de perder la paciencia.

- Pero como yo no tengo la más mínima idea de eso a lo que tantas veces te has referido, no puedo aceptar algo que desconozco y que por ser oculto me genera aún más desconfianza- El tono pasó de risueño a serio.

- Te he dicho siempre que todo lo sabrás cuando decidas iniciar tu entrenamiento.

- Y yo te dije que no. Eso implica que decidas por mí.

- SOY TU PADRE…- Sandra había llegado a su límite.

- ¡Basta!  - la sonrisa de la mujer desapareció- veníamos a negociar tus términos, no queríamos que te vincularas emocionalmente en estas tierras, darte espacio. Compartir contigo.

- Madre no intentes disfrazar las intenciones que los trajeron hasta mí. Están decididos a que yo regrese al antiguo continente.

- Yo solo deseo recuperar a mii hijo

Fedor se quedó en silencio, ambos tenían razón.




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