Caminos Diferentes

17

CINDY

A veces odio lo dramática que puedo ser cuando estoy triste.

Pero es así, estoy triste. No estaba triste hace una hora cuando Kyler y yo estábamos solos en el muelle, cuando veíamos hacia el cielo y charlábamos. No estaba triste cuando fuimos a la orilla y escuchamos los sonidos de la naturaleza despertando. No estaba triste cuando el sol comenzó a salir y sentí como sus rayos me tocaban el rostro.

Pero empecé a sentirme triste cuando Kyler me vio directamente a los ojos y sentí algo, algo que no puedo describir pero estaba enviando señales silenciosas a él. Fue como una conversación sin palabras y sé que él sintió eso también, lo pude ver. Sé que no fue mi imaginación.

Pero luego, solo me pidió que volviéramos.

Aun así, lo que me hizo sentirme mal fue cuando escuché a Kyler decir que él y yo no somos nada. A pesar que es cierto, que no somos realmente amigos o algo similar, no puedo decir que no hay nada entre él y yo.

Pero es mi culpa, ¿Por qué rayos tuve que creer que algo mágico podía ocurrir solo porque este lugar luce como sacado de una película navideña? No hay tal cosa como la magia y no existe eso de hacer “clic” con alguien.

Objetivamente hablando, sería ridículo que ese “clic” sucediera hasta ahora. He conocido a Kyler toda mi vida básicamente. Sé que se ha lastimado la rodilla, sé que Jacob le cortó el cabello una vez y lo dejó realmente mal, sé que odia las galletas de limón o naranja y sé que no soy su tipo en absoluto.

En realidad, él tampoco es mi tipo.

Pero entonces, ¿Por qué estoy aquí, comiendo avena, pensando en él?

En el comedor del Rancho, ahora si hay más personas. Están algunas en las mesas rectangulares o haciendo fila para el buffet. Al fondo la música navideña clásica tiene volumen no tan bajo y las luces del árbol siguen encendidas.

En ese momento, alguien se sienta a mi lado. Mi corazón pegó un salto porque pensé que era un extraño pero en realidad es el señor Quest, sonriendo, con un gorro de Santa Claus.

—Buenos días jovencita, ¿Qué tal todo hasta ahora? —el señor Quest tiene una sonrisa amable, no sé por qué pero siento que puedo confiar en él.

Bueno, también porque es quien ayudó a mi hermano y a Jacob.

—Hola —sonrío—. Todo bien… sí, todo bien.

Él entorna los ojos. — ¿Le gusta la navidad?

Me encojo de hombros. —Creo que como a todo el mundo.

Suelta una risa. —Ah, bueno, hay muchas personas que no les gusta la navidad y no por sus creencias sino porque, alguien los lastimó y les hizo pensar que nada es lindo en este mundo —mira hacia el árbol—. Les hace creer que la felicidad y la paz son cosas muy lejanas para ellos.

Asiento. —Tiene razón.

—Yo era una de esas personas, ¿sabe? —Sonríe de lado—. Pero no hay luz más brillante que la que aparece después de una noche oscura.

Mira al árbol en silencio y se levanta.

—Bueno, la dejo comer, si necesita algo sabe que puede acercarse a alguno de los empleados —está por irse cuando regresa su vista a mí—. Por cierto, parece que se quedarán un poco más así que la invito a que vaya al área abierta con sus hermanos, está después del muelle. Hay un árbol de deseos y creo que le gustará.

Asiento. —Está bien, gracias.

Asiente con la cabeza y se mueve para saludar a otras personas en la siguiente mesa.

Miro hacia mi plato de avena y de nuevo pienso en Kyler y que me gustaría contarle sobre ese árbol y decirle que deberíamos ir a explorar pero no lo haré. Para Kyler no soy nada más que la hermana del mejor amigo de su hermano, la niña que a fuerzas tuvo que ver cuando crecíamos.

No importa, ya no me importa.

Tomo mi teléfono y le escribo un mensaje a una de mis mejores amigas, Molly. Le cuento muy resumidamente que estoy en un rancho por culpa de Jacob y que desearía estar en mi casa. Le envío también una de las fotografías que he tomado.

Reviso las demás fotos y encuentro las de Kyler y las que me tomó y me envió ayer. Ojala ese momento hubiera durado más tiempo.

¿Qué estoy diciendo?

Por favor, Cindy, ¿Qué te pasa? Kyler es solo un chico más, no es tan especial. No es como si no hay más chicos con esa sonrisa tierna que tiene o sus manos cálidas. Tampoco es como si…

Un momento.

Estoy revisando mentalmente lo que escuché en la habitación de la cabaña y Jacob dijo algo sobre Kyler, la parte donde supuestamente él lo empujó a la piscina no por error sino por mí.

¿Puede ser verdad?

Yo no lo vi, me lo contaron mis amigas pero todas me dijeron que Kyler se tropezó y lo empujó.

Creo que mi cerebro se estaba concentrando tanto en la parte cuando Kyler afirmó que “no éramos nada” que ignoré lo demás. ¿Puede ser verdad? ¿No fue un accidente?

Pero si no éramos o somos “nada”, ¿Por qué lo hizo?

—Esa es mi favorita —su voz.

Kyler habla detrás de mí, levanto la mirada y él se ha dado cuenta que he estado revisando las fotografías que nos tomé anoche. — ¿Qué haces aquí?

Eleva una ceja y se mueve para sentarse donde el señor Quest estaba hace unos minutos. — ¿Qué hago aquí? Vine a comer.

—Ah, sí… —bloqueo el teléfono y me coloco de pie—, te veo después y…

Kyler estira su brazo para tomar mi muñeca. —Espera, Cindy, no te vayas.

No me toques por favor porque haces que mi corazón lata más rápido y odio lo traicionero que es con mi cerebro. — ¿Qué?

Sonríe y mi corazón sigue saltando. — ¿Puedes hacerme compañía?

No se ha puesto su delineador, se ve diferente. — ¿Para qué?

Se encoje de hombros. —Para hablar, para burlarnos de Jacob y Eli, para debatir sobre la economía o para lo que sea.

Creo que es cierto que las cosas realmente importantes suceden en un solo segundo, porque veo su rostro y me pregunto en cual de esos él pasó de ser Kyler, el chico distante a este Kyler, quien desearía que no me confundiera tanto.

—Yo…

Kyler se levanta también, aun sosteniendo mi muñeca y da un paso a mí, acerándose. No te acerques por favor, porque no harás más que ilusionarme tontamente.




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