Cam:on

Tarde de té y recuerdos

No eran más que las diez de la mañana el sábado 30 de agosto cuando su madre la llamó para invitarla a pasar la tarde en su hogar, y conocer a éste hombre del que se había enamorado nuevamente. Rose dudó largos minutos, en realidad no le importaba conocer al novio de su madre, sino que volver allí era muy pronto para sí misma, un golpe fuerte, pero no pudo negarse. Se vistió rápidamente y partió hasta allá en el tren. Eran más de dos horas de viaje, a veces más, a veces menos. La ciudad fue despidiéndose, y luego el paisaje se tornó rural, allí notó que no lo extrañaba en lo más mínimo, quizás porque únicamente sólo habían pasado siete meses de su gran huida.  

Cuando arribó al lugar, nada había cambiado demasiado en realidad, algunas señoras de los pequeños comercios estaban emocionadas de verla, obviamente se acercaron a preguntarle qué tal; no solían ver caras nuevas en el pueblo, pero un rostro conocido siempre era bien recibido aunque muchos usasen a Rose como el centro de descargas sobre el odio hacia la ciudad. Su madre la esperaba en la entrada de su hogar, ambas se abrazaron y hasta soltaron algunas lágrimas; era la única persona que la mantenía conectada de cierta manera con su lugar natal, sin ella probablemente no vendría nunca más.  La mesa estaba servida, los platitos blancos que tanto amaba, las cucharas de plata. Luego de almorzar iría a su habitación para acostarse en su antigua cama. De repente, ingresó un hombre a la casa, quizás un poco más grande que su mamá, las arrugas le decoraban los ojos y sonrió ampliamente cuando la saludó. No podía juzgarlo aún porque en verdad todo el tiempo que estuvo conversando con él le pareció agradable, alguien que se comunicaba fácilmente. 

— Tiene una hija también, de tu edad. Se llama Valentine. —Aseguró su mamá.

El hombre río un poco y le contó sobre ella. Su mujer murió cuando Valentine cumplió los quince años y desde aquel momento estuvo solo, hasta que finalmente conoció a su madre. En verdad su madre merecía estar con una persona que sea agradable y la quiere, así que los veía muy feliz a ambos, además como quedó sola ya que Rose se fue a vivir a la ciudad un compañero le hacía falta. 

— Yo le conté que estás estudiando psicología y además trabajas para mantenerte, ¿o no?

Las preguntas que Rose deseaba evitar ya estaban siendo cuestionadas por parte de su madre. El hombre adquirió interés. 

— Qué bueno que estás estudiando. Mi hija también empezó este año como vos, ella quiere ser maestra de primaria, así que me alegro que a las dos les vaya bien. 

Rose le agradeció sus palabras y luego de una charla bastante larga, fue a su habitación. Se notaba que su madre ni siquiera había sacado las cosas de su lugar, todo estaba allí, hasta el último regalo que obtuvo por parte de la madre de Eve. Decidió escribir una carta para su amado sentada en la silla del escritorio: "Querido Alex, pronto se cumple un año de tu partida, el 21 de septiembre, estamos a menos de un mes, yo continué con mi vida, empecé a estudiar psicología, me mudé a la ciudad, e hice algunas amigas. Pasó bastante tiempo desde la última vez que nos vimos, y todavía me imaginaba empezar una vida con vos, vivir juntxs, ser felices. No sé, siento que nuestra vida hubiera sido increíble, hermosa, sé que no vas a leer esta carta nunca, pero me gusta pensar que estás conmigo. En algún momento todo se esclarecerá. Yo sé que sí, te amo muchísimo. Rosie".  

Asistió al cementerio para visitar su tumba y dejarle lo escrito. Apenas llegó, había algunas personas que rezaban o sólo estaban en completo silencio, ella también se acercó a la tumba de Alex, le cambió el agua a las flores y pasó la carta debajo de ellas para que el viento no se las lleve tan rápido; estuvo allí durante algunos minutos, se agachó y estiró la mano izquierda para tocar el cemento frío-duro: Alex Diamonti (1998-2022), leyó la inscripción y se alejó cabizbaja del cementerio. Antes de arribar a su casa nuevamente, alguien gritó su nombre, cuando se dio vuelta descubrió a Carolie, una de sus amigas en la primaria y quien había estado en la última sesión de los miércoles con su versión cam-girl. Rose en verdad se sorprendió muchísimo, pero estuvieron conversando un largo rato e intercambiaron números, y prometieron continuarse hablando. En realidad nunca se pelearon, simplemente se distanciaron por la diferencia de edades y porque Carolie se cambió de escuela. Tal vez cuando la palabra cam-girl no fuera tan tabú, podría contarle que era ella a quien se dirigía la anterior vez, aquella persona que la recibió el miércoles. 
 

Por otra parte, saludó a su madre y su pareja antes de poder tomar el tren de ida. Era increíble cómo su vida había cambiado tanto con unos meses nada más, cómo se veía y sentía tan lejana del pueblo que la vio crecer y nacer, como aquel asesinato de Alex hizo que perdiera sentido estar allí. Y no sólo para ella, aunque las demás personas del pueblo lo "odiaban" o no le gustaba lo que él hacía, también se sentían de la misma manera. De algo estaba segura y es que el pueblo no era lo mismo que antes, no había esa felicidad vibrante que tanto lo caracterizaba, todo se había quedado estancado en el tiempo, y Rose era el nexo entre el pasado-futuro. Quizás por eso dolía tanto verla caminando las calles que alguna vez fueron suyas, quizás por eso algunos vecinos la detestaban, quizás por eso era juzgada como la niña que se hizo grande y cambió las vacas por las llaves del auto. Cuando Rose arribó el tren, todo lo demás se borró, todo lo demás quedó encapsulado, y sólo miró por la ventana al acercarse a la ciudad, cuando lo rural se fusionó con los edificios, cuando el ruido adquirió intensidad y las risas de las personas mientras llegaba a su hogar, la acompañaban a su ritmo. 

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.