Camino A Casa. En ti encontré mi hogar

CAPITULO 90

Dormí la mañana entre los brazos del príncipe Gerardo con el susurro permanente de su voz que me repetía "mi esposa amada". Sentí que la fiebre lo abandonó e imaginé que en cualquier momento las cicatrices desaparecerían.

Cuando escuchamos los toques en la puerta me alarmé. Sin embargo, él con toda su pose de heredero a la corona, se levantó en bóxer a atender. Susurró algo al mensajero y llegó donde mí.

  • ¿No tienes hambre?
  • Si.
  • Mi padre nos convoca.

Nos arreglamos rápidamente. Tratamos de dejar la habitación de la torre más o menos presentable.

- ¿Dónde está el anillo?

- Lo tengo guardado.

- Tráelo por favor- saqué la cajita y se lo entregué, tomó mi mano y me lo colocó- hasta que la muerte nos separe.

El cierre de nuestros votos en el altar.

Al salir Gerardo tomó mi mano. Yo me detuve.

- Mi esposa, recuérdalo, no eres una interna de esta fortaleza. Eres mi mujer y el resto del mundo que no opine.

- Eres insufrible.

- Sino caminas conmigo así, te llevo cargada.

Sonreí. Si, era mi esposo, pero con el añadido de autoconfianza que te da una corona. Ahora tocaba negociar con el rey.

Entramos al comedor. Como era de suponerse todos los ojos estaban fijos en nuestras manos y el anillo que fulguraba en la mía. Al vernos Fedor sonrió.

- Espero que arreglen cada desastre que han causado.

- Está bien padre.

- Gracia hija, he tomado una decisión.

- Díganos.

- Al ver el desastre de hoy, recordé que ya son inseparables. Tendrán tres meses cada año para visitar el nuevo continente. Tu familia no sabe de tu supuesta muerte, mi comunicación con ellos estaba interceptada, tengo entendido que han hablado contigo por teléfono cada semana, según las maquinaciones de mi amada Sandra. Después que conozcas nuestras costumbres a cabalidad les daré la libertad de elegir entre el trono o una vida de civiles. En cuanto al don de Gerad, su madre tenía dudas entre el agua en general o el mar. Ya ha quedado demostrado que es un natural de agua al completo. Por eso la necesidad de que ambos reciban mayor entrenamiento. Hay que evitar mas desastres.

Aceptamos el trato. Nos presentó ante todos como conyugues desde hacía tres meses y bendijo nuestra unión en frente de todas las estudiantes e instructoras.

Mis compañeras estaban sorprendidas. Tocó dar algunas vagas explicaciones que no denigraran la corona. La general nos ordenó poner manos a la obra en las reparaciones de inmediato, esa mujer sería una excelente sucesora en el trono. Nos tocó retirar agua, reparar los establos, el corral de los animales de granja. Cortar la leña del árbol que derribamos. Aunque Gerardo afirma que casi todos los desastres los causé yo, él realizaba casi todas las tareas pesadas. Trabajamos una semana completa. Él se pasó a mi habitación en la torre, abandonando la habitación real del principe, porque le pareció ventajosa frente a cualquier ruido que representaran nuestras noches juntos.

Nuestro matrimonio apenas empieza. Pero los problemas que hemos enfrentado nos han unido más.

La situación de Sandra quedó en manos del rey. Por fin me comuniqué con mi familia que ni enterada estaba de mis padecimientos. Nina confesó que tambien estaba planeando matrimono; Gerardo y yo estabamos desempleados por abandono de cargo en el puerto. en fin, todo iba segun debia ir.

Ya las noches no me parecían frias, ni la torre una prisión. Juntos habiamos encontrado en esa enorme fortaleza un hogar en el que Fedor accedió dejarnos para poner una sana distancia entre Sandra y yo. La gerneral continuó siendo ella.

***

- Si nuestro dones son tan peligrosos ¿por qué razón crees que estamos juntos?

- No tengo la menor idea.

Así, cada noche en nuestra cama, entre besos, caricias, jadeos y grititos de placer surgían integantes. A unos les dabamos solución, a otros no. Lo más reconfortante era sentir su amor a pesar de que las discusiones nunca cesaban y de que cada semana habia algo nuevo que reparar. Martina decía que arreglando las consecuencias de lo que fuera que pasara en esa torre, aprenderiamos a controlar nuestros dones. yo sonreia para mis adentros nada más de recordarlo con sus manos por todo mi cuerpo o con mi boca sobre la suya y otras cosas que sabemos pasan entre una pareja de casados.

FIN




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