Camino de otros días

Capítulo 13. Adulto y niño

Mefi y Mey estaban dentro de un departamento, sentados encima de un sofá viendo la tele. Estaba transmitiendo el noticiero, donde informaban sobre alguna rebelión o guerra que ocurrió en algún lejano país.

  • ¿Entonces es así como te informas de todo sobre lo que pasa en el mundo? - le preguntó Mefi a Mey.
  • No solo eso- le respondió Mey- también aprendí mucho sobre los nativos, sus costumbres, pensamientos e historia. La televisión es maravillosa. Nunca me cansaría de verla.
  • Todo bien, pero no creo que la televisión nos muestre dónde se encuentra esa mujer. ¿Verdad?

Mey evitó responder a la pregunta de Mefi. Lo único que hizo fue apagar el televisor, levantarse del sofá, ponerse una campera de cuero y dirigirse hacia la puerta que la llevaba fuera del departamento.

  • ¿Adónde vas? - le preguntó Mefi.
  • Tenemos trabajo que hacer- argumentó Mey- encontrémosla antes de que los otros se nos adelanten.

Y así, los dos extranjeros empezaron a recorrer la ciudad.

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Lucero encontró, entre sus cosas, una foto familiar en la que ella tenía seis años y se fue con sus padres a la estancia de una tía. Entonces, le vino en la memoria que, por la noche, se había despertado para ir al baño. Para eso, debía salir del dormitorio, cruzar el corredor que se encontraba afuera y entrar en el pequeño baño que se encontraba por detrás de la cabaña.

Durante el camino, entre los matorrales, le pareció ver algo que brillaba. Como toda niña curiosa, fue a ver lo que era y se encontró con una persona extraña. No era nadie que trabajara en la estancia, ni ninguna otra persona que había visto en su vida. Esa persona emitía un brillo propio, casi parecido a la luz de la luna. Estaba vestido de blanco y sus cabellos eran largos y de color verde.

  • ¿Quién eres? - le preguntó Lucero- ¿Eres un ángel?

El "ángel" la miró y le sonrió. Luego, le cantó una extraña canción, con palabras que Lucero nunca antes había escuchado. Y, sin embargo, le gustó. Sintió que era trasladada a otro mundo, donde podía volar y disfrutar de una eterna felicidad. Poco a poco, la canción la sumió en un profundo sueño y, cuando la canción terminó, se quedó dormida completamente.

Al despertar, se encontró en su cama y descubrió, con mucho pesar, que había mojado la cama.

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Kienya y Sharman lograron localizar a Uryan, solo que se llevaron la desagradable sorpresa de que Mijail lo encerró en su nave.

Uryan, al verlas, les explicó su situación y les preguntó si podían ayudarlo a liberarse.

  • Será complicado, pero lo intentaremos- dijo Sharman.
  • ¡Claro que lo lograremos! - dijo Kienya- solo debemos ponernos por delante y por detrás de la nave. utilicemos nuestras energías negativas para crear una apertura donde podrá salir Uryan.
  • Son tan amables- dijo Uryan- pero no podré salir por completo de esta nave. me alcanzará para proyectarme en el mundo material, encontrarme con Solestelar y advertirle del peligro en que se encuentra. ¿Podrán aguantar hasta que la encuentre?

Kienya y Sharman asumieron con la cabeza. Sharman se puso por delante y Kienya por detrás de la nave. ambas, al mismo tiempo, palparon la superficie y sintieron una gran descarga que dañaba sus partes materiales. Pero no se quejaron. Se concentraron en revertir ese choque energético y lograr una mínima apertura donde Uryan podría proyectarse al "mundo material".

Cuando lo lograron, Uryan se concentró, pensó en Solestelar y se proyectó al mundo donde residía. Cuando llegó, otra vez era de noche y se encontraba entre unas plantas largas, verdes y muy sólidas.

Frente a él, se encontraba Solestelar. Estaba despierta y lo miraba, sorprendida, como si nunca hubiese visto a alguien como él. Uryan, entonces, le advirtió del peligro en que se encontraba y ella también le dijo algo, en un idioma que no pudo identificar. Solo pudo entender una palabra: "ángel"

  • Así como tú encarnaste en un envase corpóreo, muchos "negativos" encarnarán y te buscarán. Ten cuidado. No confíes en nadie. Cuando pueda, yo también residiré en un cuerpo material y te buscaré para protegerte. Te lo prometo.

Solestelar se desmayó. No sabía si fue por las palabras de Uryan o por la impresión que le daba ver a un "incorpóreo". Uryan vio que un "material" se acercaba, por lo que decidió desaparecer para que no se asustara de su presencia.

Cuando regresó a su mundo, otra vez se encontró dentro de la nave de Mijail. Kienya y Sharman se habían desmayado. Se encontraban completamente lastimadas: sus partes materiales no soportaron la potente energía de la nave de Mijail.

Uryan también sintió que había gastado muchas energías al proyectarse. Por lo tanto, poco a poco perdió el conocimiento y, lo último que vio, fue que Mijail se manifestaba y se acercaba a él.

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Cintia y Manuel volvieron a encontrarse en el parque. Ambos se volvieron muy buenos amigos y Manuel, incluso, ya sabía ejecutar bastante bien la flauta gracias a la paciencia de Cintia.

En esos momentos, Manuel le comentaba a Cintia sobre lo nuevo que aprendió durante la semana. Cintia solo lo escuchaba y sonreía, recordándose que también había pasado por lo mismo en el primer grado.

Mefi y Mey también llegaron a la plaza y se sentaron en un banco. Cintia los miró de lejos y sintió que ya los conocía. Por lo tanto, se acercó para verlos mejor. Manuel la imitó.

Mefi y Mey se percataron de la presencia de los niños y los miraron fijamente. Enseguida, Manuel sintió un extraño miedo y se ocultó detrás de Cintia. Ella no se movió. Siguió ahí, mirándolos desafiante a esos extraños que no eran tan extraños del todo.

  • ¡Pero qué sorpresa! - le dijo Mey, mostrando una sonrisa maliciosa- no esperaba encontrarte aquí, mocosa. ¡Y hasta trajiste a tu amiguito! ¡Qué ternura!
  • ¡Vaya! ¡Están irreconocibles! - dijo Mefi, con la boca abierta de la sorpresa- me pregunto si aún se acuerdan de "aquello"
  • Yo sí- dijo Cintia, con una voz de pocos amigos- pero Manu no. ¡Lárguense de aquí!




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