Campo de flores

Capitulo III

Qué vergüenza. ¿será que cree que fue mi culpa? O sea, no tengo las capacidades para haber detenido eso, pero claro, como me explico, colgado boca abajo no haré mucho, no logro concentrarme, estoy soportando todo mi peso con una sola pata.

¡Yo no hice nada! Bueno si… Pero no fue mi culpa… La culpa fue de la ardilla, ella no pudo prever lo que iba a pasar, soy un ser inocente, pero, obviamente pasaron cosas para encontrarme en esta situación. Acompáñenme en esta triste historia.

¿En qué parte me quede? Ah sí, estaba dormido.

Bueno, me está gustando bastante el tacto que siento con la tierra en mi cuerpo, cualquiera diría que la tierra húmeda es fría, al principio sí, pero en cuestión de minutos, todo se aclimata, y es inesperadamente cómodo, considerando esto, me doy cuenta de que no me gusta la arena de playa, a veces es sofocante, especialmente cuando el sol es insoportablemente intenso, la arena puede llegar a estar tan caliente que me quemó en múltiples ocasiones, y a altas temperaturas no es fácil dormir, tenía que estar turnándome con la arena y el agua para no convertirme en cangrejo asado.

Estaba haciendo algo, pero no recuerdo qué era.

Estoy hambriento y tengo un objetivo: encontrar algo exótico y nuevo para comer, pero cerca de la chica. No quiero perderla de vista

Empecé a explorar mis alrededores, el arbusto de antes no tiene ya nada para alimentarnos, daré unas vueltas cerca, aún sigue siendo de noche, pero estimo que el amanecer está cerca, por eso siento que el ambiente se enfría un poco. Algunas criaturas nocturnas ya están empezando a esconderse, y, por el contrario, otros seres más madrugadores montan camino para encontrar la primera comida del día. Hay muchos árboles y arbustos con frutos distintos, pero no reconozco ninguno, no sé cómo identificar cual es posible o no comer, antes cuando comimos las fresas y las moras yo sabía que eran, por eso no me preocupe, pero ahora no tengo idea de que frutos son comestibles, hay frutos con colores y formas extrañas que no me atrevo a probar, y mucho menos acercarme a las que tienen mal olor.

De acuerdo, por el momento, tengo que descartar los árboles frutales. No soy capaz de ver cuales tienen frutas porque la mayoría son muy altos y, la verdad los cangrejos no somos los mejores trepando. Además de que no reconozco ninguno de ellos. También tengo que descartar los insectos. A mí me gustan. cuando me daba mucha flojera entrar al agua, solo me comía un grillo que encontraba cerca. Pero la chica no puede comer insectos Quiero aprovechar esta oportunidad para presentarme por eso quiero regalarle algo bueno. El problema es que los humanos son muy quisquillosos con lo que comen.

Recuerdo cuando vivía en la costa con los humanos. Solía pasearme cerca de las alcantarillas para que no me notaran. Siempre permanecía cerca de donde los barcos arribaban. El problema era que cuando esto ocurría, bajaban muchas mercancías y personas, así que había que esperar un buen tiempo para que la presa terminara. Me era imposible contar la cantidad de personas que pasaban por ahí en el día. Los productos que salían de los barcos, en su mayoría, venían bien empacados en cajas, por lo cual no podía ver qué eran. Pero un día, cuando los marineros (los humanos que andan en barco) estaban descuidados, dejaron caer algunos materiales de dentro de la caja. Justo en ese momento, todos los seres curiosos y hambrientos arremetieron con lo que sea que había caído. Solo tuvieron segundos para que empezara una guerra.

En la esquina derecha, las campeonas regionales, famosamente llamadas "ratas de playa" y "ladronas aladas", las artistas incomprendidas cuyo canto agudo y obras en blanco no son muy bien recibidos. No les molesta aplastar a sus rivales; ¡lo disfrutan muchísimo! Con ustedes... ¡Las gaviotas! Sus primeros movimientos empiezan fuertes. La posición estratégica que adquieren en las alturas les da un mejor rango de visión del objeto caído. Pero no son las únicas que entran a este combate...

En el borde izquierdo, las menos queridas del público, conocidas como "las inmortales" y por buenas razones. Su nivel de hurto es comparable al de las gaviotas. Sus sucios pelajes acompañados de largos bigotes, son su cédula de reconocimiento. Son embusteras y calculadoras y son muy conocidas por no ser muy amables con sus contrincantes. Sin más preámbulos… ¡Las ratas! Ellas no se dejarán vencer fácilmente, esta vez se han preparado con un gran equipo, cubren más áreas y no piensan ceder el gané a sus némesis.

Pero hay un problema: otro contrincante ha subido al ring, uno despistado y algo azulado, ¿un crustáceo? Fue entonces cuando me di cuenta de que el objeto que había caído estaba rodando hacia mí, descubriendo por qué no debía estar tan cerca de la batalla. El siguiente rival ¡era yo! Un joven cangrejo azul que no sabía en qué se estaba metiendo y que de repente se encontraba en las grandes ligas. ¡Fue sin querer queriendo! Yo solo quería narrar esta ronda. No me dio tiempo para pensar; vi en cámara lenta cómo ese objeto se acercaba hacia mí y cómo una manada de animales ladrones iba detrás de él. Solo tenía que hacer una cosa: alejarme y no meterme en esa disputa. Pero no sé si fue la adrenalina o la curiosidad de saber qué era ese objeto, pero cuando llegó a donde yo estaba, lo tomé y salí corriendo.

Mala decisión. Pasé corriendo de ellos casi toda la mañana, solo para descubrir más tarde que ese objeto tan anhelado solo era una sandía vieja. Claro que eso no les importaba a mis perseguidores; apenas se me cayó, se olvidaron de mi existencia y comenzaron a destrozar esa desdichada fruta.



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En el texto hay: fantasia, familia, romance

Editado: 01.10.2024

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