Camino A Casa. En ti encontré mi hogar

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- Amor, no te molestes- dijo Gerardo sentado frente a ella en el respectivo sitio de trabajo. Una ira a un tris de estallar la obligaba a callar mientras le entregaba una carpeta mirándolo a los ojos con los ojos en un negro cada vez más profundo.

- Recibe esta carpeta, no la pediste, pero igual en algún momento Nina hará la solicitud de esta información, no quiero quedar como mentirosa ante quienes me miran en estos momentos. – dijo con voz totalmente seca.

- La mentira es pecado niña linda, - sonrió algo nervioso, sabía que desde afuera la situación con Lara se observaría algo comprometedora. - los celos pueden ser engañosos- al tomar la carpeta le sujetó al mano acariciándola con suavidad en un intento de calmar los ánimos de su prometida.

- Gerardo- suspiró- no estoy enojada contigo porque desconfíe de ti, estoy incómoda con la coquetería explícita y vulgar de ella. Me molesta es que no previeras la situación sabiendo que Lara intentó provocarme antes, precisamente porque tú eres el pez gordo la que quiere atrapar.

- Lo siento, no pensé que se atrevería a poner su mano en mi brazo, te aseguro que mantuve la distancia- aún le sostenía la mano- deja de encolerizarte, que esos ojazos profundos van a hacer que te bese aquí mismo- le sonrió con picardía al darse cuenta que la frase surtió el efecto esperado, Gracia se sonrojó y dejó de mirarlo.

- Gerardo, no estoy para lidiar con las mujeres que intentan coquetearte todo el tiempo. - ya estaba encendiendo su ordenador.

- Te espero en mi oficina en una hora, puntual- lo dijo colocándose de pie mientras le guiñaba un ojo.

“Se ve tan linda cuando se enoja…” Iba pensando de camino a su lugar de trabajo, de tope recordó la ausencia de ésta su secretaria aun contaba con dos días de permiso. “¡Dios que haré sin la señorita Gómez!”

Se puso a realizar llamadas, entre estas y el correo electrónico de la empresa se le pasó la primera hora del día. Escuchó los golpes ligeros en la puerta parándose de su silla para abrir la puerta, viendo de pie frente a él a su chiquilla preciosa aun con cara de furia.

- Entra.

Al cerrar la puerta la abrazó, en un impulso salvaje la besó directo en los labios atrapándola junto a todo su cuerpo. Ella le correspondió de inmediato con un suspiro involuntario. La cargó colocándola sobre el escritorio sin soltar sus labios. Lentamente metió su mano debajo de la camisa de ella acariciándole la espalda baja. Inicialmente Gracia se entregó a cada caricia, pero de repente reaccionó separando su boca de la de él y sujetándole la mano. Puso frente con frente. Respiró profundo y luego le dio un beso a modo de caricia en esa boca ambiciosa de su novio sin bajarse del mueble donde este en impulso salvaje la había encaramado.

- No desvíes el tema- le dijo.

- ¿Cuál? - le miró directo.

- El de Lara.

 Allí no pasó nada- le besó la mejilla.

- Y espero que no suceda ningún otro desliz de parte de ella, por favor evita.

- Ok- le dio otro beso- te ves hermosa así.

- Gerardo, es en serio, mantén las distancias.

- Siempre lo hago, con la única mujer en mi vida que no me aguanto es contigo- nuevamente la besó, esta vez con ternura como si degustara de su boca.

- Gerardo, ya, no debemos estar así. Prudencia. Me voy.

- Esta noche voy a hablar con tus padres para pedir tu mano.

- Eso acá poco se usa. – dijo en una mueca incómoda.

- No me importa, hoy me esperas, te paso a recoger- le dijo serio recomponiéndose- ¡no llevas la argolla de compromiso!- anotó levantando las cejas acusatorio.

- Es que mis padres no lo saben, no creí correcto usarla sin decirles primero que tengo novio y acepté de inmediato casarme, pensarán que ya estoy embarazada, armarán una tormenta en un vaso de agua y se opondrán.

- ¡Mujer!!!!... yo no te he mancillado!!!... hoy voy contigo a tu casa, no se diga más. Quiero verte ese anillo puesto, que ningún otro hombre te mire como una opción de pareja

- Eso no ocurre, así es que no te precipites.

- Eso es lo que tú no sabes, pecas de una inocencia absoluta. Tienes más de un admirador- le dijo sin soltar el abrazo, acariciando su nariz embelesado.

- A ninguno soy capaz de ver.

- ¿Solo me ves a mí?

- Solo te veo a ti.




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