En donde siempre almorzaba, Lucero escuchó de casualidad esa conversación que venía de una pareja de jóvenes estudiantes. Por el uniforme, Lucero supuso que venían del colegio donde ella enseñaba, solo que pertenecían a la secundaria. Lo que le llamó la atención fue que ellos estaban conversando sobre ese tema, cuando lo normal sería que hablaran de sus cantantes o actores favoritos.
La conversación de esos chicos se mezclaba entre textos bíblicos y deducciones científicas, cambiando a los "ángeles" por "extraterrestres", las "nubes" por "ovnis" y así sucesivamente.
Jorge apareció y Lucero dejó de escuchar la conversación. El profesor de música también solía frecuentar la cafetería, solo que no lo hacía con tanta intensidad como Lucero. Y siempre que la veía, se acercaba y se sentaba junto a ella.
Lucero no respondió. Miró hacia un costado, sintiéndose incómoda frente a la mirada inquisitoria de Jorge. Sabía que él y Carlos tuvieron una conversación fuerte un mes atrás, cuando ella le confesó a su amigo sobre cómo Carlos la molestaba con mucha frecuencia. Ella se había retirado cuando ellos se quedaron a charlar sobre el tema y, por un largo tiempo, Carlos no la volvió a molestar más. Sin embargo, las insinuaciones volvieron y Carlos, cada día, se volvía más directo. A veces le decía lo hermosa que era, que le sentaría bien una minifalda o que usara una camisa bien escotada. Pero la gota que colmó el vaso fue cuando, unas horas antes, "sin querer" le acarició el trasero. La reacción de Lucero fue darle un fuerte golpe en la cara y alejarse lo más que podía. Por suerte Carlos no hizo amago de acercarse.
Jorge se marchó, sin darle oportunidad a Lucero de detenerlo. Ella lo vio irse, sintiendo una extraña sensación en el pecho. Durante su vida, nunca nadie le había defendido así. Y la verdad no confiaba en los otros. A pesar de sus problemas, decidió confiar, por primera vez, en alguien a quien recién conoció y que le ofreció su amistad. En el fondo, temió que Jorge fuese en realidad un "extraterrestre" que solo venía a la Tierra para procrear, tal como estaba narrado en aquel apócrifo que comentaron los jóvenes que seguían sentados cerca, esta vez, hablando de los posibles planetas que podrían albergar vida.
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Los mundos hechos con energía cósmica pura difícilmente son visibles a las dimensiones de mundos materiales. Eso se debe, más que nada, a la diferencia de tiempo y a la forma en que evolucionaron los distintos mundos que coexisten en el universo. Sin embargo, los energéticos han deseado, por un largo tiempo, conocer más a fondo a los seres materiales, estudiarlos, analizarlos e, incluso, ver si podían unirse y procrear para crear un nuevo tipo de ser vivo, capaz de vivir tanto en un mundo material como en un mundo energético. Pero no todos estuvieron de acuerdo con esa iniciativa por lo que, en diversos mundos materiales, se aprovecharon de su inestabilidad sólida para potenciar aún más la energía que los mantenía estable. Miles de seres materiales perecieron ante aquellas destrucciones. A pesar de eso, los descendientes del cruce entre materiales y energéticos sobrevivieron y, por miles de millones de años, pudieron coexistir tanto en el ámbito material como en el ámbito energético. En los mundos materiales fueron llamados por diversos nombres. Los más comunes son "semidioses" o "elegidos de Dios". Algunos eran adorados, otros despreciados. Los energéticos puros los llaman "seres de energías negativas", aunque no me parece adecuado el término. Es cierto, las "energías cósmicas positivas" nos permiten mantener una consistencia de nuestros cuerpos, aunque para los materiales somos "intocables". Los que poseen "energías negativas" sí pueden tocarnos, pero muchos argumentan que sienten una extraña sensación, que hacen que las energías choquen y pierdan parte de su consistencia. Sin embargo, yo no sentí aquel malestar. Una vez hice una prueba: abracé a un "negativo" y, entre ambos, realizamos un intercambio de energías sorprendente. Así logré mejorar mi nave y alargar la vida del "negativo". Por lo tanto, seguiré con las investigaciones hasta que deje de existir en este mundo. Siento que me falta poco. Debo apurarme.
Uryan leyó la nota personal que Speranwa agregó a su nave unos días antes de desaparecer. Para Uryan, todo eso era nuevo y se preguntó por qué nunca nadie le había hablado de los "negativos". Quizás por su juventud o, simplemente, no le dio la importancia que le tenía que haber dado.
Cuando Mijail apareció, Uryan guardó rápidamente su nave. Mijail tenía en sus manos un fragmento de sol, que había recogido en un breve paseo por el espacio. Para los energéticos, alcanzar el sol y pasearse por su superficie no producía ningún malestar. Es más, sentían que sus energías aumentaban. Y siempre es un placer charlar con los pocos habitantes que sí vivían en el sol.
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reencarnación, seres de otros mundos, reencarnaciones y amistad
Editado: 19.11.2022