La profecía señalaba a los Enclaves Celestiales como el siguiente destino en su búsqueda. Este reino celestial estaba habitado por majestuosos dragones que surcaban los cielos como estrellas vivientes. En su búsqueda de la Llama Estelar, Loriana y Faelan se encontraron con Drakonar, un joven dragón cuyas escamas reflejaban la constelación de la Gran Ala.
Drakonar, atormentado por un maleficio oscuro que había caído sobre su especie, se unió a la búsqueda de los tesoros. Los tres compañeros emprendieron un vuelo hacia los cielos celestiales, enfrentándose a pruebas de astucia y valor en su camino. La Llama Estelar estaba oculta en lo alto de una montaña inaccesible, pero la magia de las estrellas que fluía en Drakonar les permitió superar cada desafío.
Con la Llama Estelar en su posesión, el grupo sintió el poder de las estrellas llenando sus corazones. La joya emitía un resplandor cálido y reconfortante, y Loriana sabía que estaban un paso más cerca de restaurar la magia en Elysium. Juntos, continuaron su viaje hacia lo desconocido, dispuestos a enfrentar cualquier obstáculo que el destino les presentara.