Camino de otros días

Capítulo 4: Rojo y azul

  • El equipo rojo hacia mi derecha y el equipo azul hacia mi izquierda.

Los niños de primero estaban en clase de educación física. Jugarían al fútbol y el profesor los dividió en dos grupos.

Lucero los estaba observando de lejos. Manuel se encontraba en el equipo azul. Cuando inició el juego, Manuel chocó contra un compañero del equipo rojo, tropezó y se cayó. Se levantó enseguida, se acercó a su rival y le prendió un puñetazo en la cara.

El profesor los separó y reprendió a Manuel. Éste, por su parte, le acusó a su compañero de hacerle sancadita para que tropezara y el otro lo negó. Todos se pusieron en contra de Manuel y lo acusaron de ser lento y torpe. Manuel, muy enojado por ser reprendido, se fue corriendo hasta el aula y permaneció ahí hasta que terminara la clase.

Lucero entró en el aula. Manuel estaba llorando. Se acercó a él y le preguntó si realmente su compañero lo empujó a propósito para que se cayera.

  • ¡Sí es cierto! - gritó Manuel- ¡No soy mentiroso! ¿Por qué nadie me cree?
  • Yo sí te creo- mintió Lucero. En el fondo, no estaba segura de lo que había visto.

Manuel dejó de llorar. Miró a la profe, sorprendido, mientras se limpiaba los mocos.

  • ¿Me crees? - dijo Manuel- ¿No soy mentiroso?
  • No eres mentiroso- dijo Lucero, mostrándole una cálida sonrisa.
  • ¿Y también crees cuando digo que los ángeles existen y son mis amigos?
  • También creo eso- continuó Lucero, sintiéndose feliz por estar en sintonía con el niño.

Manuel se secó la cara con ambas manos y, por primera vez desde que ingresó a esa escuela, sonrió. Luego, sacó de su mochila un cuaderno, lo abrió y le mostró todos los dibujos de ángeles que había hecho en él.

  • ¡Este soy yo! - le dijo Manuel, señalándole un ángel de cabellos verdes.
  • Pero si tu cabello es negro- dijo Lucero.
  • En realidad, no. Es en mi vida pasada. ¿Lo ves? ¡Aquí estoy volando!

Y mientras hablaba, pasaba las páginas y le explicaba lo que significaba cada dibujo.

  • Aquí estoy volando otra vez... ¡Me encanta volar! - y al abrir otra página, le mostró el dibujo de un ángel de cabellos azul- ¡Ah! ¡Y esta es una amiga! ¡Es muy linda! Es la única amiga que tengo. Un día desapareció y, por eso, empecé a buscarla hasta que nací aquí.
  • ¿Y por qué desapareció?
  • No lo sé. A ella le gusta jugar a las escondidas, supongo. Y sigue escondiéndose de mí.

Para no quedar mal con el niño, Lucero siguió escuchando su supuesta vida de ángel. No quería ser ella quien le arruinara la infancia diciéndole que todo eso es producto de su imaginación, que nunca existió ese mundo y que solo se había inventado una amiga imaginaria para no estar solo. Y pensar que ella, de niña, también tenía esa clase de fantasía. Pero creció, se graduó y ya era una adulta. Su mente se había amoldado a la realidad, donde no existen ángeles, hadas, vidas pasadas ni paisajes fantásticos. Había aceptado que todo eso era ficción y que la realidad era crecer, trabajar, estudiar y seguir trabajando.

Cuando Manuel terminó de comentar sobre sus historias, cerró el cuaderno y le dio un sorpresivo abrazo a Lucero. Ella se quedó helada, no esperaba esa reacción de él.

Acarició suavemente su cabeza, mientras el niño volvía a llorar, mojando su camisa. En el fondo, Lucero sintió como una especie de "deja vu" y, aunque le duró sólo unos segundos, tuvo una visión. En la misma, dos personas estaban abrazadas, observando el amanecer. Una de ellas lloraba y la otra sonreía. Manuel lloraba. Lucero sonreía para consolarlo.

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Uryan le comentó a Mijail que logró proyectarse al "mundo material" donde residía Solestelar. Aún conservaba su alma, solo que estaba atrapada en aquel contenedor llamado "cuerpo", de masa sólida y consistente.

  • ¿No te reconoció? - le preguntó Mijail.
  • Ella no me vio- argumentó Uryan- dormía profundamente. Pero le transmití parte de los recuerdos que construimos juntos para que, cuando nos veamos de vuelta, pueda recordarme.

Mijail se quedó pensativo por la ocurrencia de Uryan. Sabía que los "corpóreos" o "materiales", al nacer, conservaban fragmentos de su vida pasada en la memoria. Pero, a medida que crecían, lo tomaban como un sueño y, prácticamente, lo dejaban al olvido.

En el pasado, Mijail también se había proyectado a ese mundo material con el objetivo de reencontrarse con amigos que ya residían ahí. Pero, cuando los encontraban, no los reconocían. Lo que más temía era que Uryan, con otra proyección, volviera a visitar a Solestelar y que ésta lo tratara como a un extraño.

  • Uryan, hay algo más que debo advertirte sobre el mundo donde reside Solestelar- le dijo Mijail, en un momento dado.
  • ¿Acaso hay algo más?

Mijail sacó un aparato negro de su bolsillo, lo puso al suelo y, de ahí, apareció el holograma de un "mundo material".

  • Esto fue lo que registré en uno de mis viajes- le dijo Mijail, seriamente- como verás, ese grupo de personas me han visto con mi nave. mira cómo reaccionan.

El grupo de personas empezó a temblar. Algunos gritaban, oros pronunciaban extrañas palabras y unos pocos se arrodillaban al suelo, observaban la nave de Mijail, con las manos juntas, murmurando frases raras.

  • ¿Qué están haciendo? - le preguntó Uryan a Mijail.
  • Me dijeron "ángel"- dijo Mijail, cerrando con la proyección y guardando el aparato en su bolsillo- he recibido muchos nombres al visitar diversos "mundos materiales", todos de diferentes épocas. En algunos, aún no habían desarrollado la tecnología y vivían de los que le proveían la naturaleza. En otros, solo deseaban dominar y colonizar otras regiones de su mundo con "menos tecnología" o "más distantes". Unos cuantos mundos ya lograron, incluso, viajar al espacio, crear medicamentos para curar sus enfermedades, desarrollar aparatos para facilitarles la vida... sin embargo, ninguno de ellos acepta que podamos vivir sin "envase corpóreo". De acuerdo a los mundos, las regiones y las eras, nos etiquetan de acuerdo a sus conocimientos adquiridos por sus ancestros y por ellos mismos. Cuando se les presenta algo que sale completamente de su esquema, intentan compararlo con algo similar y, los más osados, se apropian de eso para "avanzar" en el tiempo. Es muy difícil que ellos puedan siquiera pisar un mundo como el nuestro, basado prácticamente en energía cósmica. Sin embargo, nosotros, con nuestras naves o a través de proyecciones, sí podemos hacerles breves visitas.
  • Realmente, Mijail... ¿Por qué me estás contando todo esto?
  • Solo quiero que sepas cómo es el mundo donde reside Solestelar y, en el fondo, comprendas el porqué, a veces, uno de nosotros sí o sí debe pasar por esa clase de mundos.




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