KYLER
Necesito estirar las piernas ahora.
—Jacob, mueve tu asiento —le pido.
Él se sobresalta cuando toco su hombro pero sin reclamar, lo mueve con una palanca por debajo de él y me dé espacio para, torpemente, mover los tobillos y las piernas tanto como este pequeño espacio lo permita.
No sé exactamente cuánto falta para que salgamos de este lugar, que es básicamente un bosque con un angosto camino, pero esto no está luciendo nada bien. Aún hay un poco de luz, muy poca pero si seguimos aquí, cualquier cosa podría ocurrir.
He visto suficientes películas de terror para saber que aquí se puede ocultar cualquier cosa y he visto aún más documentales criminales para estar seguro que un hombre extraño con un hacha podría estar esperando a su próxima víctima. O víctimas.
Me recuesto en el asiento y respiro profundo, no tengo que dejar que esos pensamientos vayan a lugares oscuros. Tengo que permanecer tranquilo y confiar que estaremos bien, que este realmente es un atajo y que Jacob sabe a dónde vamos.
Pero conozco a mi hermano, el rey de la improvisación y tomar decisiones apresuradas. Tal vez no debería tener tanta fe en él.
Masajeo mis rodillas con mucha presión. Odio tanto cuando el dolor es estresante, como si quisiera arrancarme las piernas pero no puedo hacer eso, evidentemente.
Miro el reloj y si no mal recuerdo, hace veinte minutos ya estábamos en este camino. ¿Qué atajo es tan largo?
Eli se ve frustrado y molesto pero no ha dicho nada, solo se concentra en conducir. Jacob también ha dejado de hablar, creo que mentalmente está pensando en muchas cosas como todos aquí.
Veo a Cindy por un momento y ella sigue con la mirada fuera de la ventana. Ni siquiera está escuchando música o usando su teléfono, solo ve hacia los árboles y la densa oscuridad.
Gracias a la calefacción no se siente mucho frio pero cuando Eli baja la ventana por breves momentos, se cuela un aire helado. En realidad, no me sorprendería que en cualquier momento comenzara a nevar.
Espero que no pase, no será algo bueno.
El silencio es pesado, pareciera que ninguno de nosotros respira demasiado fuerte o se mueve. Con cada sonido del exterior, nuestros ojos se mueven buscando lo que sea que lo provocó.
Y todo estaba “bien” hasta que el auto empezó a hacer un ruido extraño, como algo metálico golpeándose constantemente. Eli mira a Jacob y él se encoje de hombros.
— ¿Llevaste el auto a servicio, no? —Jacob susurra.
Eli asiente. —Bueno, sí… hace dos meses, no fue hace mucho.
Despego la espalda del asiento y curvo mi torso para poder estirarme un poco. Noto que tengo los dientes apretados así que relajo la mandíbula y tomo una respiración larga.
El auto avanza por unos minutos aun con ese ruido hasta que se escucha uno mucho más fuerte, como si algo se hubiera rasgado y entonces, el auto se detiene.
Abruptamente.
A pesar que no iba tan rápido, todos nos sacudimos en los asientos. Las luces se apagaron dejándonos en medio de quien-sabe-donde sin forma de ver más allá de un metro.
Eli intenta encender el auto varias veces hasta que levanta las manos y recuesta la frente en el volante. Jacob se desabrocha el cinturón y sin anunciar nada, abre la puerta.
— ¿Qué haces? —Eli estira la mano para tomarlo del brazo.
—Voy a revisar, ábrelo —pide.
Eli chasquea la lengua. — ¿Revisar? ¿Qué sabes tú de autos?
—Más que tú —abre la puerta completamente y se siente como cuando pasas por el área de los congelados en el supermercado, pero unas tres veces más frio—. Si lo hubieras llevado a servicio no estaríamos aquí.
— ¿Es mi culpa? —Eli bufa—. Claro, es mi culpa ahora cuando alguien me dijo que estábamos en un estúpido atajo, uno que nos llevó a ninguna parte.
Jacob se apunta con un dedo. —Pues al menos yo quiero ir e intentar solucionarlo, ¿Cuál es tu plan?
—Mi plan es… hay que llamar a alguien, la policía o a quien sea —mueve la mano dentro del bolsillo del pantalón para sacar el teléfono—. Hay que… no hay señal.
Jacob resopla. —Bien, pues mal plan después de todo.
—Aun así creo que la línea de emergencia siempre está disponible —veo que Eli mueve los dedos sobre la pantalla, marcando seguramente le numero—. Excepto que… ¿Cómo rayos les explico dónde estamos?
Jacob le quita el teléfono. —Mejor ven a alumbrarme allá afuera.
—Eres un idiota, ¿lo sabes, no? —Eli abre la puerta también y el frio ahora sí, es todo lo que nos rodea.
—Créeme, no soy el único idiota aquí —Jacob sale del auto, cerrando la puerta con fuerza.
— ¡Cuidado! —reclama Eli, saliendo y cerrando la puerta de la misma manera.
Ellos siguen discutiendo mientras la linterna del teléfono de Eli ilumina parcialmente y limitadamente. Puedo escuchar sus voces pero me desconcentro cuando escucho un sonido, como cuando estás esperando que alguien responda en la otra línea.
Volteo y veo que Cindy está con el teléfono sobre un costado del rostro, el sonido de espera se escucha varias veces hasta que ella baja el teléfono y termina la llamada.
— ¿Tienes señal? —pregunto, confundido.
—Muy poca pero sí, mira —me enseña la pantalla y es cierto, apenas hay.
— ¿A quién llamaste? —pregunto.
—Al supuesto número de la policía pero no funcionó, tal vez debería llamar a papá… o mamá… no sé.
Miro alrededor, oscuridad en cada dirección. —Inténtalo —digo de todas formas.
Cindy lo vuelve a hacer y esta vez, parece que sí le contestan porque sus ojos se abren. —Hola, ¿Hola? ¿Hola? ¿Me escuchas? ¿Hola? —Deja el teléfono sobre su regazo—. Rayos, no se escucha nada, ¿De que sirve que pueda llamar si no me escuchan?
Mientras tanto, Eli y Jacob están inclinados sobre el motor del auto y siguen discutiendo.
De nuevo siento el dolor en mi pierna y sé que tengo que estirarme ahora o solo empeorará. —Oye, voy a salir un momento.