Guiadas por la magia que fluía en sus venas y por su inquebrantable amistad, Loriana y Faelan penetraron en los Bosques Encantados. El aire estaba cargado de una energía inusual, los árboles gemían con una tristeza que resonaba en sus almas. Criaturas mágicas, antes llenas de alegría, ahora eran portadoras de una agresividad desconcertante.
Cada paso en el bosque era un desafío, pero la determinación de las dos amigas nunca flaqueó. Llegaron a un claro donde un antiguo altar, ahora envuelto en sombras, albergaba la Lágrima de la Luna. Un vórtice oscuro bloqueaba su acceso, pero Loriana y Faelan combinaron sus habilidades mágicas para desentrañar el hechizo protector.
El vórtice cedió ante su poder combinado, revelando la Lágrima de la Luna, una joya resplandeciente que capturaba la luz de la luna en su interior. Al tocarla, Loriana sintió una oleada de energía mágica que le recorría el cuerpo. La joya era el primer paso hacia la restauración de Elysium, y el comienzo de un viaje lleno de desafíos y descubrimientos.