"Mi mamá me mima. Mi mamá me ama"
Manuel regresó a su asiento, contento por el cumplido de la profesora. Desde que tuvo esa conversación con ella, empezó a sonreír con más frecuencia e, incluso, empezó a participar en sus clases. Pero todavía no se relacionaba con sus compañeros.
Algunos niños levantaron la mano. Manuel estuvo a punto de levantarla, pero la bajó enseguida y fingió mirar hacia otro lado. Lucero se percató de eso, por lo que lo llamó a él y a una niña que se sentaba cerca de él.
Ambos pasaron al frente. Lucero les pasó la tiza y les pidió que realizaran los cálculos en la pizarra.
La niña los realizó sin ninguna duda y sin cometer errores. Manuel, en cambio, tuvo que borrar unas cuantas veces hasta dar con el correcto. Lucero los felicitó a ambos por el esfuerzo y los niños regresaron a sus asientos.
Lucero les explicó sobre los cálculos que acababan de realizar y le preguntó a la compañera de Manuel cómo pudo llegar a los resultados correctos de las restas.
Sonó el timbre del recreo y todos los niños salieron, menos Manuel. No le gustó fracasar frente a Lucero. Por algún motivo, le era muy difícil los cálculos matemáticos. En la escritura y en el dictado, en cambio, le iba mejor que a muchos de sus compañeros.
Antes de que Lucero saliera, Manuel se puso frente a ella, la miró seriamente y dijo:
Lucero se acercó a su escritorio, sacó una hoja y anotó algunos cálculos matemáticos de suma y resta. Se las dio a Manuel y le dijo:
Manuel asumió con la cabeza, regresó a su banco y realizó los cálculos matemáticos.
Jorge apareció, se acercó a Lucero y, luego de echarle una rápida mirada a Manuel, le dijo:
Jorge se quedó reflexionando las palabras de Lucero. La verdad, él no esperaba que Cintia tuviese ese sentimiento. Siempre la veía muy entusiasmada en la clase y, de sus compañeros, fue la que más rápido aprendió las notas y el ritmo.
Manuel se acercó a Lucero y le pasó sus cálculos. Lucero los analizó. Había borrado varias veces e, incluso, comprobó que había corroborado la respuesta al dibujar "palitos" a un costado. Pero acertó en todas, logró seguir sus indicaciones sobre las restas. Por lo tanto, le puso una carita feliz y le dijo:
Luego de decir esas palabras, le entregó el papel junto con un caramelo que tenía guardado en el bolsillo.
Manuel no le dijo nada a nadie. Lucero tampoco comentó nada al respecto. Cuando terminó el recreo, continuó con la clase sin ningún problema.
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Speranwa cantaba frente a un lago de cisnes negros. Su canto hacía que dichas aves la escucharan atentamente, algunos con los ojos cerrados para disfrutar de su hermosa voz.
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reencarnación, seres de otros mundos, reencarnaciones y amistad
Editado: 19.11.2022