—Cuéntanos, ¿qué tal llevas lo de participar en los nacionales? —me pidió Andrea, provocando que el resto asintieran con la cabeza.
Me encontraba en la Sala de las Mujeres. Había estado jugando nerviosamente con el dobladillo de mi vestido azul pensando en el Report de mañana. Gavril Fadaye nos haría una entrevista, y seguro que metía la pata. El resto parecían tranquilas. Bueno, no estaba solo nerviosa por la entrevista, cada vez quedaba menos para los nacionales; y que me preguntaran por ello me ponía más nerviosa.
—Bien, bien —respondí de forma distraída.
“Dios, dejadme en paz. Hoy no estoy humor”, pensé. Y era cierto. La única razón por la que me encontraba allí era porque Lisa nos había pedido que fuéramos allí.
Hoy había acabado llorando en el ensayo. Me había bloqueado, y, al verme incapaz de seguir, al agobiarme, las lágrimas empezaron a caer por mi rostro. Además, me había hecho daño en el brazo derecho, así que desde entonces había estado utilizando la otra mano.
—Venga, Madison, no seas tímida —insistió Emily.
—Ya os lo he dicho —exclamé, molesta—. Me va bien.
Por suerte, no tuve que dar más explicaciones, ya que Lisa entró en la sala seguida de la reina. En cuanto entraron, todas nos callamos. La reina iba vestida con un vestido rojo, a juego con su cabello, sencillo. Llevaba el pelo recogido en un moño.
—Hola, señoritas. ¡Qué bien que estén todas aquí! —nos saludó.
—Como sabéis, en poco más de una semana se celebraran los nacionales en palacio y, para ello, hay muchas cosas que preparar. —Calló un momento en el que nos miró a toda con una sonrisa en el rostro.
—En primer lugar, los bailarines, sus profesores y familiares vendrán el jueves. —Lisa me miró mientras lo decía— Por lo que en una semana tendréis que recibirlos.
—¿Todas? —preguntó Evelyn.
—Sí, ¿por?
—¿Qué pasa con Madison? Como sabrán, ella participará en los nacionales —dijo esta vez Sophia.
“Gracias, Sophia, gracias”. Enseguida los ojos de Lisa y de la reina se posaron en mí. Ante aquello, me revolví en mi asiento, incómoda. Al hacerlo, sentí un pinchazo en el brazo.
—En eso también habíamos pensado —dijo la reina sin quitarme el ojo de encima—. Madison —dijo, dirigiéndose a mí—, también saludarás a todos; pero cuando eso acabe, podrás estar con tu familia.
Me alegré muchísimo. No me lo podía creer, vería mi familia, a Hannah y a mis compañeras del estudio. ¡Qué feliz estaba!
—En segundo lugar —prosiguió Lisa—, tras los nacionales, vamos a hacer una pequeña fiesta en la que ellos serán los invitados. Así que tendremos que planearla.
—En este caso, Madison, nos ayudaras a prepararla, pero luego serás parte de los invitados —me dijo la reina America.
—Vale —dije.
—Los bailarines se marcharán el domingo y estarán presentes en el Report de la semana que viene. Por otro lado, vuestras familias también vendrán —dijo Lisa dirigiéndose a las demás—. Así tendrán la oportunidad de verlas.
Al oír esto, muchas de ellas soltaron gritos de júbilo; yo me contuve. Al fin y al cabo, estábamos delante de la reina y de Lisa, quien insistía mucho en nuestra compostura. Por fuera parecía tranquila, pero por dentro… ¡No me lo podía creer! Pronto vería a mi familia. Qué ganas tenía de verlos a todos. Ojala la semana pasara volando.
. . .
—¿Qué quieres hacer, Maddie? —me preguntó Eric.
Era viernes por la mañana y hacía un día maravilloso. El día anterior lo había dedicado a empezar a preparar la fiesta y a ensayar. Sin embargo, esta mañana recibí una visita sorpresa: Eric.
—Me da igual. Lo que sea, pero que me ayude a olvidar por un instante que voy a competir en los nacionales. Si vuelvo a oír a hablar sobre el tema, creo que me pondré a gritar. Ahora mismo estoy algo estresada.
—No sabía que te sentías así —me dijo él acercándose a mí y agarrándome del brazo derecho, lo que me hizo hacer una pequeña mueca de dolor, ya que aún seguía doliéndome el hombro un poco—. ¿Te pasa algo? —me preguntó con la preocupación dibujada en su rostro.