Caminos distintos

Capítulo 1

Cuando sea grande me gustaría ser escritora, pero nunca se sabe si podré alcanzar la fama necesaria como para vivir de ello, tampoco sé si podría escribir bellas palabras para que miles de personas leyeran aquello que, estoy segura, me tomará tanto tiempo y esfuerzo… ¿Alguien leería mi historia? No lo creo. Y es por eso que ya se a que universidad ir y que carrera seguir. Tan solo queda un año y me despediré de aquellas evaluaciones de medio pelo que nos toman, chau a esos profesores que tanto odio de aquellas materias que detesto, pero que en el fondo, de alguna manera sirven… supongo.

A veces me pregunto si no tendré muchas expectativas respecto a la universidad. He escuchado  varias veces a alumnos, de anda saber qué carrera, hablando sobre lo complicado que fue el parcial, que el profesor explica todo mal, que Fulanita le dijo a Mengana que la carrera se extiende, que es mentira esto, que es verdad aquello… ¿Yo seré igual que ellos cuando ingrese a aquel mundo donde bestias sanguinarias devoran tus sesos hasta que no puedas seguir conservando la cordura, y así poder gobernar el mundo?

Cierro el libro y lo dejo sobre mi falda, es complicado de explicar cómo mis pensamientos logran mezclarse en la historia que estoy leyendo, y luego termino leyendo algo sin sentido.  ¿En las universidades hay bestias que devoran sesos? No lo creo.

Cierro los ojos y trato de ordenar mis pensamientos, esto me ha estado ocurriendo hace algunas semanas, nunca antes me había pasado, es más, suelo tener una alta concentración a lo que se refiere a literatura, pero creo que mis pensamientos están algo alborotados.

Dejo el libro en la estantería junto a los otros, los miro, los admiro y apago la luz. Me tapo con la pesada colcha y me despido del amor que Joseri tiene hacia Darius. Un amor aunque verdadero, nunca podrá concretarse, ellos quizá no lo sepan, pero yo, como buena lectora debo predecirlo y así lo hago. La muerte está muy cerca, más de lo que ellos mismo creen, y junto con el placer que le ocasiona al escritor asesinar personajes tan amados, su futuro, yo lo sé, no está garantizado.

Y quizá el nuestro tampoco lo esté.

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No suelo arreglarme demasiado para ir al instituto. Es más, ni me maquillo como todas aquellas barbies que se ven desfilar por los pasillos…Mis compañeros deberían agradecer que me peino, y eso no es algo demasiado sencillo ya que mi pelo es el tipo de cabello que podríamos decir que es…alborotado. Envidio a esas chicas con pelo largo y lacio, pero también sé que costaría tiempo mantenerlo, y no tengo tiempo para ese tipo de cosas.

Bajo las escaleras con un zapato puesto y el otro en la mano, algo típico en mi ya que siempre me levanto tarde “por culpa de aquellos libros desgraciados” como dice mi madre, que, como es común, no se encuentra en casa esta mañana. Ella solía estar siempre conmigo hasta que mi padre se cansó de que ella lo usara y tuvo que comenzar a trabajar, algo que, por cierto, no es de su agrado ya que ella cree que esta en otro “nivel social”. No hace falta mencionar que tuvo ese “nivel social” gracias al esfuerzo de mi padre que cansado de que mi madre estuviese todo el día en la calle, vaya uno a saber en qué, decidiera separarse.

Recuerdo que antes de irse me pidió disculpas por todo aquello que sucedió y que sucedería. En aquel momento no llegué a comprender a que se refería, y hasta el día de hoy sigo sin hacerlo. Recuerdo  su rostro, aquel rostro reflejaba culpabilidad y tristeza. No creo que haya sido tristeza por no volver a verme, lo podría haber hecho, pero no fue el caso. Y no es que diga que mi madre sea una perfecta madre, pero tampoco es la peor.

Debo admitir que toda esta situación me hubiese consternado un poco si no fuera porque me paso la mayor parte del día leyendo.

Vuelvo al presente cuando escucho el sonido del microondas que me avisa que mi chocolatada ya está caliente, la bebo apresuradamente, saludo a Wiskas, mi adorable y hermoso gato y salgo hacia la fría ciudad.

La ciudad en la que vivo no es ni grande ni chica, es una ciudad… estándar, y para mí, una ciudad estándar es perfecta. A pesar de ser así, me costó mucho no perderme y, todavía, lo sigo haciendo. Al menos el camino al instituto lo recuerdo.

Podría tomarme un colectivo que me deja en la esquina, pero prefiero ir caminando e ir recordando lo que leí la noche anterior. Generalmente suelo hacer sola este trayecto ya que, como dije, hay un colectivo que nos deja cerca.

Generalmente, si, porque hoy alguien camina junto a mí. No sé hacia donde se dirige ni quién es. Y mucho menos como va vestido. Solo sé que va detrás de mí, en silencio, pero sus pasos lo delatan.

 

 



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Editado: 13.03.2018

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