Camino al Sol

Zumbido

La noche estaba despejada y por la ventana del baño lograba ver algunas estrellas salpicadas en el negro lienzo.

Tenía la ropa pegada al cuerpo y húmeda por el sudor, pero ya estaba acostumbrado a la desagradable sensación.

Christian cepillaba sus dientes como lo hacía cada noche antes de dormir. Su mujer lo esperaba acostada, leyendo en su Kindle una novela de amor prohibido entre adolescentes.

De pronto la electricidad se fue. No sólo eso, los aparatos electrónicos también dejaron de funcionar. El cepillo eléctrico se detuvo y la Kindle se volvió un trozo de acrílico blanco entre los dedos de Sylvia.

De pronto silencio. Verdadero silencio.

Cuando todo se quedó sin electricidad cesó un zumbido sordo del que jamás se había dado cuenta. Al parecer el oído se acostumbra al sonido constante.

—Querido, ¿estás bien? —preguntó su mujer con un tono de voz algo asustada.
—Sí, estoy bien. Quedé a la mitad con el cepillado de dientes. Ya voy.

Miró de nuevo por la ventana y esta vez no habían unas cuantas estrellas salpicadas, sino que podían verse miles, brillando en una silenciosa sinfonía que lo dejó boquiabierto.

Se sintió diminuto. El universo es maravilloso —pensó—... y aterrador a la vez.

Puso las manos bajo el grifo y éste arrojó un chorro de agua. Felizmente el apagón no afectó el sensor y seguía funcionando.

Se enjuagó la boca, lamentablemente no podría seguir lavando sus dientes con el cepillo descompuesto.

¿Cómo lo harían para cepillarse en la antigüedad sin electricidad? Bueno, eso es obvio, no lo hacían.

De pronto un zumbido lejano. Luego no tan lejano. Ahora se acercaba cada vez más.

¿Eso es un avión, un helicóptero?

Miró por la ventana: sólo estrellas y oscuridad desde el piso veintiséis. Los otros edificios eran sombras lejanas.

Sintió miedo, el zumbido se hacía cada vez más cercano. Algo cayendo...

Christian no logró ver el helicóptero.

Un gran estruendo llenó el silencio, seguido de un fuerte temblor cuando el edificio se derrumbó.

La noche se iluminó con el incendio que produjo el accidente que derribó tres torres. No hubo cifra de muertos ni heridos. No hubo cobertura mediática, pues no volvió la electricidad. No llegaron los bomberos ni la fuerza de orden público, ya que no dieron abasto, no fue el único vehículo aéreo que cayó esa noche. Muchos dejaron de funcionar y los que aterrizaron sanos y salvos, nunca volvieron a despegar.

No hubo otro día para Christian y Sylvia.
 



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En el texto hay: oscuridad, espacio, sol

Editado: 17.02.2022

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