Camino de estrellas

Más allá de la muerte 4

La vida es complicada, pocas veces tenemos momentos de verdadero disfrute, y, cuando los tenemos, se nos disipan y escapaban antes de lo esperado. Lógico. No dependas de las circunstancias todo el tiempo, crea tu buena suerte, sé diligente y estudia cada uno de tus movimientos.
Volver a mirar a ese asqueroso piano-transformer me produjo una sensación violenta en la boca del estómago. Ya era hora. Entré en mi modo berseker (tal y como yo lo llamo) y activé el único poder que poseía en ese momento (Inflamación) gastando un poco de mi maná (energía interna o mágica-eres libre de decidir cómo prefieres llamarlo). ¿Estoy preparado?, me pregunté agarrando con fuerza la empuñadura de mi espada. No había a donde huir. El bicho estaba enfurecido al más alto nivel, rugía casi más fuerte que los leones de África. Con un grito de guerra inicié mi frenética carrera hacia mi oponente. Era todo o nada. Necesitaba demostrarle al universo entero que yo estaba capacitado para enfrentar todos y cada uno de los retos que me aguardaban; pero ya sabes que soy cauteloso, nunca subestimo a mi enemigo. Con una violenta onda de viento el piano-transformer intentó detener mi avance, sin embargo, para su sorpresa (y para la mía propia) logré esquivar su ataque desplazándome por el terreno a una velocidad asombrosa. Un golpe. Con un tajo horizontal de mi flamante espada bastarda conseguí cortarle una pata a ese grotesco ser, el cual se estrelló contra el suelo con tal estrépito que ocasionó que un grupo de pájaros saliera volando hacia el horizonte. ¿Así de fácil? ¿Acaso sobrestimé a mi adversario? Pues sí; lo sobrestimé. Trató de recomponerse; es verdad, pero no lo dejé. ¡Le separé la cabeza del cuerpo!
–Ahora te quemaré para que no intentes nada extraño–dije como que hablándole a los restos del gigantesco piano-transformer (y es que medía cerca de tres metros de altura).
Como tenía mi poder (Inflamación) activo aún, conseguí quemar con facilidad el cuerpo del monstruo. Las llamas bailaban al ritmo de la música producida por el viento y se agitaban con euforia sobre el cuerpo que las alimentaba. En lo que contemplaba como el cuerpo del piano-transformer se volvía una mancha negruzca en el suelo; el cansancio se apoderó de mí. El atardecer recién había iniciado y bañaba el cielo con un bonito color naranja. Cuando me levanté del suelo (luego de tomar un brevísimo descanso) pude comprobar lo débil que me sentía. Los músculos de mis piernas, contraídos de tanto caminar, me comenzaron a doler tenuemente. Era éste un dolor casi insignificante, pero que se agravaba con cada paso. El hambre prácticamente me impedía pensar con claridad, y el insidioso deseo de dormir empeoraba la situación. Aún no había salido del maldito bosque. Recordé repentinamente la señalización que había visto unas horas atrás, y me guíe por la interpretación que saqué de la misma. La floresta parecía no tener fin y mi irritabilidad salió de su escondite. Traté de calmarme realizando unos ejercicios de respiración; sin embargo, no lo conseguí. Comencé a lanzar improperios y maldiciones al monte entero. La alteración momentánea de mi estado emocional me dio, irónicamente, fuerzas para continuar mi viaje. Cuando divisé el final del espeso bosque de robles, mi corazón comenzó a latir con alegría y mis pulmones dejaron que el aire entrara a mi cuerpo de mejor manera. La debilidad regresó, pero la esperanza de encontrar un refugio donde pasar la inminente noche me mantenía en pie. Por suerte (luego de subir un cerro bastante empinado y rocoso) pude encontrar lo que andaba buscando. Se trataba de una ciudad, pero no era como había imaginado que sería; sino, mucho mejor.        
  
  
       

 

 

 

 

 

 


 



#10015 en Fantasía

En el texto hay: fantasia

Editado: 12.04.2021

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