Capítulo 2: El Encuentro

Evans parpadeó, y de repente se encontró en un lugar completamente diferente. La niebla espesa había desaparecido. En su lugar, estaba en una sala amplia, con paredes de piedra gris, sin ventanas ni puertas visibles. La luz era tenue, como si una sombra persistente estuviera colándose por cada grieta. Sin embargo, algo era diferente. Sus manos, su cuerpo... todo estaba como antes, como si hubiera despertado en su propio cuerpo, en el mismo estado que lo recordaba. Podía sentir el latir de su corazón, el peso de sus pies sobre el suelo frío.

Miró a su alrededor, y allí, dispersos por la sala, había otras seis personas. Eran tan desconcertantes como él, todos con una mirada perdida, como si estuvieran tan fuera de lugar como él mismo. Unos más nerviosos, otros más tranquilos, pero ninguno parecía entender por qué estaban allí.

El silencio se mantuvo unos segundos antes de que uno de ellos hablara.

—¿Dónde estamos? —preguntó una mujer de cabello corto, con la mirada angustiada.

Nadie respondió al principio. Todos se miraban, confundidos y desorientados. Evans observó a las otras personas, intentando encontrar alguna pista sobre lo que estaba pasando. Había un hombre alto, con una expresión seria, una mujer que parecía estar temblando, un joven con una cicatriz en la cara, y una persona mayor que no podía dejar de temblar. Parecían tan perdidos como él.

Finalmente, fue Evans quien rompió el silencio.

—Nosotros... ¿hemos muerto? —dijo, apenas consciente de sus propias palabras. El miedo estaba comenzando a apoderarse de él de nuevo, pero algo en su interior le decía que debían empezar a hablar.

La mujer de cabello corto lo miró, como si al fin una pieza del rompecabezas hubiera encajado.

—Sí, lo creo. Todos... todos tenemos algo en común. Nos dijeron lo mismo. Al menos, a mí me dijeron que no estaba muerta, pero tampoco viva.

El joven con la cicatriz asintió lentamente.

—Lo mismo me dijo esa voz. Una especie de entidad, como si estuviera… observándonos.

Evans frunció el ceño. ¿Era eso lo que había escuchado antes? ¿Era posible que todos compartieran esa misma experiencia, esa misma voz?

—Yo también escuché eso —dijo el hombre serio, cruzando los brazos—. Algo de pruebas, de un juicio… Como si todo esto fuera parte de un mal sueño.

Otro de los presentes, un hombre con gafas, soltó un suspiro.

—No entiendo nada. Primero estaba muerto, luego estoy aquí. ¿Quiénes son ustedes? ¿Qué quieren de nosotros?

La mujer temblando miró al suelo, sus ojos vidriosos.

—Todos estamos muertos, lo sabemos. Pero... ¿por qué estamos aquí? ¿Qué tenemos que hacer?

Evans, ahora completamente inmerso en la conversación, decidió preguntar lo que había estado rondando en su mente desde que despertó en ese lugar.

—¿Alguien sabe qué está pasando realmente?

Nadie respondió de inmediato, hasta que, de repente, una nueva voz irrumpió en la sala, clara y definitiva. Una voz que Evans reconoció al instante.

—Ahora que estáis todos, bienvenidos al Camino hacia el Infierno. Os deseo suerte a todos.-Dijo Death, quien aparecío con una sonrisa.