Caminos Diferentes

3

CINDY

Abro los ojos al escuchar ese sonido.

Levanto los ojos a los de Kyler, quien los aparta de mí. Creo que tiene hambre y bueno… tengo comida pero, ¿debería ofrecerle? No sé ni siquiera si le gustan estas cosas o es de los que comen sabores raros como galletas de especies y jugo de espinaca.

Miro hacia la puerta de la tienda una vez, esperando que mi hermano y Jacob salgan pero creo que siguen felizmente charlando ahí adentro. Es posible que se estén tardando tanto porque la chica que me cobró es muy linda, así que no dudo que estén intentando obtener su número.

Ugh, hombres.

Miro el paquete de galletas que compré y lo tomo, aclaro mi garganta sintiendo un hormigueo en mi estómago. Es esos momentos cuando abres la boca, sabes qué vas a decir pero no sabes cómo pronunciar esas palabras.

Finalmente, lo hago. — ¿Quieres?

Kyler gira a mí, baja la vista a lo que estoy sosteniendo. —Es tuyo.

Ruedo los ojos, realmente odio cuando las personas hacen eso. Sí alguien te ofrece algo, lo tomas. Estoy segura que ese es un consejo que te daría algún millonario en uno de sus libros.

— ¿Quieres o no? —bien, soné demasiado agresiva, así que agrego: —Bueno, solo si quieres.

Kyler asiente dos veces, con movimientos de cabeza cortos. —Está bien, gracias.

Le entrego el paquete y él lo gira para leer la etiqueta, luego lo abre con cuidado mientras que yo tomo la barra de chocolate y tiro del empaque, abriéndolo mal pero no importa.

— ¿No hay problema si como aquí en el auto? —Kyler pregunta.

Elevo una ceja. —Pues tenemos hambre y ellos no se apresuran, ¿Quién se va a enterar?

Los labios de Kyler se curvan levemente hacia arriba por menos de un segundo, tal vez fue un efecto óptico. —Tienes razón.

Sé que Eli no es la persona más ordenada del mundo pero desde que papá le regaló su auto, lo cuida de cualquier cosa. Una vez estaba reaplicando mi brillo labial y comenzó a amenazarme sobre no derramar ni una sola gota.

Kyler come las galletas con un poco de prisa y yo me tomo mi tiempo para saborear cada mordisco. Sigo dándole vistazos alternados a la tienda y a mi inesperado compañero de merienda.

Veo los auriculares sobre su regazo y me pregunto qué tipo de música escuchará, seguro está interesado en esas bandas extrañas de países extranjeros o cantantes que son bastante controversiales.

Finalmente la puerta se abre, Jacob y Eli salen como entraron, riéndose y bromeando entre ellos. Eli abre la puerta del conductor al mismo tiempo que Jacob, ambos se acomodan sobre los asientos.

Eli gira el rostro y me mira aun con la mitad del chocolate, entorna los ojos. —Te he dicho que no comas aquí.

Jacob ríe. — ¿Me compraste algo, Cindy?

Ruedo los ojos por ambos. —Tengo hambre y no, Jacob, todo esto es para mí.

Eli suspira. —Juro que si ensucias mis asientos…

—Ya, ya —lo interrumpo—. ¿Por qué se tardaron tanto? ¿Acaso tienes problemas para ir al baño Jacob? Pensaba que eso les sucedía a los hombres después de los cincuenta.

Escucho que Kyler suelta aire por la nariz.

—Intenta no comer muchos de esos, Cin, no queremos que vuelvas a ser como antes —ataca.

Aprieto los puños, con la posibilidad de romper mi chocolate. —Tal vez no me importa tu opinión.

Eli enciende el motor, Jacob replica: —Tal vez si te importa, mucho, ¿recuerdas?

Lo odio, realmente lo odio.

—Además —agrega—, tal vez si dejas de comer esos chocolates dejaré de verte como una niña pequeña, ya casi eres adulta.

Eli suelta una carcajada y yo solo quiero lanzarle un pedazo de este dulce en su cara pero eso serie un desperdicio.

—Mejor dinos, ¿ya tienes novio, Cindy? —le da una mirada a Eli, quien sigue respondiendo con pequeñas risas.

Sí, Eli es mi hermano y me quiere tanto como yo a él pero su conexión con su mejor amigo es irremplazable. Siempre, todo el tiempo, está de su lado.

— ¿Por qué quieres saber? —Entorno los ojos—, ¿Acaso tienes celos?

Bufa. — ¿Celos de qué? En la universidad hay tantas mujeres reales, ¿no es así, Eli? —le da un codazo.

—Bien por ti —digo, dando otro mordisco.

—Mira, te daré un consejo, sino quieres quedarte soltera por toda tu vida deja de ser tan inmadura y haz algo con esa personalidad que es irritable —sonríe—. Al menos se fijaran en ti.

Mientras más habla, más me pregunto cómo exactamente me fijé en él cuando era niña.

Bueno, lo sé. Jacob era ese chico de cabello marrón, ondulado con ojos miel y sonrisa amplia. El chico que incluso de niño, capturaba la atención de niñas como yo.

Pero es solo su exterior que es lindo, porque claramente en su interior no hay nada bueno.

Y Jacob sigue: —Además…

Bueno, eso iba a hacer hasta que Kyler dice: —Jacob, deja de hablar, no me dejas escuchar y tengo todo el volumen.

Jacob gira la cabeza tanto como puede para verlo en el asiento detrás de él. —Te arruinarás los oídos.

Pero Kyler solo coloca un dedo sobre sus labios para callarlo.

Doy un último mordisco al chocolate antes de guardar el resto para otro momento.

Yo también quiero dejar de escuchar a Jacob, espero lleguemos pronto.

Seguí escuchando música por mucho tiempo, en algún punto cerré los ojos y estaba en uno de esos estados cuando medio duermes y medio estas consiente de lo que sucede. Abría y cerraba los ojos cada cierto tiempo.

Mi hermano se mueve hacia una plaza, por lo que retiro un auricular. — ¿Por qué nos detenemos?

—Voy a llamar a mamá —dice—. Además, tenemos hambre.

Veo el reloj, casi las dos de la tarde. Van como cinco horas de camino, supongo que dormí más de lo que había creído.

—Está bien —bostezo—. Me quedo aquí.

Chasquea la lengua y me da un vistazo por el retrovisor. —No lo harás, no puedo dejarte sola.

— ¡No soy un bebe! —reclamo.

Jacob, como siempre, se entromete. —Cindy, sabes que es ilegal dejar a los pequeños en el auto.




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