Camino A Casa. En ti encontré mi hogar

CAPITULO 73

El dolor ha sido insoportable. Nuevamente estoy en el umbral de la conciencia. Ya no quiero seguir despertando, no quiero hablar. Viene el recuerdo de los gritos y el fuerte dolor en mi cabeza. Creo que eran mis gritos, creo que eran los espasmos de mi cuerpo contorsionándose violentamente contra la camilla. Muevo ligeramente las manos y me doy cuenta que estoy atada, verifico los pies para comprobarlo y confirmo mi situación.

Hay un tubo que sale de mi brazo hacia una bolsa de plástico. La habitación está en sombras, puede que sea de noche. Puede que me encuentre en una pesadilla dentro de una pesadilla. Ya no quiero seguir despertando.

Escucho voces que se acercan a la puerta. Me niego a despertar, no abriré los ojos, si termino de dormir todo pasará. La puerta se abre, son dos voces diferentes, voces con autoridad. Una mujer le pide a otra una especie de reporte.

- Debió despertar ayer- dice la que demandó el reporte algo subida de tono.

- Llevamos un mes en este proceso, es normal que esté agotada. – responde la otra mujer que ostenta voz de militar, ¿o será de maestra?

- En cuanto despierte búscame, necesito verificar si ya al fin he logrado lo que me propuse.

- Habría sido mejor que la asesinaras. Has quebrado una y otra vez su espíritu, una mujer así de fuerte no merece lo que le estás haciendo. Hay más honor en la muerte.

- No te atrevas a volverlo a sugerir- su voz se elevó unos tonos- puedo ser inmisericorde y egoísta en muchos aspectos, pero no soy una asesina.

- Para mi es lo mismo. –respondió la militar o maestra con desenfado- sal que debo hacer los exámenes correspondientes para mantener su condición estable.

Sentí la puerta cerrarse y a la mujer comenzar a revisarme. No sé qué estaba haciendo, pero sentí un picor en el brazo, eso me provocó un ligero movimiento. No quiero despertar. Hundí mi mente en un vacío absoluto, la deje continuar tratando se no sentir.

Rato después se fue y poco a poco, sin abrir los ojos volví a quedarme dormida. Allí en mis sueños había paz, no dolor. Por fin mi cabeza empezaba a no traicionarme. Tengo un nombre, no me acuerdo bien cuál es, pero tengo un nombre. Hay alguien importante. Si, ese recuerdo me causa dolor en cada parte de mi cuerpo. Mejor hoy no, mejor mañana. Mañana intento recordarlo.

Siento nuevamente luz a través de mis párpados. Me están revisando algo en alguna parte. Una alarma me toma por sorpresa, un recuerdo. Algo dentro de mí me alerta “no respondas, no te descontroles, olvídate de ti misma” comienzan a aparecer en mi mente ráfagas de viento revolviéndolo todo. La Alarma en mi cabeza aumenta. Alguien pone un trapo con un olor muy fuerte en mi nariz. Al sentir el olor me invade la sensación de ahogo y pierdo el poco control de mi cuerpo en un estúpido forcejeo por quitar el pedazo de tela sin poder usar mis manos o mis piernas.

- Déjenla respirar – la maestra o militar- buenos días jovencita- veo un rostro a contra luz mientras parpadeo para que mi sentido de la vista se adapte a la claridad que me rodea- es normal que te encuentres desorientada. No intentes hablar, primero te daremos un poco de agua para hidratar tus cuerdas vocales.

Poco a poco el respaldar de mi cama se levanta. Otra mujer me da de tomar agua. Noto que no me desatan y que hay alguien más en la habitación.

- Ahora si- continua la misma mujer- ¿cómo te sientes?

- Extraña- siento mi voz carraspear mientras algunas imágenes de esta mujer vuelven a mi cabeza, ella dirige este sitio, ella siempre inicia las preguntas.

- Es normal, tuviste un accidente ¿lo recuerdas?

- No- hay algo que me dice que nada de lo sucedido pudo haber sido accidental.

- ¿Recuerdas tu nombre? - la veo que anota las cosas que voy diciendo.

- ¿Mi nombre? – un destello en mi memoria atrofiada: la última vez al decir mi nombre el dolor regresó y el descontrol me invadió- ¿cuál es mi nombre? - susurro, mejor me hago la idiota. No más bravuconerías, esas me llevan al dolor, si, enfrentarles me lleva a un dolor agónico.

- ¿Estas seguras de que no sabes cómo te llamas? - esta vez me mira directo a la cara, sus ojos son dorados, sus ojos también son dorados.

- Por favor, ¿Quién soy?- trato de poner cara de angustia, aunque tengo mucho miedo, creo que para ambos casos debe funcionar.

- Hola, espero me recuerdes, he tratado de ayudarte durante todo el tiempo que llevas aquí- es otra mujer, la de la voz autoritaria que empieza a acercase para aparecer en mi campo de visión, es rubia, alta, mismos ojos dorados. Allí encuentro el parecido.

- No la conozco señora- mi mente me envía señales de alerta, ella es más peligrosa que la primera. ¿cuántas veces hemos pasado por esto?

- No puedo creerlo mi niña, estoy a cargo de este lugar, deberías recordarme.

- Lo siento- suspiré para añadir dramatismo- ¿Qué pasa conmigo?

- Discúlpanos.

La segunda mujer se lleva a la militar. No escucho lo primero que hablan, pero siento que una corriente de viento me obedece y crea un canal que me acerca los sonidos de sus voces. Creo que si me concentro podré entender su conversación.




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