CINDY
— ¿Puedes volver a explicarme porque tengo que ir con ellos?
Mamá termina de empacarme el último emparedado en una de esas loncheras que supuestamente mantiene el calor o el frio. Digo supuestamente porque nunca ha funcionado en esos viajes que hemos hecho.
—No de nuevo, Cindy —suspira, bastante cansada de esto.
Pero si ella “está cansada” ¿Cómo quiere que me sienta yo? Voy a tener que subirme a un auto con mi hermano, un desconocido y mi ex casi-novio.
Bien, en realidad no es así.
Sí, estaré con mi hermano Eli y también con su mejor amigo, Jacob quien desearía jamás volver a ver luego de ese horrible momento vergonzoso para mí.
Jacob no es mi ex, nunca fuimos nada pero por muchos años quise que sí. Es como esos casos cuando has estado ilusionada tanto con alguien que cuando las cosas salen mal, se siente como un rompimiento. Patético, lo sé.
También el hermano menor de Jacob, Kyler, quien tiene mi edad y aunque lo he conocido por casi toda mi vida, no somos realmente amigos.
Sé quién es, él me conoce y sabemos datos irrelevantes de nosotros como que él siempre come la ensalada de papa antes que el pollo frito o que me gusta estar sin zapatos pero con calcetas en mi casa, pero no me habla más de lo necesario porque es diferente a mí en todos los sentidos.
— ¿Estás segura que esto es una buena idea? Yo, una chica, con todos ellos —intento hacer todo lo posible para que se arrepienta.
Mamá niega. —No exageres. Estará tu hermano que daría la vida por ti —ahora ella es quien exagera—. Y conoces a Kyler y a Jacob de mucho tiempo, eres como su hermana.
Sí, ese fue el problema con Jacob.
—Además Kyler y Jacob son muy buenos chicos, la vida les ha jugado mal pero son buenos —mamá siempre ve lo mejor en las personas.
—Entonces según tú, estoy segura con ellos —bufo.
No me molestaría hacer este viaje si solo fuera con mi hermano pero, ¿en serio? ¿Con Jacob luego de esa terrible humillación? Y Kyler que es tan… único.
—Cindy —mamá me toma ambas manos—. Escucha, no pelees contra esto. Tu padre quiere verte y a Eli también, luego estarás de vuelta y todo estará bien.
Bufo otra vez. —Pero no entiendo porque tienen que ir ellos también, digo, en parte puedo imaginar los motivos de Jacob ya que no tiene auto y eso pero, ¿en serio? ¿Por qué no pagan un vehículo para que los lleve?
Ella me observa en silencio y suspira, luego aclara la garganta. —Ellos van a visitar a su abuela y necesitan un aventón.
Este no será un “aventón” será un viaje en carretera, uno que durará al menos dos días o más por las paradas y todo eso.
— ¿Por qué papá no puede venir por mí? —reclamo.
Mamá me da una mirada. —No puede ahora —baja la voz—. Está ocupado, con su bebé.
Mis padres se divorciaron hace unos seis años y aunque la mayoría de los padres de mis amigos también lo están, los míos son diferentes. Ellos no se llevan mal, incluso se han sonreído en ocasiones.
Mamá incluso pregunta por la salud del pequeño Peter, mi nuevo medio hermano.
—Te voy a extrañar —y esto no es mentira.
Me llevo bien con mamá, no es como esas madres que quieren ser tú hermana mayor sino es de esas que sabe poner límites pero te llama para que vean películas juntas, sales de compras y hacerte las uñas y te ayuda con el maquillaje.
Ella sonríe. —Yo también a ti, pero te veré en dos semanas. ¿Estas segura que llevas todo? No quiero que te congeles.
—Sí, lo hago —respondo.
Entonces escucho el sonido de un auto estacionándose frente a la casa y sé que mi paz, felicidad y armonía se pondrá en pausa mientras dura este viaje. No puedo hacer nada para evitarlo, lo intenté y fallé.
—Escucha, llámame cada vez que puedas, ¿sí? —Mamá habla mientras se dirige a la puerta—. Envíame mensajes y toma fotografías del paisaje, en esta época podrás ver escenarios fantásticos.
Asiento. —Lo haré.
Mamá sale, dejando la puerta abierta. Veo las dos maletas medianas cerca de la puerta esperando a que sean igualmente obligadas a un viaje que no quería realizar.
Entiendo que es la época navideña y que papá quiere pasar dos semanas conmigo y mi hermano pero, ¿no puede vivir a veinte minutos? ¿Por qué tiene que vivir hasta el norte del país?
Y sobre todo, ¿Por qué la abuela de mis vecinos y compañero de clase tiene que vivir en ese lugar también?
Malas casualidades de la vida.
Escucho a mamá llamarme así que tomo la lonchera y la dejo sobre una de mis maletas antes de salir y ver a mi hermano, abriendo la cajuela. Él me saluda levantando la mano y yo le sonrío.
Miro al auto y parece que por ahora solo está él, algo que no durará mucho tiempo.
—Cindy —Eli me da un medio abrazo—. ¿Ya estas lista, verdad?
—Sí, solo iré por mis maletas —digo.
Pero mamá ya está en eso porque ni siquiera noté cuando entró a la casa y regresó con las maletas y la lonchera, se detiene a mitad del camino cuando mi hermano se acerca para colocarlas.
—Llévate esa contigo —pide, tomando la lonchera—. Seguro hay lugres donde puedan comer pero es por si acaso.
—Voy por mi bolsa —digo, sosteniendo la lonchera en una mano, entro a la casa y veo a mí alrededor.
Una parte de mí sí quiere ir a ver a papá y conocer a mi pequeño medio hermano pero por otra parte, no quiero hacerlo.
Me obligo a ir al sofá para tomar mi bosa que solo lleva un par de cosas y salgo, otra vez y me acerco al auto donde mamá está junto con mi hermano quien ya ha cerrado la cajuela.
—Bueno, es hora —Eli junta las manos.
Mamá le da un fuerte abrazo y luego a mí. Me alejo para subirme al asiento del copiloto y espero a que Eli lo haga también, una vez dentro bajo la ventana para despedirme de mamá con la mano, ella me envía un beso en el aire y yo también.
Cuando Eli avanza, me da una mirada y sonríe. —Eres una niña, ¿no maduras?
— ¿De qué hablas? Perdón por amar a mi madre —ruedo los ojos—. Además tú eres el que la llama casi todos los días.