Las cosas no deberían estar sucediendo de esta manera. era su único hijo, ella debía haberlo entregado en el altar, delante de los suyos, en una ceremonia que ofreciera a todos la oportunidad de compartir con su hijo el decisivo paso de formar una familia.
La furia era tan viva en su interior que bien se podía sentir con cada paso que daba dirigiéndose a la oficina de su esposo. Estaba vestida de ropa informal en un enorme hogar que al parecer ya no volvería a estar completo. Cada pasillo resonaba con los pasos ligeros, entrenados en el norte para luchar con aquellos enemigos inacabados que su gente poseía.
Al abrir la puerta del estudio observó el rostro impasible de Fedor frente al mapa. Siempre analizando, siempre planificando estrategias. Era un genio y un gran guerrero, tenerlo en casa al frente de la administración le trajo algo de tranquilidad. La paz de saber que no estaría en el campo, esgrimiendo armas. Aunque si, siempre listo para cualquier eventualidad.
- Necesitamos hablar- sus palabras fueron controladas con el objetivo de no alertar a su esposo.
- ¿Sabes que hubo una incursión en Catnag hace dos noches y que las personas estaban desprotegidas? - preguntó sin voltear a mirarla.
- No – esto no me lo esperaba, pensó - me estoy enterando por ti.
- Murieron 3 menores- el dolor era palpable en el corazón de su esposo. Amaba a su gente como si fueran sus propios hijos.
- Lo siento- fue a colocar su mano sobre la suya.
- No lo hagas Sandra, este dolor es necesario, me hace pensar con intensidad en cómo debo proceder. ¿Cuál era tu asunto? - preguntó sin mirarla.
- Gerad contrajo matrimonio sin avisarnos, de eso hace ya un par de semanas. Perdón por traerte ese tema en estos momentos, me acabo de enterar.
- ¿Cómo te enteraste? - preguntó sin sorprenderse.
- La señorita Gómez dio por sentado que tú y yo conocíamos de los acontecimientos y expresó cuanto sentía lo de tu estado de salud que impidió que asistiéramos a la boda de nuestro hijo. Al parecer nos excusó con los invitados.
- Entiendo – pensó con cuidado cada palabra- afortunadamente ella lo aceptó, temía que él no fuera a superar un rechazo.
- Pero al liberarlo del juramento no imaginé que se fuera a precipitar en sus decisiones- estaba perdiendo el poco autocontrol que le quedaba.
- ¿Habrías preferido que tuviera que sufrir todo el año que le di para luego tener que regresar? No seas injusta, lo liberé y aceptó nuestras condiciones. Ahora yo acepto su matrimonio y acepto que no nos haya informado, de eso tú eres en gran parte culpable querida, sin ofender. Pero prefiero un hijo feliz lejos, a uno atado a mi lado con el corazón ennegrecido por la amargura y el dolor.
- ¡Mi opinión no vale? ¡nuestro hijo tiene obligaciones, ya viste lo que ocurrió en Cartnag!
- No te atrevas a mezclar las cosas, acepto que esto te enfade, que grites, que rompas lo que quieras, pero no me vengas con la excusa del ataque.
- Pero todo puede tener una relación.
- No la tiene, en este caso la razón es simple, nuestro protector de esa aldea murió y no fue reemplazado porque no tenía familia, nunca se casó ni tuvo hijos, su legado murió con él y no pensamos en enviar a nadie por ser una zona relativamente segura debido a la cercanía a la escuela femenina en el norte. No tiene nada que ver con el matrimonio de Gerad y Gracia.
- Ha habido tormentas en la zona Fedor, es menester hacer un análisis de los acontecimientos naturales en la zona. Sin embargo, en estos momentos hay una alerta por mar de leva.
- Entiendo tu preocupación, espero que sea por la seguridad de esa gente, más que por la mezquindad que todos estos años nos condujo en la crianza de nuestro hijo. ¿Qué has planeado?
- Le haré una visita.
- No lo vas a estorbar, tu presencia allá lo hará quedar como un mentiroso frente a la familia de Gracia, él dio la excusa de mi salud, en parte apoyándose a los malestares que la nueva tierra empezaba a generarme. Sin embargo, si ahora te presentas, la familia de ella tal vez sospeche de tu desacuerdo, ya que si viajas deberás presentarles tus respetos como madre de su nuevo hijo y aceptar delante de ellos a su hija como tuya. Son nuestras costumbres y aun en estas circunstancias debes respetarlas, no creo que tengas la empatía para hacerlo en este momento.
- Necesito saber si la causa es él.
- Mejor invítalo con su esposa a nuestra tierra como regalo de bodas y acá lo pruebas.
- ¿Y si es el mar y no el agua?
- Lo llevamos al mar del norte y allá confirmamos. Todo en el marco de un viaje a modo de regalo por su matrimonio y en una sincera muestra de afecto por nuestra nueva hija.
- ¿En serio la vas a llamar así?
- ¿Y no lo es?
- Aún no.
- Cuando entregamos el corazón es de por vida, recuérdalo. No intentes nada sin consultarlo conmigo. Gerad también es mi hijo.
- Lo sé, solo basta con intentar discutir contigo para sentirse uno con la misma pared que es él. Los invitaré, indagaré y después tomaré la decisión que mejor convenga.