Caminos Diferentes

7

CINDY

No sé si es por el frio o por el miedo pero mis brazos se pusieron como piel de gallina una vez que ellos se fueron.

Kyler me mira. — ¿Tienes frio?

Asiento.

Hace unas horas estábamos hablando en el restaurante y en algún punto se sentía como si las palabras solo fluyeran pero ahora, esto es distinto. Estoy en un bosque oscuro, sola y sin forma de buscar ayuda de nadie, con este chico.

A ver, obviamente no pienso que Kyler sea malo, como del tipo de chicos que podría hacerme algo horrible ahora pero sí es incómodo. Sin embargo admito que es mejor que estar con Jacob.

Y tampoco es por ser mala pero hubiera preferido que Jacob y Kyler hubieran caminado así me hubiera quedado con Eli que sería mil veces mejor. Podría dormirme o algo, sintiéndome tranquilamente en paz.

Afuera no hay ni siquiera un solo poste de luz y aquí adentro, no sirve la luz del auto. Estamos casi a total oscuridad, es apenas con la manera en que nuestros ojos se ajustan que puedo ver tan solo un poco.

Comienzo a sentirme nerviosa así que tomo mi teléfono, activo la linterna y lo dejo apuntando hacia el techo con la pantalla hacia abajo en medio de nosotros. Kyler mira fuera de la ventana, aunque decir que “mira” algo es casi imposible.

Mi teléfono tiene un poco más de la mitad de carga, espero sinceramente que ellos regresen pronto porque no creo que esto dure por toda la noche y ni siquiera son las nueve de la noche.

Toco mi cabello varias veces, lo trenzo y lo deshago. Juego con mis dedos, muevo mis rodillas, recuesto mi frente en la ventana y hago todo lo que puedo para distraerme mientras que el tiempo parece no avanzar nada.

Kyler comienza a masajear sus rodillas, luce bastante incómodo y aunque no sé por qué hace eso, me gustaría poder ayudarlo.

Miro detrás de él, fuera de la ventana. — ¿Crees que hay osos?

Kyler sube los ojos a mí. — ¿Qué?

— ¿Crees que por aquí hay osos? ¿Lobos? ¿Tigres de montaña o algo así? —en parte estoy bromeando pero un nudo en el estómago confirma que otra parte de mí realmente tiene duda (y miedo) que esos animales estén por aquí.

Kyler lleva un dedo a su mentón. —No estoy seguro, tal vez sí, pero no se ha escuchado nada.

Tiro de las mangas de mi camisa para cubrir tanto como puedo mis manos. —Esto es horrible, odio esto.

—Yo también —responde.

Kyler vuelve a mirar fuera de la ventana y yo aprovecho el momento para darle un vistazo. Kyler lleva el cabello más largo que la mayoría de los chicos, es negro como sus ojos. Su piel luce más pálida en este momento, sus rasgos no son marcados como los de Jacob pero noto pequeñas similitudes, como la punta de la nariz un tanto redonda.

Kyler luce tan diferente ahora, por alguna razón. Tal vez es porque en la escuela camina como si no le importara nada mientras que ahora sus ojos lucen afligidos.

Suspiro y recuesto mi cabeza en el respaldo del asiento del conductor, cierro los ojos unos segundos. ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Cuánto más vamos a esperar?

Abro los ojos cuando Kyler suspira, frotando sus manos para después colocarlas dentro de su chaqueta.

Mis brazos se erizan cada vez que siento la más mínima brisa que se cuela por algún lugar.

Veo hacia el frente y me pregunto si mi hermano ya estará en camino o si falta mucho más.

No puedo aguantarlo más, ni el silencio ni el frio. —Hay ropa atrás —digo.

Kyler voltea hacia mí. — ¿Qué?

—En la cajuela, está la ropa de nosotros. Deberíamos sacar algo para cubrirnos, ¿no?

Aun si estamos en un auto, el frio es más fuerte que este.

—Um, sí, buena idea… —mira al volante—, Eli tiene la llave, ¿no?

Me encojo de hombros. —Por aquí se puede abrir —me quito el cinturón de seguridad y me muevo a un lado para intentar bajar el asiento trasero pero es más rígido de lo que recuerdo—. Espera, solo hay que encontrar el truco.

Kyler se inclina hacia esta parte del auto. — ¿Te ayudo?

—Yo puedo —tiro más, ¿Por qué es tan difícil?

—Déjame ayudarte —dice.

— ¡Yo puedo! —Elevo la voz—. Lo siento.

Dejo de tirar y me quedo medio sentada en el asiento, con la espalda recostada en la puerta.

Kyler mira hacia afuera, donde no hay nada más que pinos y sombras que podrían ocultar cualquier cosa. —Eli dijo que lo peor que podía pasar era que sonara la alarma, ¿no?

— ¿Quieres salir? —junto las cejas.

—Quiero sacar la ropa, tal vez pueda abrirlo sin llave —contesta.

Sorbo por mi nariz, el frio está congelándome. —Juro que puedo hacerlo, lo hice antes. Además, no creo que puedas a menos que seas un ladrón de autos… o abridor de cajuelas.

Kyler sonríe y de pronto, ya no parece un chico salido de un festival de Halloween, sino uno amigable. —Te creo que puedes y no, no lo soy pero Jacob me enseñó un truco con el auto de mamá.

Miro al asiento al lado mío. —No sé si se puede abrir el auto sin activar la alarma, ni siquiera sé si todavía funciona —y no quiero que suene sin parar—. Pero, ¿no puedes salir por la ventana e intentar tu truco?

Arruga la nariz. —Supongo que puedo, si quieres ver a un chico de diecisiete años quejarse como un anciano.

Suelto una carcajada y gracias al silencio sepulcral que el auto vacío y el exterior sin vida produce, suena más fuerte de lo que me hubiera gustado.

Jacob tenía razón, mi risa es demasiado escandalosa.

—Lo siento —digo.

Kyler se inclina en medio de los asientos del frente y mueve el asiento del copiloto hacia adelante para crear más espacio. —No importa.

Vuelvo a frotar mis brazos por encima de mi suéter y miro hacia afuera. — ¿Por qué no se apresuran?

Kyler toma el respaldo del asiento e intenta moverlo, pero él tampoco lo logra. — ¿Tienes que presionar un botón o algo?

Niego. —No, recuerdo que era fácil, no lo entiendo —doy un golpe contra el asiento—. ¿Por qué todo está saliendo mal?

Kyler vuelve a intentarlo y vuelve a fallar, luego se recuesta en el asiento del frente, viendo en dirección hacia atrás. Permanecemos un momento en silencio cuando él comienza a quitarse la chaqueta.




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