Campamento de Famosos

CAPÍTULO 4

LEONOR.

Estaba molesta, siempre he dicho que el tiempo pasa rápido.  Y justo en este momento.

¡No lo estábamos aprovechando!

Cuando Mila al fin nos dio la lista de las cosas que tendríamos que buscar, me sentía como una niña jugando a su juego favorito. Este era nuevo y eso me tenía aún más emocionada, quería saber hasta donde llegaría esto del campamento.

Obviamente, todo tenía que arruinarse, o al menos así lo veía yo. El hombre que me tocó por pareja solo se quejaba de la pérdida de tiempo, muchas veces pregunte para qué había venido si no le agrada este tipo de cosas y lo único que dijo fue : "me obligaron".

Estaba empezando a odiar a la persona que supuestamente, lo obligó. Había pasado una hora desde que iniciamos y aún no teníamos nada de aquella lista.

—En serio—digo a la nada porque Dorian se ha adelantado como cinco pasos de mí,  ni siquiera busca o mira a su alrededor, solo camina. —¿Qué hice para merecer tal castigo? Yo solo quiero pasar mi estadía tranquila, y con alguien que quiera acompañarme; no con un gruñón que a cada nada este diciendo que esto es estúpido y una perdida de tiempo.

》Es ilógico, sino quería venir ¿Para qué hacerlo?. Aver, yo enfrente a mi madre porque realmente quería estar aquí ¿Acaso él no pudo hacer lo mismo? Sea quien sea que lo haya obligado, siendo mayor esa palabra ya no debería de existir. Es demasiado frustrante—refunfuño conmigo misma.

Paso la vista rápidamente por el lugar donde nos encontramos, yo realmente quiero saber donde estamos. Ni siquiera recuerdo por donde entramos, solo quiero ganar este juego y el resto para saciar mi curiosidad.

—¡Veo algo! —grito emocionada al ver a lo lejos el primer objeto que será parte de nuestra cesta.

Dorian se detiene y se devuelve para venir detras de mí cuando yo ya he corrido hacia las deliciosas moras que se ven a lo lejos.

¡Al fin algo!

Sonrió con satisfacción cuando coloco las diez moras que pedía, específicamente,  en el papel.

Me volteo hacia Dorian, que me observa aburrido y como si perdiera el tiempo.

—¿Qué? —pregunto cuando está cerca de mí.

—¿Qué de qué? —resonde, tosco.

Su actitud me frustra, y cada vez que pienso en eso me doy cuenta de que esto será más difícil de lo que imaginé.

—Ya deja de la actitud de "No me importa un rábano porque es una pérdida de tiempo" —murmuro cruzando por su lado.

Sigo caminando sin esperar respuesta, porque de seguro, de nuevo, me dejará hablando sola.

—Lo es—lo escucho decir de manera tan firme que convencería a cualquiera—. Que no lo quieras ver es tu problema.

—Que seas tan amargado no es mi problema—Bufo, molesta. Me vuelvo—. Oye yo solo quiero tener al menos una semana de vacaciones ¿Sí? Quiero dejar de lado mi trabajo y concentrarme en cualquier cosa que no sea eso. Me gusta pero a veces me canso, además de que todo esto me hace recordar a mi yo  de niña y quiero seguir recordándolo como algo bueno y no como una experiencia en la que un amargado con ínfulas de "yo lo sé todo" me arruine lo que estoy empecinada en disfrutar. —termino con más determinación de la que imaginé.

Hace lo mismo de siempre, me analiza, me mira de arriba a abajo y se queda callado por al menos un minuto en los que me siento intimidada por su mirada indescriptible que tiene. Sus ojos oscuros se posan en mi rostro al momento en el intento volver a hablar y de inmediato me callo.

No soy capaz de mantenerse la mirada y volteo hacia otro lado.

—¿Venias aquí de niña? —Pregunta como si eso fuera lo único que haya dicho.

Muerdo mi lengua para no soltar una y mil maldiciones hacia su persona. Todos merecen respeto.

Suspiro súbitamente: — No aquí exactamente —digo, consciente de que por más que despotrique frente a él,  no le importará en lo absoluto.

—¿Entonces?  —empezamos a caminar y a medida que lo hacemos, me empiezo a sentir más tranquila y menos frustrada que hace minutos atrás.

No entiendo cómo es que este hombre hace y deshace con mis emociones. 
 

—De niña vivía cerca de un bosque, vengo de una familia para nada rica. A veces nos la buscábamos  para tener algo de comer—murmuro recordando aquellos momentos en los que mi madre lloraba por no poder darme lo que quería, papá siempre hizo de todo por darnos lo mejor a ambas. Sin embargo, el no tener estudios lo condenó a ser un carpintero que si bien era conocido, no era suficiente. —Papá siempre me sacaba de cacería, aunque al final solo terminábamos jugando al gato y al ratón. Al final del día; Mamá terminaba regalándonos por ir a perder el tiempo. Pensado bien, tú eres mi mamá en este caso—murmuro.

—Yo no quiero ser tu madre—alega rápidamente.

—Pues ahora así te veré. A menos que cambies esa actitud y al menos intentes ganar en esto conmigo.

—Entonces prefiero ser tu madre—sonrió un poco.

Imaginarlo como mamá me causa gracia.

—¿Te gusta perder? —lo tiento.

Sus ojos se posan en mí,  de forma intensa que eriza mi piel.

—Yo nunca pierdo—asegura, orgulloso.

Enarco una ceja.

—Pues si seguimos así, solo perderemos—canturreo, evitando sus ojos. Son tan hipnóticos que no me gusta lo que causa en mí.

—¿Quién dice?

—La situación.

—¿Está? —pregunta y asiento sin voltear hacia él. — Voltea —ordena y mi cuerpo obedece al instante.

Traidor.

Me quedo quieta y analizo lo que tiene en sus manos, soy incapaz de abrir la boca para decir algo. Intercalo la vista entre sus manos y sus ojos,  eso que hace rato no quería mirar y que ahora lo hago con más asombro del requerido.

¿De verdad?  Escucho a mi mente decir con ironía.

Mi mente sufre un colapso por las emociones. Estoy molesta porque no me dijo absolutamente nada, feliz porque ahora iremos a …

—¿No dirás nada? —interrumpe mis pensamientos preguntando con mucho cuidado.



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En el texto hay: famosos, amor dulzura, aventura humor

Editado: 01.03.2023

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