Camino A Casa. En ti encontré mi hogar

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El día de la cena llegó. Gerardo decidió citar a sus padres en el apartamento donde él habitaba desde que se instaló en la ciudad, así, Gracia se encontraría en un ambiente que le era familiar. Los alimentos fueron pedidos a un restaurante que pudiera satisfacer los gustos de su padre y le pidió a Gracia que llegara media hora antes de manera que se sintiera en confianza y no como la visitante.

Al llegar ella la recibió con un abrazo en la puerta.

- No sabes cuánto me alegra que estés aquí conmigo- suspiró mirándola a los ojos.

- No sabes cuán difícil es esto para mí- rodó los ojos entrando por completo al lugar.

- Igual para mí. Ven acá, la atrajo hacia si en el mueble de la sala. No te dejes, recuerda que cuando te atreves eres valiente, maravillosa y cautivadora.

- ¿Eso desde cuándo? Hasta donde sé, siempre tengo miedo de todo lo relacionada con mis interacciones sociales- se recostó en el pecho del hombre, su cercanía se le estaba convirtiendo en algo natural.

- Cuando sustentaste el proyecto, cuando te enfrentaste a Raquel y luego sencillamente empezaste a ignorar la situación, cuando me desafiaste por asignarle el proyecto a María José y dejaste de hablarme, cuando llegaste de primer lugar en la carrera de relevo en nado durante la koinonía, … cuando me besaste para dejarme paralizado con tu frase “solo quiero que seas mi amigo” en venganza por mi insensatez.

- Ayyyy…noooo- dijo cubriéndose el rostro con ambas manos- debido a eso se te ha hecho costumbre violar los límites físicos de la amistad.

- No soy el único- dijo apretándola más fuerte contra su pecho.

Ella se puso de pie rumbo a la cocina para tomar un vaso de agua, Gerardo se reía a carcajadas que llegaban hasta el pasillo, caminaba con picardía hasta donde ella se refugiaba tras el agua que ingería.

- Entonces dime que sí.

- No te voy a dar una respuesta de la que no esté segura. - esos ojos desafiantes, esa boca que provocaba, el muchacho estaba vuelto un lio entre sus emociones.

- No me hagas sufrir tanto, yo siempre me he portado bien contigo-  amable, atento, hasta tierno, pensó.

Dejó que se acercara para abrazarle de la cintura mientras él la sujetaba y acariciaba su rostro con ambas manos.

- La prisa trae cansancio.

- Yo te amo.

- ¿Y si vamos demasiado rápido en todo esto?

- Yo no tengo miedo, sé que eres tú la persona indicada para mí, ¡hasta me enfermo cuando te molestas conmigo ¡- le besó suavemente en la comisura de la boca.

- Deja de inventar.

-  La ciencia ha comprobado que las emociones influyen en la salud física. - ella le restó importancia con un gesto de la mano.

- Y si aceptas marcharte a tu tierra, ¿cómo quedará mi alma si te entrego mi corazón y luego te vas?

- Mi tierra será la que tu tengas por tierra, no me pidas que me aparte de ti, a donde quiera que tu estés quiero estar. Allí es mi hogar, donde tú te encuentres. Quiero perderme cada día de mi vida en tus ojos, refugiarme en tu pecho, abrazarte sin descanso…

En ese momento la puerta de la sala se abrió de par en par, los padres de Gerardo escucharon las palabras de su hijo dirigidas a la muchacha que lo miraba fijamente sin temor alguno del que evidenciaron dúrate el almuerzo dos días antes.  Fedor notó una leve brisa con olor a mar que envolvía el ambiente. Ambos estaban encerrados en una burbuja de aire casi que imperceptible a la vista.

Sandra sintió que el corazón se le oprimió al oír la declaración de su hijo, casi perdió el control de sí misma al sentir que los ojos se le llenaban de lágrimas. Su único hijo declaraba en ese momento que su hogar era con aquella jovencita.

Tanta paciencia desperdiciada. Cinco años esperando su retorno, perdidos debido a que, sin darse cuenta, realizó un vínculo emocional con una mujer del nuevo continente.

Entre la tierra bañada en sangre de esta ciudad y Gracia le estaban haciendo caer todo su conocimiento como un castillo de naipes, todas sus esperanzas en su hijo. ¡Qué sería de su patria!




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