Camino A Casa. En ti encontré mi hogar

CAPITULO 80

No entendía nada de lo que pasaba a mi alrededor, las palabras de Gerardo me alarmaron, pues la general había sido muy enfática en mantener el secreto de mi don. La velocidad del aire en mi habitación fue aumentando, no entendía cómo podía notarlo, pero sentía con claridad la aceleración de kilómetros por hora de las ráfagas. Él se colocó de pie, acercándose con dificultad tomó mis manos, dijo algo que no entendí. Luego simplemente me abrazó susurrándome sobre la cabeza. Sin embargo, al ir soltando el viento también vacié el aire de mi habitación, técnicamente era como si me encerrara en una capa de aire para protegerme de los que me rodeaba. Gerardo me soltó alarmado, corriendo hacia la ventana se derrumbó.

En cuestión de segundos corté el don. Corrí a auxiliarlo, al ver que no respiraba formé una cámara de aire a su alrededor y le ordené entrar lentamente a sus pulmones. Con lentitud empezó a respirar para alivio de mi corazón y mi conciencia.

Entonces entendí lo ocurrido en la noche de bodas, sin conocer de lo que era capaz la tensión me llevó a asfixiarlo. Por eso perdió el conocimiento en nuestro primer intento de intimidad.

No me aparté de su lado. Cayendo en la cuenta de que casi asesino al príncipe heredero en mis habitaciones el temor me inundó. Él podía colocarme en aislamiento, encerrarme en un calabozo o que se yo. Más doloroso aún era tener conciencia de que casi mato a mi esposo en dos ocasiones.

Despertó con miedo en sus ojos.

- Lo siento, señor no quise hacerle daño- ya me encontraba llorando.

- ¿Sabías que podías hacer todo eso? - era una pregunta genuina.

- No, solo he entrenado manipulando pequeñas ráfagas de viento para tirar o atraer objetos, creo que por eso me colocaron Susurro, solo había manipulado el susurro de la brisa. También he practicado usando el viento para acercarme los sonidos o enviarlos. ¡Le juro que no quise hacerle daño, le juro que no sabía que podía quitarle el aire a una persona! Ni siquiera alcancé a escuchar lo que usted me dijo cuándo agarró mis manos. Perdóneme señor, yo jamás le haría daño a usted.

- Susurro, casi me matas – dijo colocando sus brazos sobre sus rodillas – entiendo lo de la pequeña tormenta en tu habitación, si eres una Natural de viento la posibilidad era de 80%, pero todo lo demás es absolutamente nuevo para mí.

- Mi príncipe – le toqué con miedo el brazo – perdóneme.

- No estoy molesto – no me apartó – si muy asustado.

- Le prometo que no volveré a atentar contra usted.

- Cuando me acerqué te dije que tenía la certeza de que no eres lo que tu corte de cabello indica, te pedí permiso de abrazarte, pues no puedo hacerlo desde mi posición de heredero, solo deseaba que lograras sentir un poco de paz.

- ¿por qué?

- Siento que eres especial – se puso de pie ayudándome de paso – mantén la reserva de lo que eres. Solo hay otro natural en el reino, también está reservado, es peligroso cuando no lo controlas y puede haber personas que intenten manipularte. – miró alrededor- tienes dos opciones, te duchas y yo organizo este desastre mientras lo haces, o realizas todo tu sola.

- Odio organizar – suspiré- deje eso así, debo ser responsable de mis acciones.

- Así es. Mañana en la mañana debo tomar clases con las estudiantes de primer año. ¿Puedo ser tu compañero?

- ¿No le da miedo? - dije perpleja.

- Me gustan los retos.

Sonrió con la misma picardía de cuando le dio mi puesto de jefe de proyecto a María José y se fue con aire de absoluta suficiencia. Tomé la respectiva ducha y organicé mi habitación. Cuando por fin terminé eran las once y cuarenta de la noche. Me esperaba un día difícil, apenas dormiría unas seis horas y soy de las personas que deben dormir las ocho horas reglamentarias o no rinde en nada. Caí como roca y no tuve pesadillas.

A las seis de la mañana me encontré con el principito recostado junto a mi puerta. En sus manos llevaba una taza de café humeante.

- Escuché que te gusta el café.

- Creo que somos dos – carajo, no puedo mostrarle cuanto lo conozco, cerré mi bocota.

- Espero que no seas una disimulada admiradora espía.

- No se haga ilusiones señor. Como le dije antes, soy de las que deben ser conquistadas, no de las que coquetean.

- Excelente.

- Porrrrr…

- No quiero de amiga una Natural coqueteándome, ¿te imaginas lo que me haría si la rechazo? Realmente no deseo morir asfixiado – estaba encantado de fastidiarme el muy idiota de mi querido esposo desmemoriado.

- Trataré de no tomar eso como un insulto señor.

- Nos vemos en el aula de primer año, no quiero que mi madre se ensañe contigo por vernos llegar juntos al comedor, pasaré primero por mis habitaciones. –asentí- Susurro…

- Dígame.

- No me mal intérpretes. Quiero que sepas que el lunes en el comedor te noté desde el primer instante, no por tu corte, entiende. Hay algo en ti que me hace sentir … nostálgico. Y ayer, independientemente de todo lo sucedido en tu habitación, descubrí que al hablar contigo esa nostalgia desaparece.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.