Caminos Diferentes

21

CINDY

A pesar que me encantaría estar descansando en casa de papá, en la habitación que me preparó, no puedo quejarme ahora mismo.

Kyler y yo nos hemos sentado en una banca cerca del lago, mientras compartimos una manta que nos ayuda a mantenernos calientes en el exterior. Esto es más acogedor de lo que me gustaría admitir, pues con la música navideña de fondo y todas esas decoraciones, me siento como una película de temporada.

— ¿Estás bien ahí? —pregunta Kyler, tirando de la manta para que cubra completamente mis hombros.

Asiento. —Sí, gracias.

Mira hacia el frente y aunque todo a nuestro alrededor es frio, los rayos del sol son tenues pero levemente cálido.

Kyler me ha estado dando datos sobre animales y películas inesperados. Por ejemplo, me dijo que en una película de terror utilizaron cadáveres reales y también me contó que a veces las cabras pueden caminar en dos patas. Lo cual es terrorífico como lo de los cadáveres.

—Ya que eres el de los datos raros, dime algo, ¿Con cuántos grados puedo morir de hipotermia? —pregunto, viendo sus mejillas rosadas como la punta de su nariz.

—Primero que nada, hay algo llamado tecnología que puede ayudarte a resolver tus dudas —ruedo los ojos—. Segundo, puede que esté equivocado pero no se trata de la temperatura sino del tiempo. A veces no son grados extremos, si te sacan rápido no hay mucho problema. Al menos eso decía un video en internet.

Pienso en eso un momento. — ¿Crees que sea verdad?

Se encoje de hombros. —Podemos probarlo si quieres, vamos al lago y me sacas rápido.

Muevo mi rodilla para empujar su pierna. —No es gracioso.

—No pretendía serlo —pero está sonriendo.

Kyler no sonríe mucho en la escuela realmente, como sus amigos. Siempre pensé que era una etiqueta autoimpuesta, “los chicos fríos y serios” pero aquí conmigo no parece intentar lucir así. Tan solo es Kyler.

—Es como la vida —dice de pronto—. ¿Sabes cómo los doctores te piden que te hagas chequeos porque entre más rápido detecten un problema es mejor? O digamos, todo. El veneno de una serpiente, una herida que puede ser fatal si sigue saliendo sangre, aferrarse al rencor… todo.

Dejo que sus palabras permanezcan un momento entre nosotros, luego hablo. —Kyler… ¿no te afecta estar aquí en el frio? ¿No sientes dolor?

Niega. —Estoy bien, no te preocupes pero si quieres podemos entrar.

Miro hacia el frente de nosotros, una planicie extendida espolvoreada con nieve, pinos altos y anchos, un lago que no está congelado pero que podría estarlo y muy lejos pero no demasiado, las montañas.

El viento frio toca cada centímetro descubierto de mi rostro y cuello, también mis tobillos. Cierro los ojos unos segundos dejando que el silencio que nos rodea me abrigue de formas que la cobija no puede.

El silencio no debería sentirse acogedor, nunca ha sido así. Siempre he tratado de llenarlo con música, videos que coloco de fondo cuando estoy haciendo tareas o maquillándome, hablando con mis amigas en el chat grupal o lo que sea necesario para no sentirme sola, sin embargo, en este lugar es diferente.

— ¿Puedo preguntarte algo? —Kyler dice, suavemente.

Abro los ojos y lo veo para asentir, no sé qué querrá preguntar.

—Esa vez que le tiraste el jugo a Jonathan Keller, ¿Por qué lo hiciste? —se acomoda mi gorro rosa, moviendo un mechón detrás de su oreja.

Sonrío un poco, recordando la satisfacción que sentí. —Se lo merecía —justifico—. Bueno, es algo tonto ahora que lo pienso pero, estábamos haciendo una tarea juntos y me pidió que le sacara algo del ojo, me acerqué y me besó en los labios. Estaba muy molesta porque era mi primer beso y fue lo más patético del mundo.

Y desde entonces me llaman princesa.

—Ah —Kyler ríe—. Vaya, eso fue épico. Lo recuerdo vívidamente, además Keller no me agrada.

Me encojo de hombros. —Solo estaba frustrada que me haya quitado mi primer beso pero sé que es tonto.

Kyler cruza los brazos. —No creo que lo sea, digo, tú tenías derecho a no querer que tu beso fuera así y otra cosa —se mueve para verme un poco mejor—. A pesar que sucedió, creo que tienes derecho a decidir que ese no fue tu primer beso, que fue un error y no un beso.

Entorno los ojos. —Creo que te entiendo… creo.

—Además los primeros besos no son tan especiales como los que les darás a la persona correcta, algún día.

Asiento.

—Pero lejos de eso, pienso que hiciste lo que tenías que hacer —levanta un hombro—. Imagínate que patético tienes que ser para robar besos en lugar de recibirlos voluntariamente. Cosa de idiotas, supongo.

Suelto una carcajada que estoy segura resonó al otro lado del mundo. Me cubro la boca inmediatamente. —Lo siento… siempre me río demasiado fuerte.

Bufa. — ¿Qué? En absoluto, casi ni te escuché.

Ruedo los ojos. —Que divertido eres.

—Muchas gracias, dicen por ahí que mi show de comedia de los jueves tendrá su propio especial en todas las plataformas.

Niego. —En serio, eres tan… inusual Kyler. Empezando por tu nombre, hasta tu aspecto.

—Primero que nada, David es un nombre muy común Cindy Vee —hace un gesto exagerado de asombro—. ¿Cómo que te llamas parecido a la palabra Abeja en inglés? ¿En serio? ¿Acaso sales por las noches como vampiro pero en lugar de sangre vas por miel?

Resoplo. —Oye, deja de burlarte de mi nombre, es bastante lindo y original —lo golpeo con un pedazo de la cobija—. Además no me refería a tu segundo nombre, me refiero a Kyler. Kyler es un nombre que encaja contigo, con esa imagen de niño raro.

Kyler suelta una carcajada. —Ah, la princesa enojada está aquí con nosotros —se levanta y da una vuelta—. Esto se llama tener estilo, Cindy Vee.

Sonrío. —Eso se llama, “saquear las tiendas de segunda mano de los noventas” en serio Kyler, ¿Quién usa esas camisas largas a cuadros con pantalones rotos?

Aunque ahora mismo tiene un suéter, negro por supuesto.




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