CINDY
—Vaya, que sorpresa, jamás me hubiera imaginado que ellos se quedarían juntos —Kyler comenta el final con un tono sarcástico.
Sonrío, es un gran compañero para criticar películas. —Lo sé, tan predecible y tan ridícula. Odio cuando los que hacen estas películas creen que los adolescentes nos conformamos con cualquier cosa.
—Lo sé —Kyler suspira—. Entonces, ¿ahora qué?
Me encojo de hombros, guardando mi teléfono en uno de los bolsillos de mi sudadero. —No lo sé, ¿Quieres hacer algo? Supongo que g no vamos a irnos.
—Sí, supongo —me señala—. Vamos a buscar el árbol de los deseos pero necesito que traigas ese gorro rosa.
Elevo una ceja. — ¿El gorro? ¿Para qué?
Sonríe de lado. —Para mí. Es caliente y lo necesitaré allá afuera.
Mi corazón pega un salto. —Um, claro, pero yo podría usar el tuyo, digo, yo necesito un gorro.
—Claro —dice.
Kyler me ve a los ojos y yo no retiro la mirada. No sé por qué pero ahora que lo veo bien, es bastante lindo.
Aclaro la garganta. —Ah, iré por el gorro.
—Iré por el gorro también —Kyler anuncia.
Ambos nos levantamos al mismo tiempo y la manta se cae al suelo. Al mismo tiempo nos inclinamos para recogerla pero nuestras cabezas colisionan y nos golpeamos.
—Auch —me quejo, entre risas.
Él sostiene su cabeza también, sonriendo. —Tu cabeza es dura.
— ¡La tuya es una roca! —digo, sin parar de reír.
— ¿Estás bien? —coloca ambas manos a los costados de mi cabeza.
Me risa desciende. —Ah, sí, estoy bien.
Él no me suelta todavía, se acerca un poco más y cada vez que está así de cerca pienso en lo atractiva que es su altura. Es uno de los chicos más altos de la clase, incluso es más alto que Jacob.
—Perdona —susurra.
Mi corazón va a delatarse si sigue latiendo así de fuerte. —Está bien, fue un accidente, supongo que lo siento también.
Kyler está tan cerca y yo no entiendo cómo es que hace unos días me daba completamente igual mientras que ahora, está ocupando lugares en mi mente y en mi corazón que nadie había entrado antes.
Tal vez solo estoy delirando o tal vez, este es el comienzo de algo más.
Respiro profundo. — ¿Hoy no usaras tu delineador?
Baja las manos. —Tienes razón, aun no me lo he puesto. Supongo que pasar tiempo contigo me está transformando en una persona básica y aburrida.
Suelto una carcajada. — ¿Estás diciendo que soy básica y aburrida?
Se deja caer en el sofá y se inclina para tomar la manta. —Nunca dije eso, pero tienes que admitir que muchos de tus amigos lo son.
Me siento a su lado y sin querer, nuestras rodillas se tocan. —Mis amigos no son aburridos, los tuyos parecen que van a ir a protestar en contra de alguna causa extraña como “demasiado orégano en las pizzas” o “regresen los videos musicales en la televisión”
Kyler suelta algunas carcajadas viendo hacia el suelo. —No negaré que demasiado orégano es un fastidio y sin duda necesitamos esos programas donde la gente votaba por su video favorito de la semana.
¿Por qué nunca antes había notado que tiene una sonrisa muy linda? —Ya nadie mira televisión, al menos no por los programas de cable.
—Yo sí y lo haré hasta que dejen de transmitir por ahí, así como la radio. Nadie me quitará lo bueno del pasado.
Ruedo los ojos. —Claro, porque tú vas en contra del sistema. Ya entendimos.
—Exacto —Kyler levanta el brazo para recostarlo en el respaldo del sofá y mi cuerpo tiene un corto circuito ahora.
Si lo bajara tan solo un poco, básicamente estaría rodeándome con su brazo y si fuera así, quizás yo podría inclinarme un poco y…
No, no, no. ¿Por qué estoy imaginando estos escenarios con Kyler?
Hace tiempo solía tener este tipo de imaginación con Jacob pero jamás logré estar cerca de él. Jacob nunca me vio como una posible cita, siempre fui la hermana pequeña de su mejor amigo. Nunca estuve a solas con él, nunca tomó mi mano y jamás me abrazó por más de dos segundos.
Pero con Kyler, tantas cosas están pasando y todas se han sentido bien.
Estoy confundida pero no en un mal sentido, en un sentido que no había experimentado antes y honestamente, se siente correcto.
Pero no quiero ilusionarme en absoluto.
—Eh, entonces, ¿vamos a buscar ese árbol? —pregunto.
Asiente. —Sí, aún faltan nuestros gorros.
—Claro —sonrío con una mueca—. Vamos por los gorros.
De nuevo nos colocamos de pie, esta vez sin dejar caer la manta y nos movemos hacia la habitación. Yo lo dejé sobre la mesa de noche y él lo guardo en una maleta pequeña.
Me giro y veo que Kyler sigue buscando algo. Ya que no puede verme, yo lo observo y recuerdo las pocas ocasiones cuando hemos estado a solas. Una de ellas sucedió en la escuela y esa en particular, me hace sonreír.
Era uno de los últimos días de escuela, teníamos que asistir a una conferencia pero había olvidado mi teléfono y regresé por él. Cuando entre, Kyler estaba guardando algo en su mochila.
Cuando nuestros ojos se cruzaron, él asintió y yo le mostré una sonrisa pequeña que se desvaneció rápidamente.
Fui por mi teléfono y lo saqué, pero antes de salir para dirigirme al auditorio, Kyler me habló.
—Cindy —llamó.
Giré. — ¿Si?
Caminó hacia mí y levantó un dedo. —Eh, ¿puedo hacer una cosa? Tus botones de atrás…
Ese día llevaba una blusa con tres botones en la parte de la espalda y comprendí qué estaba insinuando. Ya había sentido que Johan Ramos e Iván Summers estaban muy insistentes con abrazarme de lado y tocar mi espalda. Ellos habían desabotonado mi blusa. Por suerte no llegaba a la parte de mi sostén, pero era igual de molesto y vergonzoso.
— ¿Están abiertos, no?
Asintió.
Suspiré y me giré, retirando el cabello de mi espalda. Kyler los abotonó sin siquiera tocarme, lo cual me sorprendió. —Listo.
Volví a verlo. —Gracias.
Hizo una mueca. —No me agradezcas.