Camino A Casa. En ti encontré mi hogar

CAPITULO 84

Me dirigí a trote al gimnasio. Los retos cuerpo a cuerpo se realizarían entre estudiantes del mismo año para evitar ventajas o desventajas. Técnicas de enfrentamiento validas: todas las abordadas por la instructora. Y allí estaba mi dificultad, todas las estudiantes tenían al menos 3 meses más que yo en entrenamiento. Estaba a punto de recibir una paliza pues mi oponente era nada más y nada menos que Marta, Dios, una fortaleza. No podíamos utilizar nuestros dones, sin embargo, esa chica era muy fuerte, ¿cómo anulas una habilidad así para hacer que la pelea fuera justa?

Por su parte Carly y Susana tendrían su oportunidad. Al fin.

Rosalía nos colocó a todos en actividades de calentamiento. Al ingresar nuestros visitantes casi me auto asfixio. Sandra y Fedor tomaron lugar en el espacio de los jueces, detrás ingresó la general Martina seguida por … ¡Gerardo!

La sorpresa me descontroló por completo llevándome a contener la respiración, sin darme cuenta vacié el aire a mi alrededor y la compañera más cercana a mi sufrió las consecuencias. Era una chica de tercer año, una terraria que se desmayó, cuyo golpe en la colchoneta me regresó a la realidad circundante.

Un gesto de la reina llevó a un par de instructoras a que cargaran a la chica sacándola del gimnasio. Sandra iniciaría el interrogatorio con ella, de eso no me cupo la menor duda, propuse en mi corazón ayudarla luego de los enfrentamientos. Esa chica no sería sometida al dolor al cual lo fui yo.

El príncipe no me miró en ningún momento. Eso me aterró.

****

La idea de mujeres peleando es considerado sexi en mi país. En este gimnasio era un acto de absoluta brutalidad. La familia real y la general observaban los combates tomando notas. La ganadora era aquella que lograra someter a golpes la voluntad de su contrincante. Mi estrategia sería sencilla: daría un par de vuelta, aguantaría un par de golpes, intentaría huir de la colchoneta para ser descalificada, si eso no funcionaba me daría por vencida ante el tercer golpe; claro, en caso de que no me noquearan al primero.

Alternaron los años, una pareja de cada año. Hasta que llegó el turno de mi amiga y su contrincante. Una soñadora enfrentándose a una sanadora. Era estúpidamente irónico que una persona con don para restaurar la salud fuera en pos de causarle daño a alguien. Ambas eran buenas, criadas en esta nación habían aprendido la lucha desde niñas en el seno de sus familias. En el caso de Carly, poseía cierta ventaja, creo que por ser criada entre dos hermanos se hizo algo ruda. Sus puños eran fuertes, certeros. A Susana le costaba contenerla, hasta que logró la distancia para atinarle a mi amiga una patada voladora en el pecho. Carly cayó de rodillas, su contrincante se le lanzó con toda su fuerza con el puño en alto, yo contuve el aliento debido a la brutalidad, sin embargo, la soñadora la recibió con un par de puñetazos en el abdomen dejándola sin aire. Al no poder levantarse la sanadora, Carly obtuvo la victoria.

No puedo negar que salté de la emoción. Esperando con toda honestidad que sus querellas quedaran en esa colchoneta.

Pasaron otros tres combates y llegó mi turno. Según mis cálculos Marta me sacaba en estatura unos dos palmos. Saludamos a los jueces. No tuve el valor de mirar al príncipe. No deseaba decepcionarme con su indiferencia.

Mi contrincante tenía completamente claro que esta pelea era desventajosa. Medimos la distancia con brincos alrededor de la colchoneta. “ si deseo acabar mi tortura tengo que…” lancé un par de puñetazos fallidos, “lo sabía”, ella atacó con todo su fornido brazo contra mi cara y del susto me tiré al suelo. No fue heroico, aunque si efectivo. Ella casi se va de bruces enfureciéndose. Lanzó un par de pisotones hacia mi panza y rodé como un molinillo. Alcancé a levantarme con posición de defensa, Marta arremetió contra mi cara, aunque esquivé la mayor parte del golpe, seguro al día siguiente tendía un moretón en la mejilla. Fue cuando me di cuenta que mi diminuta estatura le causaba dificultades. Osadamente me agaché pegándole en la panza y en sus pechos, chilló de dolor y me pateó como una pelota de futbol. Literalmente volé fuera de la colchoneta. Y palmee el piso para darme por vencida.

Una instructora sanadora corrió a auxiliarme, técnicamente sentí que me encajaron un brazo y luego colocando su mano sobre mi hombro el dolor se alivió.

- El golpe en la panza no te causó daños internos – dijo pasando su mano- tus órganos están bien, si te duele mucho para por el hospital luego para darte la medicina adecuada.

- Gracias.

Sin quererlo miré en dirección del príncipe, noté un resplandor en sus ojos. Pasé los ojos hasta la general asintiendo hacia ella, fui correspondida, Sandra solo alcanzó a darse cuenta de los segundos, las fracciones de tiempo entre los ojos de Gerardo y los míos se le pasaron por alto gracias a que estaba anotando algo en la libreta.

Carly corrió a mi lado con preocupación en la mirada.

- Refuerza tus defensas. Acabo de verte inconsciente, no sé si muerta o herida. Tengo la certeza de que estás en peligro- su voz era un murmullo mientras me levantaba.

- Ya pasó mi turno, tranquila.

- No, habrá algo más.

Y así fue. Al terminar todas las rondas programadas el rey se levantó.

- Al observar los enfrentamientos cuerpo a cuerpo de hoy estamos agradecidos por la labor de todas las instructoras. Ustedes están en camino de ser grandes guardianas. Como bien saben, en algún momento mi hijo tomará el trono, cuando la voluntad del Altísimo y sabio Dios lo dictamine. Por eso él, al igual que ustedes, está en camino de perfeccionar su preparación, y dentro de sus pruebas hoy deberá enfrentarse a tres de ustedes. Preferiblemente de tercer año, ya que será combate armado y con activación de sus dones. Las estudiantes seden ser voluntarias.




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