Camino a la locura - Segunda noche

En la fogata (04)

Todos permanecimos en silencio, quizás porque tratamos de encontrar respuestas al gran misterio del universo: la existencia de Dios.

Yo permanecí mirando el danzar incesante e inconsistente de las llamas que se alzaban sobre la fogata.

“Dios… ¿existirá un ente de tal magnitud tratando de darle amor y bondad al mundo entero? ¿Será acaso este ser tan poderoso para poder refugiar y darles amparo a todos los seres vivos del universo? ¿O quedaremos algunos fuera de su manto sagrado? La voz en mi cabeza me hacía pensar que esto último podría ser cierto…”

-Siempre he pensado que Dios existe, pero no de la forma que unos creen que es. -Mi madre era creyente pero sin llegar a ser una fanática de la religión.

-¿Y cómo crees que es? -preguntó mi hermano pequeño.

-Bueno, yo siento que él está presente en todas las cosas buenas que hacemos. Por ejemplo, cuando ves a una persona que necesita ayuda en la calle, y terminas ayudándola, es porque Dios intervino en ti y te brindó la energía y potenció tu voluntad para hacerlo. Pero cuando muchas personas pasan de largo ignorando a esa persona, no es porque Dios no quiera ayudarlo, es porque toda la gente que pasó sin querer ayudar simplemente en sus corazones no existe la voluntad, y Dios no puede interferir en los sentimientos de las personas. Él de alguna manera te impulsa, pero no te “crea” un sentimiento.

-Oh… -la cara de mi hermano mostraba de que en realidad no había comprendido lo que mi madre trató de explicarle.

Se hizo un momento de silencio.

-¿Y si realmente hay un ser del otro bando, queriendo también obrar de formas maliciosas? -Mis palabras sonaron y causaron reacciones muy diferentes en todas las personas que me observaban.

Mi madre me miró con una leve sonrisa en su rostro; mi hermana sólo guardó silencio mirando la fogata; mi hermano miraba a todos confundido ante lo que oía; mi padre me miró con una ceja levantada, tratando de captar lo que realmente quise decir.

-No existe la oscuridad hijo, sólo la ausencia de luz.

-Quizás eso es lo que creen todos, madre, o quieren creer para poder restarle importancia a lo que en verdad nos rodea. Pero siempre he pensado que antes de la luz en el universo había oscuridad. ¿Y qué pasaría si fuera al revés? ¿Si la luz es sólo la ausencia de oscuridad?

-Bueno, eso sería una forma muy penumbrosa de ver el mundo, hijo…

-Está bien -interrumpió mi padre, -creo que yo tengo otro relato que podría esclarecer este debate:




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