Camino A Casa. En ti encontré mi hogar

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Al final de la ceremonia el ministerio de alabanza entonó una canción de Jesús Adrián Romero, como regalo para la pareja. Durante el coro Gerardo volteó a mirar a Gracia diciéndole que se sentía identificado con esas palabras:

Contigo yo me siento como un héroe, tu amor es mi energía mi motor.

Y mi mayor hazaña es conquistarte,

Darte a ti mi amor por siempre

Y proteger tu corazón “

Sentía que todo era cierto, real, adecuado a su situación. Darse cuenta de que la amaba, tratar de conquistarla, pasar horas y hasta días con los desconciertos que le provocaban las acciones de ella para poder saberla ahora suya.

Al salir del templo llegaron los abrazos, las fotografías, los buenos deseos de los asistentes. La fiesta se celebró en el patio trasero, en ese mismo lugar para evitar los desplazamientos. La señorita Gómez se abalanzó sobre su amiga con lágrimas de alegría en su mirada.

-  Te mereces toda la felicidad del mundo- carraspeó para continuar- aunque sea con mi antiguo amor platónico- sonrió con picardía.

- No me vengas con celos después de la ceremonia, tú dijiste que ya lo habías superado- Gracia también sonreía.

- Aja… es que hoy se ve todo lindo. - suspiró en broma.

- La verdad, él siempre está todo lindo. Ven tomémonos la foto juntas.

Posaron ante la cámara. Luego se acercaron Johan e Isabella. Ella estaba hermosa en un vestido lila.

- Nuestros mejores deseos. Que Dios bendiga su vida juntos y les de sabiduría para superar cualquier obstáculo o prueba que en el camino se les presente. – Dijo la muchacha.

- Amen, Isabella- le dio un abrazo, al igual que a Johan quien aprovechó para decirle casi que al oído.

- Te voy a continuar amando. Espero que pueda superar esos sentimientos, mientras te deseo lo mejor.

- Johan, tú seguirás siendo especial para mí.

No pudo pronunciar palabras de consuelo, le partía el corazón ver la tristeza en los ojos de aquel chico dulce que siempre trató de hacerla sentir parte del grupo.

Por su parte Gerardo estaba en manos de su suegra. Sintiéndose apabullado por esos ojitos indígenas medio videntes de la mujer.

- No te atrevas a dañarla. Es mi hija mayor, se merece mucho y espero que realmente le des el lugar que le corresponde como tu esposa, que no permitas que nadie la importune, la menosprecie o me la hagan a un lado cuando este contigo y con tu grupo social. Acepté este matrimonio por fe en Dios, no en ti; por amor a ella que por fin se ha enamorado de verdad.

- Madre, haré lo mejor que pueda para no decepcionarla- dijo con los ojos al borde de las lágrimas porque se sentía como un criminal ante las palabras de la mujer.

- No me llames madre, no te lo has ganado aún.

Gracia lo rescató con una sonrisa amplia que le iluminaba el bello rostro.

- Mami, disculpa que te lo arrebate. Ya nos vamos y debo arrojar el ramo. - Lo hizo caminar enseguida, susurrándole- tómate en serio sus palabras, pero no te amedrentes, solo me protege. Cuando te ganes su corazón también lo hará por ti.

Al arrojar el lazo, se lo disputaron entre Nina y Raquel, siendo la ganadora esta última que andaba secretamente envidiosa y desesperada por no ser ella la de la boda. Una relación de más de cinco años sin propuesta debía ser presionada, hasta por un acto ritual tan tradicional como coger el ramo de la novia en esperanza de recibir la tan anhelada proposición de matrimonio.

Salieron del lugar a eso de las 11 de la mañana, ya que Gerardo había reservado vuelos a una ciudad de la zona cafetera donde pasarían la luna de miel lejos del calor de la costa en una cabaña eco turista. Cercana a baños termales, el nevado, fincas recolectoras y muchas zonas de camping. Realmente esperaba que la sorpresa fuera del agrado de Gracia, quien amaba el viento a la orilla del mar o desde la muralla, desconocía si el cambio de paisaje le gustaría.

Llegaron al apartamento. Tenían las maletas listas.

Se dispusieron a cambiarse de ropa para ir más cómodos en el avión. Al entrar juntos a la habitación él notaba a flor de piel los nervios de ella. Él inició su cambio de ropa, quitándose la camisa, a lo que la niña linda volteó de inmediato, nunca lo había visto con el torso desnudo. Tomó sus pantalones cortos y su camiseta para dirigirse al baño, recordando repentinamente que Keren era quien la había ayudado con el cierre del vestido. Tímida susurró.

- Por favor, bájame la corredera del vestido un poco- el rostro se le puso caliente de inmediato.

- Ya te colaboro niña linda. - respondió sin mirarla a los ojos.

Gerardo también estaba nervioso. Se había propuesto no tocarla hasta llegar al hotel donde había pedido una habitación especial para que la primera vez de ambos fuera eso, especia. Sin embargo, desde que llegaron al apartamento sintió que todo su dominio propio estaba quebrantado: anhelaba besarla sin parar; tuvieron una semana de compañía ajena permanente y ajetreos por causa de la ceremonia.

Ya se había colocado la camiseta cuando ella le rogó en un susurro aquel favor. Estaba asustada, era evidente.




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