Camino A Casa. En ti encontré mi hogar

CAPITULO 87

Con miedo toqué su cabello negro como la noche sin luna. ”En una ocasión un apuesto hombre extranjero se fijó en la distraída empleada con lápiz en la boca del área de comunicaciones…” me acerqué un poco más tocándolo cual madre a un niño que desea se calme de sus miedos nocturnos. “la hizo derramar el café sin quererlo, le negó la dirección de un proyecto enfureciéndola. En una oportunidad la invitó a comer helado como excusa para comprar una camisa verde.Deslicé mi mano hasta su rostro mientras el forcejeaba con el dolor. “ Un día en una integración en la playa suavemente deslizó la manos por la cintura de la jovenComo en un trance Gerardo puso su mano en mi cintura con la misma suavidad que siempre los hacía. “En una ocasión le mencionó a un turista que la chica era su novia y la dejara en paz. “ Los ojos se le encendieron de furia. “En una rabieta la NIÑA LINDA lo besó para desafiarlo y tomar el control de lo que fuera que estuviera pasando entre ellos.

Entre el dolor y el trance Gerardo tomó con ambas manos mi cintura y me acercó hasta su boca. Me dio un suave beso, -luchó con el dolor y me dio otro, mis lágrimas empezaron a correr, él no me reconocía, pero sus recuerdos comenzaron a regresar, me besó con profundidad, acarició mi rostro entre sus manos, acaricié sus cabellos, deslicé mis manos a su cuello. Se levantó de la silla pegando mi diminuto cuerpo contra el suyo aprisionando mi cintura. Le abracé más fuerte, mis lágrimas aumentaron ante el recuerdo de las sensaciones y emociones que este hombre me provocó desde el momento que lo conocí. “Susurro”…

Lo detuve de golpe. No dijo mi nombre. me alejé con vergüenza dándole la espalda para secar si cara y enviar a un contenedor emocional mi dolor… Susurro. Me llamó por el seudónimo que me asignó su tía. La presión de mi pecho aumentó.

- Disculpe majestad – dije – me dejé llevar por la atracción física que usted genera, no volverá a suceder.

- Yo soy quien debe disculparse, siento como si me hubieses aprovechado de mi posición, Susurooo….- hasta allí llegó el poco control que me quedaba y le envié una fuerte ráfaga que lo hizo retroceder.

- ¿Qué rayos fue eso? – dijo aturdido.

- Diga lo que sea que venía a decir y salga de mi habitación.

- En el hospital había escuchado el rumor de que vendrían por ti, vine a protegerte – la ira me invadió con más fuerza, ¿ya para qué? ni besándome fue capaz de recordarme, ¿por qué carajos yo si pude? No era justo. Provoqué un torbellino que derribaba cada objeto. Él se colocó en posición de combate, noté que no agarró la catana.

- Gerardo – usé su nombre, el nombre del hombre con el que me casé, no Gerad, no príncipe, no mi señor, solo el nombre que usó en mi patria- tú no fuiste capaz de protegerme, me dijiste que no le tuviera miedo a tu madre ni al viaje. Si tú no tienes memoria ya ni me importa. Me pediste que confiara en Sandra y sus buenas intenciones. Soltaste mi mano en el avión y ahora me dices que tu intención es protegerme. Me torturaron una y otra vez, recordar me duele, cortaron mi cabello, me dieron por muerta ante mi familia y tu padre. Perdona si ya no deseo tu protección, hasta hace unos instantes pensé que me recordarías, y no, solo soy Susurro, tu guardiana.

- ¿De qué  me hablas? – se agarró la cabeza con las dos manos gritando del dolor y arremetí una soga de aire contra él lanzándolo contra la pared, aprisionándolo. - ¡Suéltame ya mujer!

De repente sentí un golpe de agua en mi espalda. Eso me desconcentró. Cuando volví a tirar del viento en su contra una barrera de agua se levantó entre nosotros. Miré hacia el baño, donde se habían roto las tuberías.

- ¡Eres el otro natural!- ese descubrimiento aumentó mi rabia – me quieres a tu lado para aumentar tu capacidad de defensa y ataque.- Chillé de ira.

- No, no es así.

- En serio Gerardo – usé el viento para echarle el agua encima a él.

- No te atrevas a seguir agrediéndome o te envío al calabozo. – empezó a hacer una especie de cilindro para aislarme del viento.

- A no, eso no te lo voy a permitir – antes de que lo cerrara sobre mí empujé con fuerzas.

Técnicamente causamos un desastre que nos derrumbó a ambos al piso. Al reaccionar corrí hacia la catana y el me agarró el tobillo. Lo pateé en la cara y realmente los disfruté. Tiró de mi sudadera y casi quedo en bragas. Alcancé la espada pero se me soltó de las manos, eso le dio tiempo de tirarse sobre mi espalda para inmovilizarme.

- Explícame que es lo que está pasándote antes de que lleguen las guardianas. – dijo a mi oído.

- Nos borraron la memoria -cedí-  las imágenes que te dan dolor de cabeza son los recuerdos reales, los que te implantaron son los recuerdo que te hacen sentir feliz.

- ¿Tú que tienes que ver en esto? – sentí paso en el pasillo.

- Quítate, ya vienen.

- Respóndeme

- ¿Crees que eso importa ahora? Un consejo de gratis: no te dejes tocar de Sandra.

En esos momentos entraron la general Martina y tres guardianas. Las dejó afuera cerrando la puerta, me hizo señal de aislar el sonido de la habitación. Miró alrededor pasando su mano por la cara en gesto de exasperación




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