Camino

Capítulo 4

El poco tiempo después afloraron deseos de pasar más tiempo juntos, que en sus propias habitaciones pensaban en como poder invitar a la otra persona por la pena de hacerlo sin razón aparente y pensaron las posibilidades de sus respuestas por lo complejo que eran ambos. Luego de eso a la siguiente vez que se encontraron estuvieron un poco en silencio porque esa invitación les causaba estremecimiento a sus cuerpos, tenían ambos un rubor en sus mejillas un tanto evidentes con la mirada pasando hacia otro lado hasta que la valentía les llegó junto con la incomodidad del momento que voltearon al mismo tiempo.
-Takizawa-san-
-Fujiwa-san-
Pronunciaron al mismo tiempo sus apellidos a lo que comenzaron a reír, era algo desvaneció el ambiente un tanto incómodo y pesado por lo que al terminar el joven comenzó hablar como normalmente lo hacía de manera sincera, calmada y fría.
-Takizawa-san, ¿tienes libre uno de estos días? -
-¿eh? Si lo tengo libre-
-¿quisieras ir a la biblioteca conmigo? - tenía un leve sonrojo en las mejillas por ser la primera vez en invitar una chica, aunque no lo dejaba ver para ella
-mmm... Si- contestó muy bajo para que él solo escuchara porque le avergonzaba el que aceptará esa invitación que nadie le proponía
No se miraron a los ojos en ese momento, solo estuvieron un tanto en silencio mientras sentían todo el rubor en la cara y sentían el tiempo transcurrir un tanto lento. Para cuando casi en la parada del joven, ella le preguntó con mucha timidez en donde se verían y a qué hora de su encuentro, a lo que él ligeramente rascará su nuca un tanto inconforme porque nunca lo había planeado, sólo le mencionó en un susurro como si fuera para el viento y no para ella, sin embargo, la chica lo escucho con atención.
-en la misma parada a las 5:00 de la tarde-
Bajo ya sin mirarla y lo único que hizo ella fue sonrojarse más de lo esperado pensando en que se verían ya sin el uniforme del colegio, pero luego cambió de forma radical al darse cuenta de que su ropa no era apropiada para que él la viera por lo tanto se entristeció en seguida hasta llegar a su hogar. En su habitación agarro su ropa a montones para observar cual podría llevarse para ese día, ninguna era para su parecer a lo que agarro lo más decente que tenía solo que en aquel momento volvió a oír esos gritos y la dejaron paralizada por un tiempo hasta que por última vez derramó lágrimas tan cristalinas como el agua de la lluvia. En otra parte, el joven de camino a su hogar se puso a pensar en ella a lo que se quitó en un instante al ver que en la entrada había otro par de zapatos más y se oscureció su mirada que con paso lento se adentró, camino hacia la cocina para comenzar a tragar pastillas que pasaban por su áspera garganta con un sabor dejándole en la boca mientras que al mismo tiempo caían unas cuantas lágrimas en la mesa.




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