Camino A Casa. En ti encontré mi hogar

CAPITULO 70

El tour a los termales quedó aplazado dados los acontecimientos informados en las noticias, sin embargo, la cabalgata a las fincas productoras de café y los parques temáticos asombraron la vista de la pareja, mientras durante los momentos a solas reconocían bajo el secreto de las sombras en la habitación los cuerpos que ahora se pertenecían mutuamente.

Los recuerdos sonrojaban a Gracia. Acostumbrarse a la mano de Gerardo, sus abrazos espontáneos o sus caricias fue un proceso a ritmo pausado. Probando comidas y besos, caricias y bebidas, abrazos y dulces la semana pasó a pasos agigantados. El regreso era necesario, pero no anhelado dado el temor a que ya la noticia de su unión matrimonial se hubiera filtrado en la empresa. No estaba segura de cómo responder a las miradas o envidias de sus compañeras. Recostada sobre el pecho de su esposo meditaba en sus pensamientos acerca de los cambios que ahora si se evidenciarían en sus estilos de vida.

- Estas preocupada- no era una pregunta, la afirmación no era evadible.

- Uju.

- Nadie tiene por qué meterse contigo, no hay ninguna política en los estatutos de la empresa que impidan nuestra relación.

- Pero sí la prudencia que tú no posees, y la sana comunicación entre los miembros del personal, que yo no poseo.

- No creo que te dejes llevar por tus impulsos- sonrió complacido al recordar la mención del término “tetas” usado por su esposa para cortar a Lara.

- Sabes que eso no es cierto.

- Es que no entiendo, generalmente rayas en la extrema timidez, pero cuando te sientes ofendida te descontrolas por completo.

- Yo no me descontrolo.

- Si tú lo dices no lo voy a refutar para evitarnos las discusiones. Igual el momento llegará y creo que sabrás que hacer, ponerle un poco de filtro a nuestras respuestas nunca sobra.

- Estoy a tris de morderte solo por ofenderme.

- Ofrezco mi cuerpo a tal sacrificio- expresó Gerardo a carcajadas.

- ¿Por qué no le dijiste a tus padres de nuestra ceremonia matrimonial? - era una pregunta que llevaba una semana atascada en su garganta.

- Mi padre fue quien me dio el anillo que llevas. Me conoce, igual no regresaría dado que tuvo quebrantos de salud. A Sandra, por su parte, hay que darle tiempo.

- No fue justo con ellos de tu parte el comunicarles, si tuviste la decencia de pedir permiso a mis padres debiste hacerlo también con ellos. Me siento una traidora- y era cierto, el recuerdo del rechazo de su ahora suegra dolía, sin embargo, la omisión de Gerardo era una confirmación de su condición de nuera inaceptable. - ¡Dios, en qué líos me he metido!

- En uno lleno de besos, abrazos, amor- respondió Gerardo con total naturalidad.

- Incertidumbre, rechazo, murmuración- suspiró.

- Todo lo que mencionas tiene causas externas a los directamente implicados en esta relación, en unas horas estaremos pisando nuestro hogar y te ruego que dejes todas esas emociones negativas aquí y ahora. Ya nos casamos, aceptaste con total y absoluta seguridad, no dejes que los demás condicionen nuestra felicidad.

La mirada de su esposo era una súplica silenciosa. Ella era feliz a su lado, de eso tenía la absoluta certeza, y él tenía razón en cada argumento, definitivamente Gracia no podía dejar que el temor la esclavizara.

***

El vuelo, transcurrió de manera normal, un poco de turbulencia al inicio que se estabilizó al rato, mientras la pareja durmió para poder relajarse.

Al llegar al apartamento, se despojaron de la ropa para clima frio, se asearon, dedicándose a acomodar las pertenencias de ella en las diferentes dependencias del aparta estudio. Su esposo le ofreció pasarse a un apartamento más grande, y poner ese a la venta, pero allí, en ese pequeño espacio, él la hizo sentir perteneciente al mostrarle a sus padres que ellos eran invitados de los dos; bueno, esa noche nada salió bien, es más, todo salió pésimo, sin embargo, en medio de todo, el recuerdo de hacerla sentir a ella anfitriona de la cena que nunca ocurrió le dio la valentía para desear quedarse. Además, la vista de la bahía le traía a la memoria la integración del ministerio juvenil en la playa, donde Gerardo comenzó a insinuar sus sentimientos por ella. Habían pasado meses, todo se sentía tan lejano y tan resiente, como si la vida se le convirtiera en una montaña rusa de situaciones lentas que llevaran a la precipitación de otras.

Mientras Gracia desempacaba y acomodaba su ropa en la habitación, Gerardo la contemplaba desde la cocina donde preparaba el café. Es tan bella, suspiró, al pensar en cada parte de su piel, en su cabello arremolinado entre las almohadas al amanecer, en sus piernas recogidas sobre el sofá porque los pies nunca le llegan al piso. La sonrisa afloraba en sus labios mientras la observaba. “Dios, esto es tan perfecto”. Llevó el café a la habitación, lo ingirieron. Luego la abrazó contra su pecho en la cama solo para sentirla cerca. Poco a poco sus sentidos fueron calentándose, la respiración se le agitó al sentir que ella también respondía a la cercanía. “un beso, en esa boca”. Así la besó por primera vez en la cama que compartirían como esposos, prenda tras penda la despojó, mientras ella prenda tras penda, lo desnudó. Se volvieron una maraña de caricias, sin prisa, entre abrazos y besos profundos  encendieron cada célula de sus cuerpos, se entregaron a la necesidad de sentirse uno y explotaron mutuamente en el climax del deseo mutuo.




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