Camino A Casa. En ti encontré mi hogar

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El lunes temprano, Gerardo tomó camino hacia la empresa con una sonrisa imborrable de su boca. Estacionó su vehículo y se dirigió a la entrada de los empleados del área de turismo. Caminó tranquilo entre los trabajadores, quienes miraban al gerente general empezar su día precisamente en su área. Muchos empezaron a pensar que estaba supervisando la hora de llegada y el inicio de la jornada laboral de ellos.

Lara se emocionó con solo verlo. Era su sueño de hombre. Junto con sus amigas instalaron sus poses completamente erguidas frente a sus escritorios y sus hermosas sonrisas ensanchadas a más no poder, sonrisas que estaban entrenada para atender a cada persona que ingresaba proveniente de los cruceros.

Al pasar por su lado, el encantador hombre saludó con un cortés buenos días continuando su camino. Lara aprovechó el momento para dirigirse a él.

-Señor, disculpe, ¿puedo hacerle una consulta? - ella sabía que desde su posición sentada su pecho talla XL en camisa ligeramente abierta, era una tentación en la que todos los hombres caían.

-Dígame- Gerardo mantuvo la distancia para establecer perspectiva y mirarla directamente a los ojos. Esto la descolocó un poco, pero continuó.

-Bueno, es que ya la próxima semana es la semana santa y por lo general el área administrativa no trabaja jueves y viernes santo. Por eso estamos organizando un paseo al rio Guatapurí, entonces deseamos extenderle la invitación- la sonrisa coqueta tomó posesión de todo el rostro de la muchacha.

-Generalmente estoy ocupado para esas fechas- inició el rechazó a la invitación, sin embargo, ya Lara estaba de pie frente a él interrumpiéndolo.

-Señor, una integración es una buena oportunidad para que los empleados vean que se interesa por conocerlos mejor- disimuladamente la muchacha había colocado la mano ligeramente en su antebrazo, haciendo que Gerardo la mirara desconcertado y tirara ligeramente de su brazo para zafarse de la atrevida mano.

Lo que desconocía era que en el momento en que la muchacha se había puesto de pie, Gracia Pedroza ingresaba al área en zapatos tenis, pantalones de dril y camisa negra suelta casi corriendo para no pasar por retrasada en la hora de inicio d elabores.

Observando la escena una mezcla de emociones la invadió al ver a su prometido de espadas, conversando con la empleada que en algún momento, semanas antes, le intentó intimidar por el rumor del beso y el noviazgo que en esos momentos era falso.

La ira, el desconcierto y los celos se mezclaron en un pecho a estallar cual torbellino en altamar. Gerardo le estaba respondiendo algo que ella no podía escuchar.

- Señorita le ruego el favor no volver a tocarme. - su rostro era una piedra, mármol frio de lapida de cementerio.

-  No se lo tome a mal, aquí en la costa somos así.

-  Yo no soy de acá, mantenga la distancia social permitida entre jefe y empleada.

-  Señor no se ponga así que usted sabe bien que….

-  Bueno días- interrumpió la niña linda y al gerente se le subieron todo lo tonos a la cara, reacción que no pasó desapercibida a los demás empleados que observaban discretamente los sucesos. – señor, ya tengo en mi cubículo el reporto que solicitó la semana pasada.

Miró el rostro de su novio,”ayyy Dios, mi novio, hasta suena raro en mi cabeza”, directo a los ojos, sin sonrisas, sin saludos personales.

-  No interrumpas Gracia, estamos hablando- Dijo Lara en tono desafiante.

- No te preocupes, quise aprovechar la oportunidad de no subir a la oficina de gerencia hoy. Con permiso- sin mirarlo se retiró, sabía que él la seguiría.

-  Con permiso señorita Lara, espero que no vuelva a suceder. Ahhhh… y mi respuesta continúa siendo no.




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