Camino A Casa. En ti encontré mi hogar

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Las conversaciones con el jefe-jefe siempre quedaban inconclusas. El mesero llegó con el pedido, Nina regresó, la conversación cambió de rumbo, más que nada a aspectos laborales y entre mirada indiscretas e insinuantes de su compañera ante las atenciones de él pasó el tiempo de almuerzo.

Y es que cuando Gerardo deseaba ser un caballero realmente cautivaba a cualquiera. Su mirada siempre atenta sobre ella, su sonrisa siempre amable, sus manos dispuestas a pasarle cual quiera utensilio distante en la mesa. Hasta las palabras eran suavizadas en presencia de Gracia. Nina era testigo de un absoluto cambio de su jefe, el grandioso gerente general a quien nunca se le conoció pareja en la empresa ni fuera de ella.

- Amiga, ¿por qué te dejas agredir verbalmente por las insinuaciones de Lara y sus compinches? - preguntó interesada.

- Soy nueva en el puesto, y aquí el señor tiene culpa de lo que me pasa- dijo señalándolo y volteando los ojos- primero el cambio de puesto, después la beca, ahora lo del beso y andar diciendo que soy su novia. Es obvio que iban a surgir rumores.

- Pero no debes dejar que te intimiden.

- ¡No hables! - Gracia había notado que el hombre iba a intervenir, señalándolo con el dedo impidió que iniciara- sabes que tengo la razón. ¡Ayyyyy… Gerardo eres desesperante! Sabías que esto me podía suceder, eres el sueño de todas las empleadas, yo no puedo luchar contra todas las insinuaciones, coqueterías y malas caras de tus admiradoras.

¡No te rías Nina!...

- Me da risa, tengo derecho a ser feliz.

- No digas nada que a ti también te gusta él. - Gerardo abrió los ojos como platos ante la actitud desesperada de su niña linda.

- Sabes que eso es algo platónico- dijo haciendo un gesto con la mano restándole importancia mientras el aludido sentía que los colores s ele subían levemente a la mejillas- si tú no tienes nada con él no debes temer de nada. - a Gracia se le puso la cara roja al recordar que el primer beso de ambos lo inició ella.

- Me disculpo por todos los inconvenientes, la verdad, no me interesan las otras mujeres, solo tú- Gerardo interrumpió tomando su mano sobre la mesa aprovechando el sonrojo de ella, se cansó de ser el interlocutor excluido. - De verdad te quiero, aunque no lo creas me afecta verte desesperada por la situación. Sin embargo, no voy a esconder de nadie mis intenciones contigo. Así que lo asumes- sonrió con picardía- voy a estar siempre allí para ti, te protegeré siempre que pueda, no me pidas que me aleje, no lo voy a hacer por más que me rechaces con tus argumentos sin sentido, porque yo siento que también te agrado.

Y sin más le besó el dorso de la mano haciendo que la muchacha sintiera que todo su cuerpo se derritiera ante sus ojos sinceros. Así, de la manera más medievalezca posible cerró la discusión obligándola a pasar el tema.

Luego del almuerzo regresaron a la empresa y él la acompañó hasta su cubículo donde se quedaría estudiando.

- Te veo mañana. Hoy debo lidiar con mis padres.

Ella asintió sintiendo a modo de radar todo el ambiente alrededor. Era una sensación extraña el saberse observada y señalada, mientras disfrutaba de todo lo que la mirada de Gerardo le decía, era una invitación permanente a dejarse amar.

Él la besó en la mejilla para su sorpresa, retirándose a la oficina con su habitual sonrisa de triunfo.

Por texto, le informó de la reunión con su padre y le pidió que esa semana participara de un par de encuentros con ellos: una cena y una salida a las islas del rosario. Advirtiéndole que se mantuviera alerta en la empresa ya que al conocerlos sospechaba que en cualquier momento irían de visita.

Tal cual, ocurrió al día siguiente, durante el tiempo del almuerzo, cuando el gerente general se presentó en el restaurante acompañado de sus padres. El personal reparó en cada detalle, conocer algo de la vida del misterioso extranjero era todo un acontecimiento.

Gracia trató de esconderse bajando la cabeza para evitar de que se sentaran con ella y Nina. Sin embargo, mientras a ella todo le atemorizaba, Gerardo era experto en desafiar los contextos sociales. ¡Derechito a su mesa!

- Hola preciosa- le saludo con un beso en la mejilla que al parecer se convertía en algo habitual.

Los padres saludaron con amables palabras de cortesía. Sandra observaba tratando de mantener la situación bajo control y Fedor tenía esa mirada de “todo lo analizo”. Ambos percibieron que la chica no los miraba directo a los ojos y que su hijo era quien tomaba la iniciativa: saludo de beso, tomarla de la mano, acariciarle algunos cabellos. “Definitivamente ella le gusta”. Decidieron hacer la invitación formal a la cena y las islas.




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