CINDY
¿Cómo que una enfermedad crónica?
—Espera, ¿Qué? —Arrugo la frente—. ¿Tienes una enfermedad y hasta ahora me entero? ¿Desde cuándo? ¿Qué es? ¿Cuándo dices crónica te refieres a que es permanente?
Kyler frota las manos cubiertas de mi gorro/guantes. —Sí, supongo que sí es permanente. Pensé que ya lo sabias.
Niego varias veces. —Pues no lo sabía, ¿Por qué debería de saberlo?
—Porque Eli lo sabe, pensé que te lo dijo alguna vez.
—No —me siento molesta porque a pesar que no somos amigos cercanos, nos conocemos desde siempre básicamente y eso es algo grande que se siente como si yo debería saberlo—. No lo sabía.
—Esto es, una enfermedad autoinmune —explica—. Esto es algo que daña la mielina en mis neuronas, es como una protección que tenemos para que los impulsos nerviosos se transmitan correctamente. Esto es así, algo no se envía bien y mi pierna pierde fuerza o sensaciones, en especial la derecha. A veces es mi brazo o mi pie, pero principalmente desde mi muslo hasta mi rodilla.
Bajo la mirada a su pierna y me pregunto muchas cosas, pero no sé si quiere responderlas.
—Mi turno —dice, aclarando la garganta—. Hora de mi pregunta, ¿cuantas llevamos?
No lo sé, esa nueva información de Kyler me ha desconcentrado.
—Um… entonces… —Kyler entorna los ojos y se acerca un poco, luego un poco más.
— ¿Qué haces? —digo, retrocediendo.
Pero ahora que está más cerca noto que no me está viendo, está mirando algo detrás de mí.
— ¿Qué? —Bajo la voz—. ¿Es un oso? ¿Un lobo?
Ahora sí me mira. — ¿Qué? —señala hacia atrás—. Mira, ¿Eso es un copo de nieve?
Giro y lo veo, levemente, sobre la ventana. Un pedacito de algo blanco, que resalta entre toda la oscuridad. Tomo mi teléfono y apunto hacia ella, luego se aparecen unas pocas más.
—Oh no, ¿está nevando? —en otras circunstancias esto me hubiera hecho sentir feliz, pues amo la nieve pero ahora no.
Kyler mira al frente del auto. —Ay no, ellos están ahí, ¿no? ¿Y si empieza a nevar?
Mi corazón se detiene. No quiero que le pase nada malo a Eli, y bueno, tampoco a Jacob realmente.
Kyler se lleva una mano al pecho y puedo escuchar su respiración acelerarse. —Esto está mal —susurra—. Tal vez debería ir por ellos, tal vez pueda alcanzarlos.
Ahora que lo pienso, entiendo porque Jacob se rehusó a que Kyler fuera. —No, no lo hagas —pido.
Kyler sigue respirando más y más rápido. —Pero, no… tal vez no sea suficiente la ropa que llevan, tal vez podamos intentar llamar de nuevo… no está bien que estén afuera…
Niega varias veces y ahora, cierra los ojos y los aprieta. Se toca el pecho como si le doliera mientras que sus hombros van de abajo hacia arriba, con respiración cortas y agitadas.
No sé qué está sucediendo, nunca lo había visto así. Mi mente se mueve entre mi hermano allá afuera y Kyler aquí adentro. Quiero ayudarlos a ambos pero claramente no sé cómo hacerlo con ninguno de los dos.
Así que respiro profundo, quito el seguro de la puerta y la abro de golpe. Pensé que la alarma iba a activarse pero no lo hizo. Seguramente está conectada a la batería, algo que sabría si me lo hubieran explicado, pero eso no importa ahora.
—No, Cindy, ¿Qué haces? —la voz de Kyler es temblorosa.
Voy hasta el otro lado del auto, entre la oscuridad y el suelo irregular. El frio provoca escalofríos inmediatos pero me concentro en actuar rápido. Toco la ventana de Kyler para que abra la puerta, cuando escucho el click de la puerta, la tomo y la abro completamente también.
—Sal —pido.
Kyler está respirando con la boca ahora. —Yo…
Muerdo mi labio y tomo sus brazos, para ayudarlo a que salga. Me hace caso, se mueve lento y cuando está afuera, tomo su rostro entre mis manos para obligarlo a que me vea.
—Kyler —digo—. Respira, por favor.
No sé qué está sucediendo y ahora me preocupo más pues noto destellos en sus ojos, lagrimas acumuladas.
—Kyler —bajo mi mano a su pecho, puedo sentir su corazón acelerado como si hubiera corrido una maratón—. Vamos, hazlo conmigo. Respira profundo, siente el aire llenar tu interior.
Él me observa sin parpadear y lo hace, siento su pecho elevándose al mismo tiempo que una lágrima se desliza por su mejilla.
Kyler es más alto que yo pero ahora, parece tan pequeño.
Una corriente de viento provoca que mi cuerpo entero se tense pero no me muevo de donde estoy, sigo respirando al ritmo que él. Poco a poco su corazón se tranquiliza y sus lágrimas dejan de caer.
Lame sus labios. —Ya… ya estoy bien.
Retiro mis manos de su rostro y pecho. —Está bien.
Aclara la garganta. —Lo siento… lo siento… creo que, yo…
—No digas que lo sientes —pido—. ¿Estás bien? ¿Qué te pasó?
Sorbe por la nariz, puede ser por el frio o por las lágrimas. —A veces… me pasa. El doctor me dijo que son ataques de pánico, intento que no sucedan todo el tiempo.
Un copo de nieve cae sobre mi ojo y parpadeo varias veces. —Mejor entremos —digo.
Kyler mira hacia el frente, el oscuro y desconocido camino que casi no se puede ver nada. — ¿Qué hay de ellos?
Veo alrededor. —Kyler, yo también estoy preocupada pero no sé si deberíamos caminar solos hacia allá. Ahora que sé sobre lo de tu pierna, no puede ser una buena idea —lo muevo a un lado—. Mejor intentemos sacar más ropa antes que caiga más nieve.
Kyler suspira. —Sonaré como un niño pero ahora mismo, quiero a mi mamá.
Siento un nudo en la garganta. —Yo también —susurro.
Kyler me toma del brazo. —Espera, déjame abrirlo esta vez.
No le discuto, en su lugar veo a todas las direcciones asegurándome que no haya ningún animal cerca. Este auto es lo único seguro que tenemos ahora y espero que nuestros hermanos estén a salvo.
Aunque me enoje, espero que ahora mismo estén coqueteando con algunas chicas en una cabaña cómoda y cálida en lugar de estar solos y preocupados en un bosque que parece dirigir a ninguna parte.