Camino de otros días

Capítulo 20. Calor y frío

Lucero y Carlos volvieron a quedarse solos en la sala de profesores. Pasó media hora de la salida y casi todos los profesores se marcharon.

Carlos miró a Lucero fijamente. Ella hizo lo mismo, lista para prenderle un puñetazo en cualquier momento.

  • Eres tan linda- le dijo Carlos- ¿Por qué no me aceptas? Sabes bien que te amo.
  • Tú no me amas- le respondió Lucero- eres un cínico. Me pregunto a cuantas más has lastimado.
  • Eran todas unas bandidas.
  • ¿Y dirás eso de mí también?
  • Ya lo hice. Es más, insinué a unos cuantos que no sabes enseñar. Te tienen en la mira, Lucerito. Pero puedo cambiar todo eso si accedes a salir conmigo.

Lucero hizo amago de marcharse, pero Carlos le bloqueó el camino. Incluso, cerró la puerta para que nadie más entrara al cuarto.

  • Bien. Hasta aquí llegamos- dijo Carlos, abalanzándose rápidamente sobre Lucero- serás mía por las buenas... ¡O por las malas!

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Meymi estaba observando, desde su nave, cómo era el mundo donde residían Solestelar y Speranwa. Mefíseles decidió no ir al mundo material hasta encontrar una forma de acabar con Kienya y Sharman. Aún recordaba aquella pelea que tuvieron y todavía le daba rabia el no haber acabado con ellas rápidamente.

  • Este mundo material parece interesante- dijo Meymi, mientras analizaba los datos del mismo- la gente come otros organismos vivos, existe un satélite que gira alrededor de ese mundo llamado "Luna"... ¡Guau! ¡Incluso mandaron un extraño artefacto a otro planeta de su sistema solar! Le dicen "robot". ¡Qué nombre más extravagante!
  • Bueno, Meymi. No te entusiasmes tanto- le advirtió Mefíseles- recuerda que tu objetivo es hallar a Solestelar.
  • Y estuve a punto de lograrlo, pero esa tal "Shael" hizo que perdiera las coordenadas. No sé en qué estaba pensando Uryan al ayudarla a nacer.
  • Shael es solo una niña. Mejor dejémosla que disfrute de su infancia. Nosotros nos concentraremos en lo que importa.

Meymi estudió las coordenadas del mundo material. Descubrió que, en diversos puntos del planeta, existían diferentes temperaturas y, luego de analizar los pros y los contras de cada región, eligió establecerse en una zona fría donde, en ese mismo momento, caía nieve.

  • Me atrae la nieve- se excusó Meymi- residiré ahí y, poco a poco, haré pequeños viajes hasta poder localizar a Solestelar.
  • Me parece bien. Te voy a extrañar. ¡Ah! Y si por ahí te encuentras con Balzú, dile que todavía tengo algo pendiente que saldar con él.
  • Descuida. Le pasaré el mensaje. ¡Hasta pronto!

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Lucero le dio una fuerte patada a Carlos, en la zona de los genitales. Logró alcanzar la puerta, abrirla y salir corriendo.

Carlos la siguió. El intenso dolor hizo que estallara de rabia y solo sintiera deseos de lastimarla. Lucero recordó aquella pesadilla y, prácticamente, se estaba haciendo realidad.

Tropezó con unas mesas que los limpiadores sacaron de un aula y cayó al suelo. Carlos ya estaba cerca. Lucero intentó incorporarse, pero Carlos se abalanzó sobre ella y la inmovilizó. Su cara estaba irreconocible. Ya no tenía aquella falsa sonrisa amistosa. Más bien, sus ojos parecían salírsele de sus órbitas y su sonrisa era retorcida, macabra, como si saliera de una película de terror.

Alguien empujó a Carlos y, así, Lucero se liberó. Su salvador era nada más ni nada menos que aquel adolescente con quien habló en la cafetería la semana anterior. Gabriel, quien se había ido a la cafetería a almorzar, regresó al colegio porque se había olvidado de un libro que dejó en la clase. Y cuando estaba dispuesto a recuperarlo, vio cómo Lucero era perseguida por Carlos y cómo éste la inmovilizaba por el suelo.

  • ¡Tú! ¡Maldito! ¡Otra vez metiéndote en donde no te importa! - le gritó Carlos a Gabriel

Gabriel sacó de su bolsillo su celular, se lo mostró y le dijo:

  • Lo he filmado. Y otros también lo han visto.

Cerca del muchacho estaban Manuel y Cintia, quienes estaban siendo cuidados por Jorge, dado que otra vez tardaban en buscarlos del colegio. Manuel corrió rápidamente hacia Lucero, se puso frente a ella y, mirando desafiante a Carlos, le dijo:

  • Si le volvés a pegar a mi profe, te las verás conmigo.

Unos cuantos limpiadores también se acercaron, al escuchar semejante barullo. Carlos observó a su alrededor. Todos lo miraban, todos se dieron cuenta de quién era en realidad. Incluso fue filmado. Pronto su reputación iría por los suelos.

La directora del colegio apareció y, antes de preguntar el motivo del escándalo, Gabriel le mostró lo que había captado con su celular y le dijo:

  • Ahora sabes. Que no vuelva a repetirse.

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Shael inspeccionó la nave que Uryan creó para ella. Le había incorporado mucha información y le había explicado su funcionamiento. Sin embargo, lo que Shael deseaba era viajar o proyectarse a otros mundos.

  • Aún eres joven para eso. Y casi te perdí aquella vez- le dijo Uryan, cuando Shael le mencionó el tema.
  • Mi madre nunca se proyectó, ¿Verdad? ¿Por qué?
  • Será porque no estaba interesada. Yo tampoco lo estaba. Ni siquiera conocía lo que eran los mundos materiales y los seres con energías negativas.
  • Sin embargo, Mijail lo sabía todo. ¿Por qué no te dijo nada?
  • Será, más que nada, porque nunca se lo había preguntado.

Shael palpó su nave y, la misma, mostró información sobre el mundo material donde residían Solestelar y Speranwa. Inspeccionó las imágenes y la información. Y luego, marcó una palabra, se lo mostró a Uryan y le preguntó qué significaba.

  • Esa palabra, "ángel", se refiere a seres como nosotros. O, al menos, así nos mencionan en ese mundo material.
  • ¿Y esta otra? Dice... "extraterrestre".
  • Nos califican de acuerdo a las épocas y creencias.
  • ¿Y nosotros cómo les decimos?
  • Algunos energéticos les dicen "mortales"; otros les dicen "corpóreos" y "materiales".
  • ¡Qué extraño! ¿No? Cuando lo mejor sería llamarlos por sus nombres.
  • ¿Por sus nombres?
  • Sí. Yo, por ejemplo, me llamo Shael y tú Uryan. Y estoy segura de que los "materiales" también tendrían sus nombres.
  • La verdad, nunca había pensado en eso.




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