Camino A Casa. En ti encontré mi hogar

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Cada vez que miró el teléfono aparecían en la pantalla notificaciones de los mensajes de él. Caminó por más de una hora con paso suave desde Manga hasta el centro. Llegó hasta la zona en la muralla donde le gustaba tomar fotos del atardecer. Sentada allí, mirando el mar romper contra las rocas en la negrura infinita que se pierde en el océano descargó su dolor.

Cuando sintió en su alma algo de reposo se dio cuenta de las 31 llamadas perdidas y el sin nuero de mensajes provenientes todos del mismo chat. Suspiró resignada a no dar marcha atrás a su decisión, esa señora no la merecía como parte de su familia. Se repetía una y otra vez, humilde pero echada para delante.

- ¿Dónde estás?

- Contesta por favor.

- Te he llamado no sé cuántas veces.

- Responde por favor.

- Gracia, por Dios, deja el orgullo, necesito encontrarte.

- Por favor, en cuanto estés lista llámame.

- ¡Ha pasado más de media hora, gracia por Dios!!!!

Así eran los mensajes uno tras otro, al final encontró el último mensaje de quince minutos antes.

  • Mi niña linda, espero que tu corazón encuentre paz y puedas desahogarte. Te prometí cuidarte y ante el primer desafío permití que te destrozaran. Perdóname. Sé que necesitas tiempo para pensar, sé que no me responderás ni me llamarás por más que lo intente. Tú eres así: testaruda, desafiante, firme en lo que decides. Te suplico que no tomes una decisión respecto de nosotros, nadie dijo que sería fácil para mis padres, llevo lejos de ellos muchos años, prácticamente los abandoné huyendo de mis responsabilidades, las que realmente no tengo claras.

 Tienes razón, no puedo seguirles faltando el respeto con mis decisiones, pero espero que entiendas que también quiero decidir por mí mismo respecto de mi vida. Junto a ti me siento en paz, en tu ciudad me siento tranquilo, me gusta mi trabajo, y desde que te descubrí allí escondida y distraída tras ese lápiz en tu boca, esa empresa me gusta aún más, porque sé que tu estas allí, en algún lado.  Es una aventura cada día descubrir tu rastro, verte sonreír a lo lejos cando hago la supervisión de equipos de patio.

Me gusta hasta tu iglesia con todo y los defectos de Raquel, porque allí puede empezar una verdadera amistad contigo. Uso cada vez que puedo la camiseta que escogiste para mí solo por evocarte.

Te amo, es en serio, te amo. No renuncies a mí, yo no lo haré contigo. Mi corazón te pertenece. Nunca ha tenido otra dueña. En el fondo siempre he sabido que si llegaba a amar seria para siempre.

Odiaba cuando él era así de cursi, el corazón se le aprisionó. “Tampoco ame antes, por eso duele tanto Gerardo”. Pensó.

Fue una noche dura, seguido de un día duro. Durmió poco. Su madre le notó en el rostro las marcas del dolor.

- ¿Qué te hizo tu jefe? - la pregunta fue directa.

- No fue él. – estaba desayunando para irse a la empresa- Fue su madre. Simplemente es apegada a sus tradiciones.

- Ella no sabe cuán grande eres- sonrió- ¿él te defendió?

- Si- sonrió levemente- todo el tiempo.

- Si te pone por encima de los demás, va en serio- le colocó en la mesa el café con leche.

- Mami eso no es lo que quiero, quiero que su familia me acepte para que luego no sean un tormento en mi relación. No quiero una relación fracasada como la de Keren.

- Lo sé. Tampoco quiero que te suceda algo así.

La conversación fue corta. Su madre era así en todo lo tocante a los sentimientos de sus hijas. Consideraba que dejarlas decidir era parte de su proceso natural de abrirse camino en la vida. Solo orientar desde las bases éticas, el triunfo o la derrota debería depender de ellas, por más que le doliera el corazón cuando percibía marcas de dolor en sus miradas. Un consejo debe ser franco, no una carga emocional.

Ninguna podría decirle jamás “esto o aquello es tu culpa”. No obstante, siempre contarían con ella para celebrar o recoger lo pedazos.




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