Camino de otros días

Prólogo - Cruce de senderos

Shael presenció a un hermoso energético, de cabellos blancos, que se iba desvaneciendo lentamente. Sabía quién era: Lucel, el eterno rival de Mijail cuyo enfrentamiento se inició hacia miles de millones de años atrás. Y pensar que solo había regresado al mundo donde originó su alma para entregarle algo en especial.

Recordó que, en un inicio, le había tenido miedo. Pero ahora que lo veía tan indefenso, decidió ayudarlo. Así es que fue corriendo directo a él para "extender su vida", pero éste la rechazó. En su lugar, le mostró un contenedor traslúcido que contenía una pequeña luz conocida como "alma".

Shael, de inmediato, entendió sus intenciones, pero no estaba de acuerdo con ellas.

  • Si no te proyectabas, podrías haber vivido mil años más- le dijo Shael - por favor, deja que te ayude. No me importa lo que hayas hecho en el pasado, lo que importa es el presente.
  • He vivido lo suficiente- le respondió Lucel, mientras la miraba de forma extraña porque no se esperaba que ella sintiese pena por él - quisiera experimentar otras formas de vivir - hizo una pausa extendiéndole el contenedor y continuó - Toma esto. Antiguamente era un ser energético negativo que encarnó como un ser material.
  • ¿Y por qué me lo entregas?
  • Porque sé que, contigo, caerá en buenas manos.

Shael aceptó el extraño regalo de Lucel. Era la primera vez, en sus mil años de vida, que alguien le regalaba algo. Pasaron tantas cosas que nadie tenía tiempo para eso, pero, aún así, no lo extrañó. Vivió con personas que la querían y apreciaban.

Apenas tomó el contenedor, Lucel desapareció, sin dejar ningún rastro de su existencia como solían hacer algunos energéticos. Quería borrar todo vestigio de presencia para que otros no cometieran sus mismos errores.

Shael, en esos instantes, recordó la vez en que vio desaparecer a Uryan. Mucho tiempo sufrió por su ausencia, pero pudo superarlo. Además, le dejó una gran cantidad de información en su nave sobre aquellos acontecimientos que ocurrieron hacia millones de años, tanto en mundos compuestos de energía cósmica como en mundos compuestos por materia sólida y consistente.

Shael, con aquel contenedor que poseía el alma que le entregó Lucel, fue directo a su nave y empezó a buscar algún buen lugar donde podría residir esa alma. Algo le decía que le vendría bien un mundo material, dado que tenía el aspecto de que aún no había madurado lo suficiente para residir en un mundo energético.

Los energéticos eran pocos, debido que se requería de mucho esfuerzo para que solo uno de ellos "naciera". Además, de acuerdo a la experiencia que adquirió a lo largo de la vida, su alma residía en tal o cual mundo material. Aún no comprendía bien cómo era el sistema de reencarnaciones en otros mundos, por lo tanto, seguiría investigando hasta sacar nuevas hipótesis sobre los renacimientos y el origen de ciertos individuos, así como todo el proceso que debían pasar antes de establecer su punto de partida, tanto en un mundo energético como en un mundo material.

Al final, encontró el mundo ideal para aquella alma. Era un mundo material, donde recién se estaban estableciendo las primeras sociedades sedentarias. Pero había una, en especial, liderada por dos individuos a quienes conocía bien. Eran Mófeseles y Meymi. Los había enfrentado en el pasado y, tiempo después, ellos fueron desterrados a ese mundo material.

Comprobó que los nativos los tildaron de "dioses" y les ofrecían extraños regalos. Y no era nada raro, ya que ambos trascendieron la "edad límite" que alcanzaban los seres vivos de ese mundo. Y, para su alegría, percibió que ninguno tenía interés en salir de ese lugar ni mezclarse con los "materiales". Pero estaban muy solos, con un anhelo de proteger a un ser indefenso y propio que sea testigo de sus vivencias de deidades.

  • Ellos se merecen un hijo- pensó Shael, observando el contenedor- así que me proyectaré con mi nave y me manifestaré ante ellos.

Shael activó su nave y se presentó ante Mefiseles y Meymi. Ellos, al verla, la reconocieron y casi se murieron del susto.

  • No teman. No les haré daño

Ambos se calmaron, pero siguieron desconcertados por ver, después de mucho tiempo, a un ser vivo incorpóreo. Y peor aún, a ESE ser vivo incorpóreo.

Shael, ignorando sus expresiones, les mostró el contenedor que tenía en sus manos y les dijo:

  • Por favor, acéptenlo como a un hijo. En su vida de energético negativo se llamaba "Balzú".

La pareja de "dioses" se miraron. Luego, Meymi observó fijamente a Shael y le dijo:

  • ¿Acaso Balzú, al fin, logró apoderarse del poder de Solestelar?
  • Balzú no resistió ese poder- explicó Shael- un poco de energía hace bien, pero el exceso es perjudicial.

Tanto Mefiseles como Meymi dieron un suspiro de resignación. Aunque no entendían el porqué Shael se los entregaba voluntariamente, dedujeron que no estaban en posición de rechazarla. Así es que, al final, aceptaron el alma de Balzú.

Shael, entonces, empezó a explicarles cómo debían proceder para que Balzú renaciera otra vez. Ambos quedaron intrigados y, a la vez, asqueados, debido a que en ese mundo la forma de crear una nueva vida era completamente diferente, algo más "carnal" y que nunca se animaron a probar.

Sin embargo, Shael logró calmarlos diciéndoles que todo estaría bien y que, en su próximo renacimiento, ya podrían aceptar esas cosas con naturalidad.

Cuando Shael regresó a su mundo, empezó a recordar el pasado y, poco a poco, leyó toda la información que tenía de Solestelar y sus amigos, tanto de sus vivencias de energéticos puros como sus vivencias de seres materiales. Aún tenía mucho que hacer.

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