KYLER
Debí callarme la boca.
Es difícil no querer decirle a Cindy todo lo que pienso de ella, todo lo que siento y todo lo que necesito que sepa pero, tengo que controlarme. A pesar que estas últimas horas hemos sido amigables el uno con el otro, no significa que tengo una oportunidad con la chica más divertida, asombrosa y genial de la escuela.
Cindy mira al cielo como si esperar que el amanecer se apresurara y así poder irse lejos. Bueno, tal vez no de esa forma pero no me ha dicho nada en lo que parece, mucho tiempo, desde que dije que ella es realmente linda.
Creo que soy un tonto.
Está bien, tengo que calmarme. Está acostumbrada a que la halaguen, seguramente solo me ha agregado a la lista de chicos que piensan eso y luego se olvidará de mí.
— ¿Crees que hay cocodrilos aquí? —de pronto pregunta.
—Cindy —aclaro la garganta—. No creo que un cocodrilo esté nadando en un lago con la temperatura baja, no soy un experto pero dudo que eso sea posible.
— ¿Y si sí hay? —Empieza a moverse para colocarse de pie—. O tal vez hay de esas serpientes acuáticas.
La veo con confusión. — ¿Por qué de pronto hablas de animales?
Se encoje de hombros. — ¿Por qué no? Digo, los animales son geniales —extiende su mano hacia mí—. Ven, vamos a buscar cocodrilos.
Bufo. —Por muy tentadora que esa oferta suene, prefiero no hacerlo.
Chasquea la lengua. —No seas un cobarde, vamos —sacude la mano insistiendo que la tome.
Suspiro, no sé porque está comportándose así pero al menos ha roto el silencio incómodo.
Tomo su mano y me levanto. —Bien, ¿ahora qué?
Señala el frente del muelle. —Allá, vamos.
Asiento y no reclamo nada porque ella sigue sosteniendo mi mano mientras caminamos hasta el frente. Cuando estamos cerca de la orilla nos detenemos, aquí no hay barda así que mi cerebro me pida que tenga mucho cuidado porque esa agua debe de estar muy fría.
—Ten cuidado —pido.
Ella se siena a cuclillas y luego, extiende su cuerpo para recostarse sobre su estómago. Me hace una seña para que haga lo mismo. Me acomodo en esa posición también, la orilla nos llega hasta el cuello y Cindy toma el borde con sus manos.
De frente tenemos la calmada agua con pocos destellos por la luz. Es tan transparente que puedo ver el fondo por la inclinación, pero estoy seguro que más adelante es mucho más profundo.
— ¿Sabes que me gusta de ti? —Cindy suelta de pronto.
Mi corazón pega un salto. — ¿Mi sentido del humor?
Bufa. —No, en realidad no es tan bueno —sonríe—. Me gusta que me sigas a hacer estas tonterías, cualquier otra persona se hubiera ido.
Nuestros brazos están colgando y si muevo el izquierdo un poco, podría tocar el meñique de Cindy. —Claramente no soy una persona normal, por si no te has dado cuenta soy un poco raro.
Ríe. — ¿Raro? No creo que seas raro. Eres diferente pero eso no es raro, es… bueno, supongo.
—Gracias.
—Entonces, um, deberíamos hacer algo —sube los brazos para recostar su cabeza sobre ellos, doblándolos. Yo también hago lo mismo, girando mi rostro para verla—. Como el juego del auto, sigamos con las preguntas.
—Está bien, pregúntame algo.
Aprieta los labios unos segundos. — ¿Quién te parece más linda de la escuela? Dime, no le contaré a nadie.
Trago saliva. —Um, no lo sé.
Resopla. — ¡Por favor! No seas tímido, dime, es divertido.
—Realmente no lo sé, yo creo que todas tienen algo que las hace bonitas, ¿sabes? —no estoy mintiendo.
Entorna los ojos. — ¿Entonces te gustan todas?
Suspiro. —No dije eso.
Ríe. —Ya sé, ya sé, te estaba molestando —hace una mueca—. Pero entonces dime, ¿has tenido novia? Nunca te he visto con alguien… no es que te espíe o algo.
Resoplo. — ¿Novia? No realmente. No he conectado con nadie hasta ahora, ¿Qué hay de ti?
—No —mira al cielo—. Creo que tampoco he conectado con nadie o soy demasiado exigente.
Me giro sobre mi cuerpo para recostarme de espaldas, el cielo está aclarándose con cada minuto que pasa y son más los ruidos de la naturaleza que se escuchan, incluso logro distinguir motores de autos a lo lejos.
— ¿Crees que es cierto eso que dicen que cuando no buscas el amor, aparece? —pregunta, girando también.
Sonrío hacia el cielo, porque la respuesta está en este momento. En como jamás voy a olvidar el día que estaba esperando el amanecer con la chica más linda de la escuela, mientras hablábamos del amor, cocodrilos en lagos y las conexiones.
—Creo que sí.
Cindy me pidió mi teléfono y los auriculares, se los pasé aun recostados en el muelle, viendo a las nubes de la mañana sobre nosotros. Me extiende un auricular y se coloca el otro.
Reproduce una canción con estilo animado y muy pop, no me desagrada. Ella tararea suavemente, yo cierro los ojos por unos segundos.
Poco después, el amanecer finalmente llegó. Ambos nos reacomodamos para ver como detrás de las montañas, se asomaba esa luz brillante que teñía las nubes de anaranjado y amarillo, con varios tonos de azul.
Volteo hacia Cindy y ella también lo hace. Mientras el sol acaricia nuestros perfiles, siento la necesidad de hacer algo en este momento. De tomar la iniciativa para finalmente saber lo que se siente besar sus labios rosados.
Me inclino unos centímetros y ella no se aparta, ni siquiera retira la mirada de mí. ¿Es acaso esto una silenciosa afirmación para que continúe? ¿Debería hacerlo? ¿Y si estoy leyendo mal la situación?
¿Qué es lo peor que pudiera pasar?
Respiro profundo, tengo muchas ganas de levantar la mano y tomar su mejilla. Solo necesito tomar la decisión pero, no puedo hacerlo por alguna razón.
En realidad sé que esa razón es el miedo. Tal vez ella me odie si hago eso.
Desvío la mirada hacia el frente, evitando mirar al sol directamente. Gracias a los rayos mi cuerpo se siente mucho más cálido pero mi corazón no. Acabo de ignorarlo y eso lo está enfriando.