Caminos Diferentes

5

CINDY

— ¿Por qué siempre se tardan para todo? —le pregunto a Kyler.

Terminamos de comer hace como diez minutos y pagamos por la comida, luego ambos fuimos al baño y cuando salimos, encontramos la mesa de Jacob y Eli, quienes aún estaban a mitad de su comida.

Salimos del restaurante y volvimos a recostarnos sobre el auto, esperando que los lentos de nuestros hermanos dejen de hablar y terminen su comida.

—Siempre son así, ¿no? —Kyler mira al cielo, está más nublado ahora—. Jacob podía tardarse un día entero para ordenar su habitación y ni siquiera es tan grande.

Suspiro. —Eli podía estar todo el día peinando su cabello.

Kyler estira los brazos por encima de la cabeza. —Solo espero que no se tarden en llegar a nuestro destino.

Asiento, viendo como unos pájaros vuelan por encima, muy alto de aquí.

Kyler se inclina hacia su rodilla y comienza a masajearla, luego estira la pierna. Quiero preguntarle porque hace eso, es una duda que tengo desde hace un tiempo.

La navidad pasada Eli y Jacob estaban en nuestra casa y luego, su madre llegó junto con Kyler.

Kyler estaba ayudando a mamá con una de las puertas de las estanterías pero cuando mamá fue por un destornillador, Kyler se inclinó y masajeó su pierna. Creo que no sabía que lo estaba viendo pero lo hice.

También lo he visto en la escuela hacer eso, suele estar sentado en clase y se masajea la rodilla.

No creo que sea algo que oculte porque lo está haciendo ahora, conmigo al lado, pero no ha mencionado nada sobre ello. Quien sabe porque lo hace, tal vez solo es un hábito.

Toco un mechón de mi cabello. —Um… entonces, ¿vas con tu abuela?

Él gira y asiente. —Sí, unas semanas.

Retuerzo el mechón. —Que bien…

—Sí…

Suspiro. Es tan fácil hablar con otras personas, si mis amigas estuvieran aquí estaría hablando sin parar pero con él es como si cada palabra fuera un ladrillo que coloco lentamente.

Intento pensar en algo qué decirle pero no se me ocurre nada, no hay mucho que sepa de él, así que recurro a un recurso fácil, como diría mamá.

La nostalgia.

— ¿Recuerdas cuando tenías una tortuga de mascota?

Asiente. —Sí, lo recuerdo, ¿lo recuerdas?

Me giro, recostándome de costado sobre la puerta del auto. —Claro que lo hago, me gustaba mucho cuando la llevabas en tu mano.

Él se mueve también, para quedar como yo. — ¿Recuerdas que mordió a Eli?

Suelto una carcajada, de nuevo, demasiado fuerte. — ¡Es cierto! Ah, me agrada más ahora, ¿Qué le pasó?

Se encoje de hombros. —El circulo de la vida, un día estaba en el más allá.

Abro los ojos. — ¿De verdad? ¿Solo así?

—No todo tiene explicación, supongo que para las tortugas es igual. Un día están vivas y al siguiente… no.

Baja la mirada y ahora me arrepiento por haber traído el tema, no por la tortuga sino por otra situación que seguramente es peor para él.

Quiero arreglarlo pero no sé cómo, realmente no soy buena para lidiar con emociones tristes de otras personas.

—Um… yo…

La puerta se abre y finalmente salen Jacob y Eli, se acercan al auto y Kyler se aparta sin verme pero sigue luciendo diferente, apagado. Y sé que es mi culpa.

—Bien, hora de seguir —Eli me despeina el flequillo—. Vamos, entra.

— ¿No querían tardarse más? —cruzo los brazos.

Jacob da un paso hacia mí, acercándose. —Ah, ¿me extrañaste, linda?

Lo empujo por los hombros. —Extraño la paz de no tenerte cerca.

Jacob se inclina, peligrosamente a mi rostro. — ¿No te gusta que esté cerca?

Eli ríe. —Que no la molestes, estará haciendo berrinches otra vez.

— ¡Yo no hago berrinches! No soy una niña —reclamo.

Jacob finalmente se aparta. —Eso suena a un berrinche.

Ruedo los ojos y me muevo a mi puerta, para entrar. Cuando lo hago, Kyler ya está dentro pero sus ojos están fuera de la ventana.

—El trafico está horrible y ni siquiera hemos llegado a la parte donde se supone que habría —Eli se queja, pasando una mano por el cabello.

Jacob niega. —Creo que hay que buscar un atajo, fui hace unos meses, ¿recuerdas? Sé dónde es, cuando estemos cerca te diré.

Eli lo mira por un segundo mientras avanza un solo centímetro. — ¿Estás seguro? Tal vez deberíamos quedarnos en esta ruta.

—Estoy seguro —Jacob señala al frente—. No es muy transitada porque no muchos la conocen pero mi compañero Herbert me la enseñó, ¿Sabes de él, no?

Asiente.

—Pues él vive por allá, es como algo que solo los locales conocen —dice, seguro de sus palabras.

—Bueno, ¿y que tanto nos ahorraremos? Porque si solo son unos minutos prefiero quedarme aquí —Eli señala.

Jacob bufa. — ¿Minutos? Con este tráfico podemos estar hasta una hora aquí, pero el atajo es como, mil veces más rápido. Confía en mí, ya pasé por ahí y Herbet tiene razón, además es un buen camino no hay baches ni nada.

—Como digas —los autos vuelven a bocinar, como si eso hiciera que el tráfico se acelerara—. Con tal de salir de esta basura, estoy dentro.

—No te preocupes, tú solo hazme caso —Jacob reclina su asiento levemente reduciendo el espacio que Kyler tiene para sus piernas, quien las dobla a un lado para evitar que sean aplastadas.

Busco en mi bolsa la pequeña crema de manos que llevo todo el tiempo conmigo, aplico un poco en mi palma y comienzo a frotarla por mis dedos y el dorso de mi mano.

Jacob empieza a hacer ruidos con la nariz, luego gira el rostro hacia mí. —Ah, eres tú, ¿Qué rayos te pones? ¿Azúcar?

Ruedo los ojos. —Crema, Jacob. Tal vez deberías usar tú, se nota que tienes la piel seca.

Bufa. — ¿Es eso un insulto? A los hombres no nos importan esas tonterías, ustedes pierden tiempo y dinero en tantos productos ridículos.

—Ah, no recuerdo haber pedido tu opinión sobre como gasta mi dinero o mi tiempo —sonrío, aunque claramente, no estoy feliz.

Jacob estira la mano e intenta quitarme la crema pero la aparto de él.




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